EPÌLOGO

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Estoy viendo en frente de mí, a nuestra querida hija, dando las gracias por los que estamos presentes en su graduación, a mi lado como siempre mi querida esposa Gail, cada palabra que expresa mi hija tiene mucho valor, y sentido en mi vida, tenerla a mi lado con el apoyo de mucha gente, entre ellos a mis padres que todavía viven. Termina de agradecer a toda la gente que estuvo a su lado en sus estudios y su vida, no dejo de sentir lo importante que es un hijo en la vida de cada familia, aunque sean adoptados, ellos nos dan tanta fuerza y valentía para hacerla más grata.

Cuando llega a mis brazos y la felicito, ella me dice que me da las gracias por ser su padre, por darle una madre adorable y unos padrinos de estudios muy importantes. Ella me besa como jamás quisiera desprenderse de mi lado, me mira y me recuerda que tiene que saludar a la gente que asistió a su graduación. Enseguida abraza a mi esposa, la toma de la mano y le dice:

-Ven madre, quiero que todo mundo te conozca, eres un pilar en mi vida, eres la madre más guapa de toda la escuela y me siento tan orgullosa de ti, ¡padre! Lamento quitarte a mi madre por algunos momentos, siempre la acaparas, solo serán unos momentos.

- En cuanto parten, me quedo en la mesa con mis jefes, padrinos de mi hija, la familia Grey, mis padres y aunque odie decirlo, está el novio de mi hija con sus señores padres, es un buen chico, un joven hecho a la medida para mi hija, su nombre es Duncàn Franklin, chico de buena posición económica, católico y ambientalista, sin vicios, deportista, sus padres son corredores en la bolsa de valores.

Gracias a Dios no tienen pensado casarse tan jóvenes, mi hija me dio la sorpresa de estudiar dos carreras al mismo tiempo, políglota y educadora, el chico solo estudió la carrera de políglota, tienen una beca para estar en Europa por dos años y ejercer sus idiomas en las universidades de varios países. Mi hija quiere ser educadora de idiomas para niños, lo que ella quiera ser, la seguiremos apoyando.

Mientras ella y su madre están disfrutando de la fiesta, me disculpo un momento con todos los de la mesa, camino hacia el gran jardín de la universidad, me detengo frente a un gran kiosco iluminado, subo y me coloco de espaldas a uno de sus costados sobre el barandal, doy gracias a Dios por permitirme llegar hasta este día maravilloso. Me pierdo en el tiempo con una gran nostalgia y alegría a la vez.

Mi niñez fue única, disfrute jugar, estudiar, convivir con mis padres cuando regresaban de misiones, no sin antes de irme a la cama, pidiendo siempre a Dios que los trajera de vuelta a mi lado, oír las pláticas de mis compañeritos y mi amigo inseparable, Vincent. Recordar cómo cada día era diferente, ninguno era igual al anterior.

Mis recuerdos cuando conocí a Gail en Nueva York y disfrutar la estancia en esa ciudad con mi padre, mi amigo y su padre, ¡cómo olvidarlo! Recorrer cada rincón de sus parques y su belleza, correr por los pasillos del hotel sin que nuestros padres nos llamen la atención, las travesuras nunca descubiertas.

LOS TAYSON #FiftyShadesAwards2018 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora