Capítulo 16

686 47 39
                                    

—Tengan cuidado con esa planta, la última vez le dejó sin rostro a uno de mis primeros estudiantes —dijo la profesora de biología de la Academia de la Guerra, Zyra.

Jinx y Fizz, quienes eran los que estaban queriendo tocar uno de los Escupespinas de El despertar de las espinas, dieron un paso atrás atemorizados.

—Es broma, pero les advierto de todas maneras el peligro de muchas plantas de Runaterra. —continuó la profesora, aún con rostro serio.

El salón de clases de biología estaba lleno de macetas y plantas, como también imágenes y muestras de criaturas tanto normales como místicas.

—Tú y yo nos llevaríamos bastante bien —susurró Vladimir a una pequeña planta carnívora, le estaba acariciando la cabeza y las hojas como si fuese un hámster vegetal.

—Primero se creía vampiro, y ahora habla con las plantas —dijo Ahri en voz baja a El joven que fragmentó el tiempo. Ekko miró a su derecha, y vio lo que La vastaya de nueve colas acababa de decirle.

—Se la pasa todo el tiempo solo, ¿qué esperas de él? —dijo Taliyah, sacando un cuarzo sin pulir de su mochila.

—¿Alguna vez dejas tus rocas en paz? —preguntó Orianna, sin obtener respuesta de La tejedora de piedra. Cuando ella agarraba una roca o algún preciado mineral, entraba en un estado de trance del cual era difícil salir si uno era amante de la Geología.

—Él lee libros perturbadores —comentó la zorra, con la intención de que sus compañeros de clase le tuvieran repulsión a su compañero.

—Oye, Ahri, ¿acaso te gusta Vladimir? —exclamó Jinx lo suficientemente alto como para que todos la escucharan.

El segador carmesí, al oír su nombre, quitó la vista de la planta para mirar al grupo de compañeros que estaba en otra mesa.

—¡Señorita Jinx! —reprochó la Profesora Zyra— Vuelve a gritar y estará castigada después de clases, ¿ha entendido?

—Por alguna razón vigilas lo que hace, ¿no? —continuó La bala perdida, pero esta vez en voz baja—. Mira hacia allá, Ahri.

La vastaya de nueve colas estaba con las mejillas ligeramente sonrosadas, sintió que su corazón di un vuelco al percatarse que Vladimir los estaba mirando. Nuevamente, sus miradas se conectaron: Él la miraba como si fuera insensible, mientras que ella ya no podía soportar esos ojos grises claros, entonces desvió la mirada antes de que su rostro comenzara a arder tanto como si le hubiesen aplicado Ignición.

—Y luego yo soy el raro... —pensó El segador carmesí, y volvió su atención a la planta carnívora.

—Les demostraré que no me gusta ese chupasangre, si es necesario. —dijo Ahri con firmeza.

—Ja, no te creo muy capaz. —opinó Nami, sentada frente a Ahri. Pero se arrepintió un poco de haber querido provocar a la zorra de nueve colas.

—Chicos, acaban de llamarme de la oficina de la directora Fiora —anunció El despertar de las espinas—. Por favor, no hagan tonterías en mi ausencia. —al terminar la frase, salió del salón de clases a paso rápido; deseaba volver lo más pronto posible.

—Iré a beber agua —dijo Ekko, alejándose para poder ir a buscar un bebedero en los pasillos. No le preocupaba demasiado el ausentarse a clase, después de todo, tenía el poder de controlar el tiempo a su antojo.

Sangre por doquier [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora