Capítulo 28

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—Vlad, ¿dónde guardas el café molido? —preguntó Swain, mientras encendía una llamarada azul debajo de una tetera negra.

Se encontraban en la cocina de la casa de El segador carmesí, después de su encuentro accidental de hacía menos de una hora.

Vladimir se encontraba sentado en una silla, cubriendo su cara con ambos manos, y los codos apoyados sobre la mesa para dicha acción.

—... En la alacena de arriba, al lado de unas tazas —contestó el joven de cabello blanco, mirando a El estratega maestro, quien intentaba alcanzar la manija para abrirlo— ¿Necesitas ayuda?

—No, lo puedo hacer por mi cuenta —contestó Swain, agarrando el frasco. Al apenas abrirlo, y sentir el delicioso aroma a café, su ave intentó meter su pico para comer algo de los granos molidos.

—¡Beatrice! ¿Qué te he dicho sobre tu falta de modales? ¡Compórtate como cuervo decente! —le regañó El estratega maestro, y el pájaro mostró señales de arrepentimiento.

Cuando la bebida caliente estuvo lista, la sirvió en dos tazas, y se dirigió junto a Vladimir.

—Esto cura cualquier corazón roto —dijo Swain, al poner frente a su mejor amigo la taza humeante, se sentó en la silla opuesta a él; y buscó hacer contacto visual.

—¿Cómo sabes lo que tengo? —preguntó El segador carmesí, aún con un nudo en la garganta que no le permitía hablar correctamente.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, muchacho. No quisiera decirte te... —no pudo proseguir lo que estaba diciendo, porque Beatrice le dio un picotazo en la cabeza. Swain miró al cuervo a los ojos, enfadado. Pero el enojo se disipó al darse cuenta de que ella trataba de decirle que no sería buena idea recordar las advertencias dadas (tanto por él como LeBlanc y Elise para Vladimir) con respecto a La vastaya de nueve colas. Vladimir era el más joven de ellos, con enormes deseos de experimentar cosas nuevas, era obvio que no les haría caso.

Pero las consecuencias eran inimaginables para él.

—Tienes toda la razón, amiga mía —dijo Swain a su ave, volvió la vista a Vladimir—. Ay, querido Vlad, aún recuerdo la primera vez que nos vimos. ¡Cuánto deseo de matar se notaba en tus ojos! Cuando los del alto mando te vimos absorber la sangre de los guardias, pensamos lo mismo: "Este joven tiene un talento funesto que será de enorme utilidad".

—Eran tiempos diferentes, luego de eso nos hicimos amigos —comentó Vladimir, con una sonrisa que expresaba tanto tristeza del presente, como felicidad del pasado recordado.

—Mejores amigos, Vlad —corrigió El estratega maestro, y pensó en la probabilidad de que Beatrice se pusiera un poco celosa y tratara de arruinar el momento con sus molestosos graznidos. Pero el cuervo permaneció completamente tranquilo, posado en su hombro izquierdo—. Sólo quiero que tengas en claro que, a pesar de todas las cosas malas que podrían llegar a sucederte, siempre tendrás mi apoyo, y el de Elise y LeBlanc también —hizo una pausa, y miró fijamente al joven—: Somos como una familia.

Vladimir le brindó una ligera sonrisa como asentimiento, pero dudaba que lo que acababa de ocurrirle lo superaría con facilidad.

Sangre por doquier [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora