Capítulo 8

726 60 13
                                    

La clase de ítems y ciencias del Profesor Heimerdinger era una de las clases favoritas de Vladimir, además de Runas y maestrías. Le fascinaba la simple idea de que, con tal solo unos objetos y algunas runas, sus habilidades cambiaran para ser más poderoso y más letal.

La clase del Profesor Zilean había concluido mientras él se encontraba en las duchas, poniéndose el vendaje y controlando sus hemorragias. Afortunadamente para él, llegó a tiempo a la siguiente lección.

—No se olviden de sus ensayos sobre el ítem Daga y Espada larga —avisó El venerable inventor, en plena clase.

—¡Pero apenas es el primer mes! —exclamó Taliyah, aturdida al apenas ver en su libro todos los ítems que aprenderían en sus años en la Academia de la Guerra.

—Sólo espera a ver el ítem Fuerza de trinidad —dijo Orianna, con voz robótica femenina. Su fiel esfera de metal estaba a su lado, flotando. Ella era considerada una de las más bonitas del grupo (lástima que era un robot, y solamente haría buena pareja con Blitzcrank)

—Cállate si no quieres que te mojemos —dijeron Fizz y Nami al unísono.

—La clase acabó. —anunció el Profesor Heimer, al mirar su reloj de muñeca.

—¡¡Sí!! —exclamó Ziggs, dando brincos en su asiento— Vámonos antes de que se llene la cafetería, enano —le agarró del brazo a Rumble, para que este se levantara rápido— ¡Sabes bien que, a nosotros los yordles, nos aplastan en la fila!

—¡No me llames así! —pidió La amenaza mecánica, al saltar de su asiento. Sin dudarlo, siguió a El experto en Hexplosivos, ya que él tenía muy buenas estrategias para conseguir comida más rápido.

—Vamos, Ekko, te puedo conseguir lugar en la mesa de los populares de la Academia. —le dijo La vastaya de nueve colas a El joven que fragmentó el tiempo.

—¿Desde cuándo hay "populares" en este lugar? —preguntó Ekko, siguiendo a Ahri. Se quitó las gafas y las guardó en su bolsillo; no tenía su típico peinado estilo punk, esta vez se lo había peinado de forma diferente.

—Desde que yo entré a este lugar, cariño —La zorra lo envolvió con sus suaves colas, y le provocaron cosquillas.

—Vlad, ya puedes irte —dijo Heimerdinger, al darse cuenta de que en el fondo del salón se encontraba su estudiante noxiano.

—Prefiero comer aquí... —murmuró El segador carmesí, pero se levantó porque estaba seguro de que el Profesor Heimerdinger quería cerrar su salón de clases para evitar cualquier robo o toma de ítems sin autorización.

—Espera, quiero darte algo —El venerable inventor abrió el cajón de su escritorio antes de que Vladimir saliera por la puerta abierta.

—¿Qué es eso? —preguntó El segador carmesí, aproximándose a la mesa de su profesor. El yordle tenía una especie de bastón amarilla, con una roca brillante color azul.

—Ay, Cetro de cristal de Rylai —dijo el Profesor Heimerdinger al entregar al joven aquel ítem—. Es perfecto para ti, hará que cualquiera de tus habilidades provoque veinte por ciento de reducción de velocidad de movimiento durante un segundo.

—Maravilloso..., gracias, profesor Heimer. —agradeció Vladimir, con una ligera sonrisa (aunque no entendía por qué le dio eso).

—¿Por qué el vendaje en la frente? —preguntó el profesor.

—... me caí en las escaleras. —contestó El segador carmesí, y pasó una mano por la cabeza para asegurarse de que las vendas no se habían aflojado.

—Es que escuché que estuviste ausente en cronología. Vlad, ¿alguien provocó esto?

—No, que yo sepa —contestó Vladimir, y por un momento pensó que lo que había causado su caída fueron los elementos de belleza de La vastaya de nueve colas: ¿Qué tal si ella puso esas cosas ahí a propósito? ¿Fue una simple coincidencia? ¿Esa era el posible motivo de que ellos lo estuviesen observando durante el receso?

Pensar en todo eso le provocó principios de migraña, o tal vez sólo eran los estragos del golpe. Después de todo, no tenía pruebas suficientes para sostener sus hipótesis.

—Si te molestan, debes decirlo o defenderte. Estas cosas hay que detenerlas a tiempo antes de que sea demasiado tarde, ¿de acuerdo, jovencito?

—Sí, Profesor Heimer. —dijo Vladimir, antes de salir del salón para ir a la cafetería de la Academia. Lo que el yordle científico loco dijo lo dejó bastante pensativo. ¿Sería posible que apenas eran principios de año escolar y ya lo hubiesen escogido como posible blanco de acoso?

Tal vez sí, o tal vez no...

Sangre por doquier [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora