Capítulo 44

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Ambos hemomantes se encontraban en un estado de ansiedad con respecto a los resultados del juicio que le habían hecho a ella, tan sólo unos días atrás.

Para calmar los nervios, trataban de no pensar demasiado en ello, a través de pasar el tiempo juntos o con sus amigos. Afortunadamente, La sanadora sangrienta le caía bien a LeBlanc y a Elise, así que hacían reuniones todos juntos a la noche.

—No puedo esperar a verte en batalla, querida —dijo La reina de las arañas, sentada al lado de Aneshka, ambas bebían jugo de uva de unas copas (ya que no deseaban embriagarse)—. ¡Qué dichoso será el tirador a quien tengas que proteger!

—Gracias por el halago, Elise —respondió Aneshka, y ambas chocaron las copas al igual que en un brindis.

—Hasta ahora no me acostumbro a verte así, Swain —opinó la mujer que se transformaba en araña, al posar su mirada en El gran General noxiano, quien se encontraba a punto de comer palomitas de maíz con La maquiavélica—. Pareces una versión mejorada de Vladimir.

—¡Sólo porque tengamos el mismo color de cabello no nos hace iguales! —exclamó El segador carmesí, ya harto de que le dijeran que él y Swain se parecían mucho ahora; hasta el punto de considerar que El gran General noxiano era su padre.

—Me tomará algo de tiempo adaptarme a mi nuevo aspecto —dijo Swain, y contempló su mano de fuego demoníaco—. Estoy perdiendo mis memorias originales, me cambiaron desde cero.

—Más vale que no hayan tocado las memorias de nuestra amistad, Swain —expresó Vladimir, algo preocupado por esa idea.

—¿Qué amistad? ¿De qué hablas, chupasangre? —inquirió El gran General noxiano, observándolos como si no tuviera ni la más remota idea de dónde se encontraba y quiénes eran ellos.

—Ay, no... —murmuró Aneshka, y percibió que Vladimir estaba a punto de colapsar: ¡Su mejor amigo ya no tenía ningún recuerdo de ellos mismos!

Swain permaneció con rostro serio y dubitativo por un par de segundos después de lo que había dicho, hasta que estalló en risas descontroladas.

—¡¿En verdad se lo creyeron, amigos?! —exclamaba entre carcajadas, que ya le hacían doler el estómago.

Los demás lo miraron, la primera en reír fue LeBlanc, seguida por Elise y Aneshka, y finalmente Vladimir.

—Qué buen susto nos diste, Sr. Estratega —asintió Vladimir, y de tanto reír, varias lágrimas se habían desbordado de sus ojos (pero tal vez era por el temor de que en verdad el olvido pudiese ocurrirle a su mejor amigo).

Swain miró su propio hombro derecho, y al no ver nada posado en él, volvió a ponerse serio.

—Tengo que admitir que yo también extraño a Beatrice, cariño —confesó LeBlanc, al percatarse de la melancolía de su amado general noxiano.

—Ni todos los cuervos que me siguen ahora, podrán reemplazarla —Swain miró por la ventana, y vio a unas cuantas aves de plumaje negro posadas en el marco, vigilándolo con ojos brillantes de color rojo—. Juro que algún día la encontraré, y volverá a estar en mi hombro.

Sangre por doquier [League of Legends]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora