1. Encuentro

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El primer día.

Iba dentro del carro al lado de mi papá, en el asiento del copiloto, mis manos estaban ligeramente nerviosas y jugaban con el cinturón de seguridad, el semáforo cambió a verde y comenzó el auto a ascender dejando la avenida atrás, subiendo por la amplía carretera cubierta de árboles, la última vez que vine tomé otra ruta mucho más larga, estaba ubicada entre una montaña y además de ser inmensa en su infraestructura dedicaba un gran espacio para los espacios abiertos, era campestre y eso fue una de las cosas que más me emociono al pensar que pasaría gran parte de mis días allí.

Tenía cierto miedo, muchas expectativas y sobretodo ansiedad.

Mi papá se había ofrecido a traerme porque era mi primer día, no sabía a la perfección cómo llegar aunque me las arreglaba además él aún seguía muy orgulloso porque su hija mayor estudiaría en la mejor universidad del país, no paraba de contárselo a todos y eso me enternecía.

Fue un largo camino y ya me veía atravesándolo diariamente con fatiga gracias a mi gran estado físico porque la estación más cercana del bus me dejaba sobre la avenida, había escuchado que habían ciertos buses que recogían a los estudiantes en algunas zonas de la ciudad pero aparentemente por la poca afluencia de personas ya no funcionaban tan a menudo; cuando llegamos al estacionamiento evidencié el por qué, estaba repleto de autos y no era de sorprenderse con los ingresos que todas estas familias deberían tener, según la información esta semana era únicamente para estudiantes nuevos, era la inducción y nos presentarían como funcionaba todo aquí, era emocionante de alguna manera conocer personas que tenían afinidad conmigo en varios aspectos, al fin y al cabo algunos estudiarían Economía como yo, algún interés en común deberíamos tener.

Me bajé no sin antes despedirme de mi padre con un abrazo y un beso. —Siempre ten presente por qué estás aquí, cómo llegaste, de dónde vienes y para dónde vas.

Él siempre sabía darme las palabras adecuadas que ni sabía que necesitaba, con tan solo una de sus cortas pero inspiradoras frases llenó mi interior de mucho optimismo, sonreí viendo como el taxi se perdía entre el bosque y la vegetación, aunque se había ofrecido a recogerme a la salida me había negado, sabía que debía trabajar y perdía mucho tiempo si venía hasta aquí atravesando la ciudad, las deudas no daban espera, yo podía caminar bajando por la carretera atravesando el bosque para tomar el bus en la avenida.

Cruce el estacionamiento y subí por las amplías escaleras que dirigían hacia el edificio principal, sus paredes en su mayoría eran grandes vitrales, todo era tan lujoso, tenía preciosos jardines, caminaba entre la multitud, no podría ni imaginarme como sería cuando todos los estudiantes llegaran aunque esto era solo una pequeña parte de la universidad.

Después de pasar gran parte de la mañana en el coliseo principal salimos a una especie de break o descanso, nos dividieron por facultades, no había tenido que sacarle provecho a mis grandes habilidades para socializar aún pero ahora había llegado el momento. Realmente no era lo mío pero en definitiva el sarcasmo lo era.

Saqué una manzana del bolso que mi madre me había hecho empacar y me senté en un muro tratando de parecer casual, cual si fuese un milagro una chica de cabello negro algo largo, que tenía unos bonitos lentes y lucía como una chica de estatus social alto por su apariencia se sentó a mi lado con una sencilla sonrisa.

Parpadeé y solo sonreí, realmente no miento cuando digo que me costaba intercambiar palabras con gente desconocida.

—Hola, soy Sofía, ¿tú cómo te llamas? —se presentó amigable.

—Valentina —acepté sonriente.

—¿En qué carrera estás?

—Economía... ¿y tú? —pregunté y no tuve que esperar mucho cuando escuché que gritó emocionada.

Destinados a encontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora