Estábamos terminando de redactar el trabajo que debíamos enviarle a la profesora de Teoría, yo escribía con agilidad mientras Sofía me dictaba todo el contenido que primero habíamos hecho a mano como borrador lleno de tachones y correcciones.Guardé nuevamente el documento, me mataría si se borraba como uno de esos sucesos desafortunados donde la tecnología nos apuñala por la espalda.
—Listo, ya puse las fuentes de la información que tomamos de los diferentes libros y páginas, ahora solo queda enviárselo al correo.
—Escríbele como posdata: "profe, esperamos la mejor nota como mínimo ante esta masacre de trabajo que dejaste, gracias, bisus" —indicó bromeando y yo reí negando, en ese momento subí mi mirada distraída cuando me encontré con ese par de ojos bonitos color avellana.
La incomodidad me invadió y mi amiga lo notó. —¿Él no te sigue dando clases de francés?
—No, más bien sí pero solo me ayuda con mis tareas y algunos ejercicios, solo por chat, no quiero ser hostigante además sé que él tiene cosas más interesantes que hacer que pasársela enseñándole a una primipara.
Omití el hecho de que había sido bastante cortante en los últimas días sin tener la más mínimas intención de repetir o presenciar otras escena similar como la que viví gracias a su amiguita, la cual me confirmó que definitivamente la gente como él no tiene porque mezclarse con la gente como yo.
Realmente me había sentido ofendida y humillada, sabía que no era la culpa de él en definitiva pero eso no significaba que estaba dispuesta a exponerme a que algo como eso sucediera nuevamente, al menos no sin reaccionar impulsivamente arrancándole las extensiones a alguna de ellas.
Sus cejas se alzaron y sonrió mirando al fondo, donde suponía seguía aunque no era como si quisiera comprobarlo. —¿Ah sí? ¿Entonces por qué viene hacia aquí?
Abrí mis ojos de tal forma que sentí que se saldrían de su lugar.
—¿Qué? ¿En serio?
Me vi tentada a esconderme debajo de la mesa pero luego consideré lo estúpida que me vería.
Ella se ahogó en carcajadas mirándome con burla. —Es broma, solo te estaba molestando, menos mal no te gusta, imagínate donde de verdad sintieras algo por él, hubieses saltado por la ventana.
La fulminé con la mirada y recogí mis cosas tomando de paso su portátil en mis manos saliendo por entre las grandes estanterías y pasillos llenos de libros, ella me seguía corriendo llevando su maleta a rastras por el suelo mientras se terminaba de acomodar.
—No te pongas brava, solo era una bromita para armonizar este inicio de semana.
Estaba por explicarle lo poco o nada de gracia que me causaban ese tipo de bromas cuando me tropecé con alguien por ir mirándole la cara de boba. El golpe me hizo soltar el computador de mis manos pero por suerte mis reflejos eran buenos así que lo volví a agarrar en el aire poniéndolo a salvo contra mi pecho, se me había bajado el corazón a los pies como dice mi abuela.
Cuando volví mi mirada hacia la persona frente a mi, quién por cierto tenía sus manos en mi cintura sosteniéndome, reconocí su varonil rostro.
Esto no podía ser verdad.
¿Por qué a mi? Cuanto más trataba de evitarlo a la vida no le bastaba con cruzarlo todo el tiempo en mi camino, también quería hacerlo chocar contra mi.
—Lo siento, ¿estás bien?
Por alguna razón no veía un genuino arrepentimiento o tal vez eran los nervios que no me permitían enfocarme en su rostro por más de dos segundos.
ESTÁS LEYENDO
Destinados a encontrarse
RomanceDos personas diferentes, dos realidades tan opuestas, se cruzan por cosas del destino, como dirían algunos, o tal vez solo sea una mera casualidad esa que los hizo coincidir, quién lo sabe. A veces las cosas suceden, sin mayor explicación, cu...