23. Una y otra vez

950 97 8
                                    









Mordí la piel de su hombro ligeramente sonriendo, me hizo girar cayendo de espaldas quedando sobre mi, despejé su rostro de los cabellos que caían a los costados acariciando con mis pulgares la parte de atrás de sus orejas.

Me dio una amplia sonrisa recargando su mentón contra mi pecho, lamió sus labios divertida. —¿Te vas a rendir?

Negué convencido.

—Falta la tercera ronda, tres de tres.

—Y yo ya gané dos —enfatizó en mis pocas posibilidades.

—Estoy seguro que ganaré en este tercer round.

Enarcó una ceja, —¿Por qué tan confiado?

—Digamos que tengo un as bajo la manga.

Me miraba intrigada, subió lentamente rozando sus senos contra mi piel que era tan sensible ante su contacto, sabía que quería provocarme y hacerme perder pero no lo lograría, se detuvo cuando sus labios quedaron cerca a los míos. —Quiero ver que lo intentes.

Mordí su labio con fuerza haciéndola gemir, su espalda estaba destapada fuera de las sábanas que no la alcanzaban a cubrir, jugué con mis dedos por esa zona gozando al verla estremecerse. 

—Tienes que intentar algo mejor que eso porque no conseguirás con caricias hacer que me venga antes que tú entonces perderás —advirtió orgullosa.

Y ese era el reto, hacer que se viniera antes de que yo lo hiciera, se sentía muy victoriosa al haber ganado por unos segundos de diferencia en los que realmente ni tenía la certeza si había llegado después o al mismo tiempo.

—Ya tengo una estrategia planeada, no te preocupes —le informé dando la vuelta aprisionándola bajo mi cuerpo.

—No puedes hacer trampa, solo puedes usar tu propio cuerpo, nada de ayudas externas.

Sonreí con malicia, aún ni se imaginaba lo que estaba por hacer.

Besé su boca con intensidad, se restregaba contra mi cuerpo queriendo hacerme enloquecer, bajé por su cuello jugando con mi lengua sobre su suave piel, pasé por sus pezones erectos que me estaban dando la señal de que estaba haciendo todo bien, por más que su mente intentará sacar todo su autocontrol a flote su cuerpo cedía ante el deseo.

Repase su ombligo desviándome hacia el hueso de su cadera que mordí suave provocando que diera un pequeño brinco de sorpresa, cuando rocé mi nariz y mi boca entre sus piernas se irguió agitada y ruborizada.

—¿Qué vas a hacer?

Mojé mi labio inferior, —Darte uno de los mejores orgasmos de tu vida.

—Pe-pero, esto no se vale.

—Sí que vale, esto entra dentro del concepto de tener sexo y usaré una parte de mi cuerpo, sigo las reglas así que solo acuéstate y disfruta.

—Claramente me voy a venir primero que tú, es trampa —objetó nerviosa sin mucha decisión.

Jalé sus pies tomándola por los tobillos haciéndola caer hacia atrás, me acomodé entre sus piernas que se movían cada que bajaba besando desde su rodilla hasta el interior de su muslo. —Debiste haber pensado mejor las reglas poniendo el sexo oral como una de las restricciones... —respiré con fuerza contra su piel, se movió como si un escalofrío estuviese atravesándola, —pero no lo hiciste.

Pase mi lengua despacio, noté como arrugaba las sábanas entre sus manos mientras mordía su labio ahogando los gemidos que se querían escapar de su boca, seguí moviendo mi lengua hábilmente, explorándola, cuánto más subía la intensidad sus piernas más temblaban a mis lados, verla retorciéndose de placer me proporcionaba una mezcla de sensaciones abrumadoras. Escuchaba sus jadeos cada vez más sonoros, sus músculos se tensaban, su espalda se arqueaba y seguí saboreándola solo hasta que me asegure que había acabado de correrse por completo.

Destinados a encontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora