XIV

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Habían llamado a los principales comandantes de las tropas a reunirse delante de los más altos líderes, "Los Soberanos", ancianos que creían saberlo todo, con un poder inmenso, antes de la guerra este alto consejo se confirmaba por trece Soberanos, ahora solo quedan cinco, los otros murieron a manos de mi hermano. Lu si me hicieras caso una sola vez en tu inmortalidad, no estaríamos en este aprieto; tú por lo complot las normas establecidas y yo por cubrirte.

-Angel Gabriel. La tranquila voz de uno de los Soberanos me hizo levantar de mi lugar.

Su provisión era en lo alto, se formaban en felcha, se comunicaban por telepatía, de ese modo nadie escuchaba sus quejas, el único que hablaba era el que se encontraba al frente.

-Mi Soberano. Mencione mientras colocaba mi puño en mi pecho.

-Lucifer se a manifestado en más de una ocasión en tierra mundana. Sentía todas las miradas sobre mi, si no fuera porque me he enfrentado a peores cosas, estaría temblando de miedo.

-En acuerdo Mi Soberano. Mantenía posicion militar delante de ellos, mis alas estaban semi-extendidas, para que ellos notarán con quién hablaban, puesto que para ellos todos, mundanos, subterráneos y angeles eran iguales.

Eso era insultante, por no decir más, puesto que nadie en este mundo era igual a otro, claro que eso, era algo que no se podía discutir con ellos. Cada día en este paraíso miro lo que mi hermano Lu miraba, solo a unos ancianos temerosos del cambio, que creen que son más que lo los que los rodean... ¡Maldición! ya empiezo a pensar como Lucifer, eso es detestable.

Los Soberanos estaban cayados, probablemente pensando en una solución, intentaba mantener mi vista en ellos, pero me era imposible, puesto que a unos diez metros de mi estaba él, mi amado Amenadiel, tan pulcro como siempre, elegante y bellos rasgos angelicales; pero, ¿que estoy diciendo?, Amenadiel es un ángel, uno de los mejores guerreros de las tropas, no por nada fue ascendido de soldado a Sargento, algo que muy pocos alcanzan, más a tan corta edad en batalla. Sus hermosos ojos me están mirando, pero es más en preocupación y advertencia, ¿Porque?, A si estaba hablando con los Soberanos... ¡MIERDA! Los Soberanos. Volteó rápidamente a ellos, los cuales me miran un tanto enfadados.

-Mis Soberanos. Bajo la mirada apenado.

-Espero que cumpla con el encomendado. Me sobresalto ante eso, me habían pedido algo, pero no había escuchado, preocupado mire de reojo a Amenadiel quien movió sus labios explicándome un poco lo pedido.

-Duculpeme Mi Soberano, pero un ataque tan frontal a Lucifer no es una opción. Me inclino al pronunciar estas palabras.

-Entonces, ¿que sugiere Ángel Gabriel?. Trago grueso ante esa pregunta.

-Una vigilancia. Me levanto y los miró.

Sentía tantas miradas sobre mi, era pesado, no importaba cuántos milenios pasarán, siempre sería incómodo para mí las miradas, esperando de mi más de lo que estaba seguro podía dar. Lucifer me compraría por pensar así, para el siempre fui alguien capaz, con mucha fuerza y valentía, no tanta como él, pero si la suficiente para sobrevivir en la guerra contra él.

-Entonces, que así sea. El Soberano entrelaza sus dedos. -Esta acargo de esta tarea Ángel Gabriel. Todos Los Soberanos bajan la cabeza dando indicación del final de la reunión.

-Hare lo que esté ante mis manos Mi Soberano. Doy media vuelta y slago de la habitación conteniendo el aliento. -Pero que incomodidad. Murmuró mientras la spuertas doradas se cierran.

Suelto un suspiro y comienzo a caminar, Lucifer causaba tantos problemas últimamente, yo entendía que solo lo hacía por amor, pero el tenía que entender que las reglas estaban hechas para respetarse, nadie debía de romperlas, por más alto rango que tuviera. Caminé un poco más y mire a Amenadiel escabullirse entre los pasillos.

-Amenadiel. Lo llame acercándome, pude notar como se tensa a un poco.

-Dijame Coronel. Dice bajando la cabeza.

-Queria agradecerte que me dijeras la informacion de los Soberanos. Le sonrió esperando que el también lo haga.

-No tiene que agradecer Coronel. Levanta la mirada y me mira con odio.

Esa mirada es como un puñal, sé que me lo merezco, sin embargo eso no evita el dolor cunado me mira.

-Siga con su camino Sargento. Inclinó un poco la cabeza  y me doy la vuelta para seguir caminando.

Quería llorar, pero no lo haría delante de él, no demostradora que cada una de sus miradas me rompía, que solo el podía causar dolor en mi pecho. Tenía que olvidar eso, la mision era lo crucial, no podía distraerme en otras cosas. Respire profundo, mientras creaba un portal delante de mi, sería mejor partir ya y mantener vigilado a Lucifer. Aún no estaba seguro de si decir todo a los Soberanos, después de todo el era mi hermano, no importaba cuántas veces los otros angeles lo negraran, Lucifer seguía teniendo la misma sangre que nosotros.

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Hola mis queridos lectores, es todo un gusto volver a publicar, espero les guste este nuevo capítulo... Nos leemos pronto <3

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora