XIII

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Alexander, Jofil, ¿cuál de esos dos nombres era el suyo?, aunque ya no era quedó ángel que alguna vez lucho para brindar a los humanos la paz, aún sentía que ese nombre solo le pertenecía a él, sin embargo Alexander era el nombre que sus padres le habían puesto al llegar al mundo como un neflim. ¿Neflim?, ¿no les había bastado con romper su amor?, ¿Aún querían que lucharán por ellos?. Se mordió el labio furioso al pensar en eso, al parecer los Ángeles y los ancianos de la clave eran idénticos, no soportaban la unión de dos personas del mismo sexo. También odiaban que dos parabatais se amaran, a pesar de que este lazo casi era como el amor, puesto que el otro era la mejor parte del otro, recordaba los castigos que se les proporcionaban a los que querían estar juntos como pareja, hace años eso ya no pasaba, pero esos castigos seguían plasmados en su memoria, tanto como las caricias de Lucifer en aquella cueva.

-Ay Raziel, ¿Porque no me hiciste volver como un pájaro? o un perro. Se encogió de hombros al pensar en eso.

-Alec. Alguien toco a la puerta, por la voz podría decir que era Izzy su hermana, si eso era algo bueno sobre haber renacido en esa forma.

-Papa hermana. Se levantó de la mesa y comenzó a acomodar los platos de su desayuno de vuelta en la bandeja.

-Alec, me tenías muy preocupada. Apenas entrando Izzy se abalanzó a abrazarlo. -Apenas desperte Simón me lo contó todo. Se separó un poco para mirar a su hermano a los ojos.

-Estoy bien Izzy. Le tomo con cuidado del rostro y le planto un beso sube en la frente. -A mí me alegra que a ti no te haya pasado nada malo. Esta vez es Alec quien abraza a su hermana.

-Tranquilo, solo fueron algunos golpes, Magnus nos ayudó a sanar más rápido. Alec sonrió ante eso, pero si su hermana había ido directamente con el era porque no le habían contado todo lo que había pasado antes de ser herido.

-Bien, yo tenía en mente entrenar un poco. Le sonríe mientras toma la bandeja. -Tu irás con Simón, ¿cierto?. Le hizo una seña a Izzy con la cabeza para salir de la habitación.

-Pues el pobre estaba muy preocupado cuando desperte, así que lo más probable es que me quedé aqui. Cerró la puerta luego de que ambos se encontrarán fuera. -Tu también deberías descansar. Se acercó rápido a su lado.

-No necesito descansar, lo que necesito es mover un poco los músculos, siento que dormí por milenios. Mueve los hombros para hacer énfasis.

-Jaja. Bajan las escaleras de manera rápida, para continuar su camino a la cocina.

-Convence a Simón. Alec se detiene y mira a su hermana. -Deves de salir con él para celebrar que nada malo paso. Izzy solo asiente.

-Lo intentaré. Le da un último abrazo a su hermano y un beso en la mejilla, para luego salir corriendo a la biblioteca, donde es seguro encontrar a su vampiro diurno.

Mientras Izzy se marcha casi saltando, Alec sonríe al ver a su hermanita feliz y en buenas manos que la cuiden, tenía que admitir que al principio creyó que Simón no sería muy adecuado para su hermana, pero conforme pasaban los días eso iba cambiando, puesto que el vampiro mostraba cada día el amor por la Ligthwood y todo lo que era capaz de hacer con tal de defenderla. Entro a la cocina perdido en esos pensamientos sin darse cuenta que su madre estaba lavando algunos trastes.

-Alexander. El repentino abrazo y la humedad en su espalda hicieron que Alec abriera sus ojos en sorpresa.

-Madre. Al separarse su corazón se oprimio puesto que podía notar que Marsey había llorado un para de horas, por no decir toda la noche.

-Me alegro tanto que estés bien. Se separó del pelinegro sonriendo.

-Si, estoy bien. Dejó la bandeja en el fregadero. -¿Tú cómo estás madre?. No quería encargar el rostro lloroso de la mujer.

-Mejor de lo que se puede. Tener a su hijo delante de ella, era un gran alivio que la recorría, más después de haber pasado la noche en vela, analizando cada objeto de aquella caja.

Aún no entendía nada de eso, aunque el de los dibujos era su Alexander, las fechas eran demasiado viejas. Eso sólo lograba sacarle más dudas que respuestas y mucho dolor de cabeza. Soltó un suspiro mientras comenzaba a lavar los trastes.

-Estare entrenando. Alec salió de la cocina, sin esperar respuesta de su madre.

-Alexander. Marsey salió de la cocina siguiendo a su hijo.

-¿Que pasa?. Miró a su madre, que rápidamente salto sobre el abrazándolo por los hombros.

-¡Perdóname!, no fui una buena madre, debí cuidarte más, no debí de ser tan estricta contigo mi Alexander. Sentía las lágrimas comenzar a correr por sus mejillas, mojando el hombro de su hijo.

-Esta bien, te perdono. La abrazo respirando el dulce perfume que su madre usaba.

Apesar de los tacones aún era unos centímetros más baja que él eso le causaba un poco de gracias.

-Ven, vayamos a la biblioteca. Le beso los largos cabellos negros y comienzo a caminar hacia dicha habitación.

Ambos tenían mucho de que hablar, preguntas que necesitaban respuestas y solo podían hacerlo en ese momento, ya no podían perder más tiempo en otras cosas. Al entrar se sentaron en uno de los sofás y se miraron en un incómodo silencio, la pelinegra se limpiaba las lagrimas con la mirada baja, mientras Alec estiraba un hilo del borde de su camisa.

-Hijo yo. No podía mirarlo a los ojos, se sentía tan avergonzada.

-Madre, sabes yo te perdono. Le sonrió con cariño, a lo que su madre también sonrió.

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Hola mi gente bonita, los amo mucho, perdonen por no actualizar  pero aquí está, espero les guste... ademas e recibido algunos mensajes de quienes quieren que  continue con ambas historias, así que por  ustedes lo intentaré.... Nos leemos luego <3

                     

El ángel de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora