Pensamientos de una adolescente introvertida. ©

Pensamiento 3

Impotencia.
Rabia.
Tristeza.
Coraje.

Y muchos sentimientos más sentía.

¿Por qué no puedo ser una adolescente común y corriente?

De esos que pueden salir y divertirse, de los que son despreocupados cuando se debe, que son buenos estudiantes...Normales.

Simplemente no lo entiendo, o tal vez sí.

Tal vez es el hecho de que pertenezca a una religión muy tradicionalista.

Tal vez porque los que me rodean son muy mayores o sobre protectores.

Tal vez porque la mentalidad de mis padres se cerró en mil novecientos ochenta y no aceptan nuevos conocimientos, culturas y/o ideas.

Tal vez sea eso. O tal vez no.

Siento impotencia, por no poder vivir mi adolescencia como cualquier otra chica o chico y al ser mayor no pueda decir que la disfruté como querría haberlo hecho.

Siento rabia, por pertenecer a una religión tan bonita en algunos sentidos pero a la vez tan machista en muchos otros.

Siento tristeza, porque sé que no soy ni la primera ni la última persona que está pasando por la misma situación.

Siento coraje, porque no me falta el valor para expresarme y explicarme ante aquellas personas que me criaron y me dieron la vida, pero sé que si lo hago, lo único que lograré será malgastar mi saliva en algo que no tiene solución, que no tiene forma de corregirse, que no tiene retorno.

Esos y muchos sentimientos más.

¿Qué se puede hacer?

Hay algunas personas que se "revelan" en contra de sus padres y dicen lo que siempre se habían guardado ¿Las consecuencias? Que te echen de la casa. O que te casen por obligación. Porque sí, aún hay personas así en este mundo, y la verdad es que sobran, lamentablemente.

Así que, si eres una mujer y tengas la edad que tengas en esta religión, ya sea dieciocho, veinte o veinticinco años, no podrás irte de la casa de tus padres hasta que venga alguien a pedir tu mano y te vayas con el que será tu esposo.

Que injusticia ¿verdad?

Pero esto sólo es una página del libro.