Matrimonio a la Fuerza |Christopher Vélez y tú| ✔ [TERMINADA]

Capítulo 2

—Ya llegamos señorita, yo bajare sus maletas.— asentí y baje, subí las pocas escaleras y abrí la puerta encontrándome con algo inesperado, a alguien que seguí desde que entro a aquel realityshowz dónde sólo cinco personas saldrían victoriosos, alguien que tiene una bella voz y un hermoso físico. 

—¿C-Christopher?.— susurré para mi misma, estaba estática no podía moverme sólo observe a mi familia elegante, mi hermano mayor, mi hermana mayor, mi prima que esta de visita, mi padre y mi madre.

Nunca pensé que fueran estos Veléz, pensé otra familia. Nunca pensé tener a mi ídolo frente a mí, ya hasta tenía los boletos del concierto en New York.

—¡Hija mía viniste!.— exclamó mi mamá caminado hacia mí y en volviéndome en sus delgados brazos.—Ven preséntate
.

Caminamos hasta dónde se encontraban ellos, todos tomaron asiento yo sólo observaba a Chris de reojo, me moría cuando el me miraba, dos días de fama y ya eran la bomba de todo el continente.

—Y-Yo s-soy _____ Roberts, tengo 19 años, soy la modelo principal de la revista de mi madre etcétera.— dije nerviosa.

—Bueno, cómo decía ella es Lucía ella es la mano derecha de José mi esposo y él dueño de nustras empresas y él es mi hijo también modelo principal de mi revista.— dijo mi madre emocionada.

—Oh vaya, supongo que me toca presentar mi familia.— se levantó Jenny.—Él es mi hijo Christopher, mi otro hijo no pudo venir le toco ir a Europa por las empresas, y bueno Leonardo.— señalo a cada uno.

—Bueno es hora.— dijo mi padre.—Christopher, _____ siéntense ahí. — señalo el sofá frente a ellos.

—¿Qué es lo qué esta pasando? ¿Papá, mamá?.— pregunté.

—Ustedes...bien empezaré desde el principio.— suspiro mi madre.—El abuelo de Christopher , _____ era un hombre muy reconocido a nivel mundial como tu abuelo. Él le pidió ayuda a los Roberts cuando sus empresas necesitaban un empujón, tu abuelo les ayudo pero con una condición.

—¿Una condición?.— pregunté.

—Sí, _____ una condición.— afirmó Jenny.—Esa condición se tendría que cumplir hasta cuando tu tuvieras 19 años y ya los tienes, y hasta que Chris tuviera 20.

—Vayan al grano ¿si?.— pidió Chris.

—No. Bueno tu mi pequeña eras la menor de todas sus cuatro nietas, y tu eras la elegida. Apenas eran unos bebés cuando todo ocurrió.

—Ustedes hijos, están comprometidos se casaran antes que Chris vuelva a New York.

Esas palabras derrumbaron mi mundo, bien podría ser mi ídolo y toda la cosa pero ¿casarme? ¿A esta edad? Quiero vivir la vida, pero todo eso se derrumbo. Chris se puso de pie y salió al patio yo me quede estática.

—Hija sorry.— dijo mi madre, ella me ama a su manera pero no pudo hacer nada para detener a mi abuelo, mis lagrimas empezaron a salir.

Me puse de pie y salí al patio no vi por ningún lado a Chris, quite mis zapatos y camine hasta la piscina metí mis pies en ellos mientras las lagrimas salían miré el cielo, si tan sólo mi abuela estuviera lo hubiera detenido. Sólo la llegue a conocer hasta que murió yo tenía 6 años, recuerdo cuando quizo detener a su hija, mi madre, para que  no me enviara al campamento culinario dónde a fuerza aprendí a cocinar.

Sentí una mano en mi hombro, gire a ver y miré sus ojos cafés y sus labios haciendo una sonrisa de lado.

—Arruinaron tu vida.— le dije secando mis lagrimas.

—Sabes que no, sólo fue una noticia un poco mala.— se sentó a mi lado y metió sus pies en la piscina.

—Son unos egoístas— dije mirando la luna.

—Tal vez, pero son nuestros padres. — dijo aventandome un poco de agua en la cara.

Sonreí. Le tire un poco. Los dos reímos.

—Tienes razón.— nos miramos, él me miraba curioso y yo igual.

—¡Christopher vamonos!.— se escuchó, él me sonrió y se fue.

Me metí a mi casa no dije nada y subí a mi habitación, mañana tendría que ir a la universidad que más bien es como un colegio con uniforme. Me puse la pijama y me senté en mi cama.

—¿Puedo pasar?. — entrá mi prima Carla.

—Ya estás adentro.— rodó los ojos.

—Descansa, mañana pasare por ti para irnos juntas, adiós.— me abrazo y se fue, me acosté a dormir.

A la mañana siguiente me levanté, me dirigí a mi baño e hice mis cosas, me duche y salí envuelta en una toalla busque mi uniforme, camisa blanca y falda azul negra cuatro dedos antes de la rodilla mis calcetas y zapatos bajos negros, solté mi cabello y lo cepille y me puse una diadema color amarilla me maquille natural y me rocíe perfume.

Baje hasta la planta baja de la mansión y se encontraba mi familia desayunando, me acerque a ellos y los salude con un beso en la mejilla a cada uno.

—Mamá ¿cuando será la boda de ____?.— pregunta Lucía con una media sonrisa.

—Dentro de unas semanas, hoy vendrá Jenny para ponernos de acuerdo.— dijo mi madre tomando mi mano.

*Ding Dong* se escuchó.

—Debe ser Carla, adiós familia.— tomé mi mochila y bese la mejilla de mamá y papá tomé una manzana y salí de casa.

—Buen día prima.— me saluda Carla con un beso en la mejilla.

—¿Está muy mal el cielo? ¿Crees que llueva? Es raro en Miami.— digo caminado y mirando el cielo.

Ella tomá mi mano y sonríe.

—Me encantan tus uñas largas con esa manicura francesa.— me sonríe.

—Lo sé; me quedan divinas.— digo egocéntrica y las dos reímos, claramente bromeando.

—Ya quiero ver tu anillo.— dice pero yo desvió la mirada—. Oye, no te pongas así, cualquier chica fan de Chris quisiera estar en tu lugar. Hasta yo.

—Lo sé, pero es que no quiero casarme a tan temprana edad.

—Tengo en claro que tienes 19 y pareces de 16 con tu cuerpo y tu rostro, pero ya estas vieja ¿no crees?.

Le doy un codazo y ella ríe.

(...)

Me despido de Carla, ella tendría que irse urgente a su casa ya que mi otra prima esta en trabajo de parto. Está lloviendo ¡genial! No traje paraguas ni nada por el estilo.

Resignada empiezo a caminar hacía mi casa, estoy empapada, toda mojada he de parecer un monstruo, un audi negro se posa frente a mí la ventana se abre y deja ver sus ojos cafés, tez pálida.

—¿_____ sabes que te puedes enfermar? Y no quiero una esposa enferma.— guiñó su ojo.—Anda entra.

—No quiero ensuciar tu auto. — susurre pero él me alcanzo a escuchar.

—Oh vamos no te preocupes, sube.— sonrió, asentí y entre de copiloto. Pronto todo se volvió oscuro. 

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