La chica de mis sueños

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La chica de mis sueños

Mis sueños siempre fueron intensos, siempre tuve una perspectiva demasiado fuerte.

Muchas veces mis sueños se cumplen y la escuela, las aburridas tareas…cada día me importan menos y me alejan de MI realidad.

Hasta que la vi, no soy él tipo sexy y popular que podamos decir, tampoco soy romántico o apasionado, ni nerd o muy inteligente, tampoco atlético.

Pero cuando la vi, tenía ganas de vomitar….no me malinterpreten, me refiero al hecho del que nunca me sentí de esa manera.

Soy delgado, no tengo tanta masa muscular que digamos, soy alto, blanco y mis ojos son de color plomo claro pero sin brillo, al menos sin brillo para mí como una pieza de metal barata. Nada especial o de otro mundo….pero en ese momento no me importaba, tenía que hablar con ella, así que me aguante las ganas de vomitar, di un suspiro y me acerque a ella.

Tenía un hermoso cabello castaño claro cayendo por su espalda, unos ojos de un verde esmeralda que derretirían un helado. Me quede ahí, parado como un imbécil esperando a tener alguna idea o algo que decirle, pero demonios mi cerebro estaba cargando….o al menos así lo sentí.

Me iba a hacer en los pantalones, así que pasé al plan B…..’’Retirada’’, me encaminé a la salida para marcharme.

Y de pronto sentí una mano en mi hombro.

-Hola….Adam, ¿cierto?- me dijo con una sonrisa perfecta. Y yo solo pensaba, ‘’Dios, sabe mi nombre’’, mierda… ¿qué me pasa?, tranquilo Adam, solo es la chica más linda del mundo, sin presiones, aj eso no me ayuda.

-Hola Jennifer- dije con una sonrisa que espero haya sido decente.

Sonrió, se dio la vuelta y se fue.

Me quede ahí parado mirando como ella se alejaba…..tenía un rostro angelical. Pero la desgraciada me dejó con las palabras en la boca, y por alguna razón me gustaba.

Solo iba a clases para mirarla, podría estar parado por horas solo observándola mientras jugaba con sus manos, cada día le hablaba más, claro que lentamente aunque tanta lentitud me desesperaba y hacia que tenga los pelos de punta. Ya que nuestras conversaciones no pasaban de ser un casual cambio de oraciones.

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