Una nueva amiga

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Fuimos a mi casa ya que estábamos más cerca y probablemente Dostin está en un motel con Tifanie.

Entramos todo estaba en silencio, nos sentamos en el sofá y suspiramos.

Me miró y sonrió- Estas lleno de sangre.

Le di una sonrisa nerviosa.

-Pero aún así te ves sexy.

Reí- gracias.

-¿Adam?- oí la voz de mi hermano viniendo de la oscuridad.

-Will- suspiré- deberías estar durmiendo.

-¿Qué… qué te paso? ¿Por qué estás lleno de sangre? ¿Estás bien?

-Estoy bien- le sonreí calmándolo.

-¿Es tú hermano?- me susurró Fernanda.

-Sí, se llama Will- respondí.

-Tú hermano es muy valiente Will- dijo sonriendo.

Will la miró, casi se le cae la mandíbula, casi me rio en su cara.

-Ho… hola- dijo medio tímido.

-Me llamo Fernanda, es un placer- le guiñó un ojo. Sip, Fernanda me agrada.

Will la miró de pies a cabeza, no me sorprende una chica como Fernanda no pasa inadvertida. Ya que tiene un cuerpazo, hermoso cabello y ojos realmente interesantes.

Fernanda se paró y vio la hora- debería irme, es algo tarde.

-Quédate, es peligroso que te vayas a esta hora.

-Si no te diste cuenta, sé cuidarme sola.

Reí- insisto.

-Dudo que tengan otra habitación disponible.

Está el cuarto de Dostin, pero apuesto que está sucio y lleno de posters de chicas desnudas, la habitación de mis padres está cerrada bajo llave, en el estudio no hay cama y no dejaré que duerma con mi hermano.

-Puedes quedarte en mi habitación.

Ella negó con la cabeza- no quiero causar molestias- de paso es considerada, sip ella me agrada.

-No es ningún problema, duerme en mi habitación, si te incomodo vendré al sofá o me voy con mi hermano- le guiñé un ojo.

Ella me sonrió- gracias.

Me paré y la escolté a mi habitación dejando a mi hermano parado y con la boca abierta.

-Suertudo- se quejó en un susurró.

Fernanda rió tiernamente.

Fuimos a mi habitación y la miré parada y pensativa, saqué una camisa limpia y se la extendí.

Me miro con confusión.

-Dudo que quieras arruinar tan bello vestido, ponte esto te quedara como camisón ya que eres delgada.

Dudó por un momento- gracias- dijo y agarró la camisa.

Sonreí, me quite la camisa y los pantalones, me puse unos pantalones de chándal y una camiseta de algodón.

Ella me miró cautelosamente y se fue al baño a cambiar. Sonreí.

Pocos minutos después ella salió solo con mi camisa puesta, le quedaba muy grande, se veía muy dulce, no pude evitar sonreír.

-Ven- dijo sonriendo cautelosamente.

-¿Qué?- dije levantando una ceja.

-Que vegas- hizo una seña con la mano.

Le miré confundido.

Ella puso los ojos en blanco y se acercó, cogió mi antebrazo y me llevo al baño.

-¿Qué haces?- pregunté curioso.

-Siéntate- dijo sonriendo u apuntando una silla en el baño.

La mire curioso y me senté- ¿qué harás?

-Estás lleno de sangre y heridas, voy a curarte.

Entendimiento lleno mi rostro y sonreí, me alegra no ser un pervertido, al parecer ella lo notó y me sonrió, al parecer estuvo viendo en los cajones del baño justo bajo el lavabo. Sacó algodón, alcohol, vendas, curitas, entre otras cosas. Recuerdo que mi madre puso todo eso ahí antes de su viaje.

Ella tomó una toalla y la empapo con agua tibia, luego empezó a quitarme sangre de la cara, me sentí como un niño.

-No tienes que hacerlo…

-Quiero hacerlo- dijo sonriéndome- quédate quieto.

Reí- si señora.

Ella arrugó la nariz y con el agua tibia terminó de quitarme la sangre.

-Adam, esto te va a doler un poco.

Genial, lo que me faltaba, le sonreí algo nervioso y asentí.

Ella me puso el alcohol en las heridas, puta que eso me dolió. Hice una mueca de dolor por el ardor.

-Listo- dijo volviendo a frotarme con agua caliente, finalmente me puso algunas curitas y venda pequeña.

Ni bien acabó sonreí aliviado.

-No fue tan malo ¿cierto?

Sonreí- Gracias Fernanda, debo verme como un monstruo.

-Te ves como un lindo monstruo- rió tiernamente.

Sonreí y me paré, le vi esos bellos ojos azules mezclados con gris, me quedé en silencio, solo mirándola con mi camisa, delgada se veía indefensa aunque bien sé que no lo es.

-Vamos a descansar- le dije con voz suave- ¿Quieres que duerma contigo o me vaya al sofá?- dije con voz tranquila y mirándola tiernamente como diciéndole “no me dejarías en el duro y frío sofá, ¿verdad?”

Ella sonrió- ¿Tanto así quieres dormir conmigo?

Puse la mejor cara de inocencia que pude, y ella se echó a reír.

Me recosté en mi cama y ella lo hizo a mi lado.

Charlamos por lo que podrían ser horas, es muy graciosa y me encanta como me responde, técnicamente me calla, pero con dulce gracia aunque a veces sea algo grosera, finalmente nos quedamos dormidos.

La chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora