Lo siento

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Me encogí de hombros y seguí bebiendo mi malteada, ella es bonita, okay es muy sexy pero no es para mí, quiero a alguien que no solo sea físico, realmente eso no me importaba, el amor es para idiotas, y al parecer soy un idiota.

Soy perfectamente consciente de que Jennifer no entrara por esa puerta a abrazarme. Ugh.

Brad acabó su malteada como el tragón que es, se despidió y fue a hablar con una de sus amigas.

Genial, el bastardo me dejo solo.

Fui a mi auto y vi a Deby sentada en el patio, bueno supongo que le debo una disculpa pero aj está bien conciencia, tú ganas por esta vez. Me acerque a ella.

-Hola, lamento lo de la cafetería. Dije sacándole la lengua a mi conciencia mentalmente.

Ella volteó y sonrió.

-No importa- dijo al parecer herida, creo que está fingiendo y trata de verme la cara de estúpido. Bajó la mirada y cruzó los brazos.

-Bien- dije volteando para marcharme.

-¿Me dejaras sola?- dijo con carita de perrito triste. Mierda, mi debilidad.

Bajo la mirada y suspiró con tristeza. Demonios, obligado por mi conciencia me senté a su lado. Ella se sentó en mis piernas y me abrazó el cuello, como me lo sospechaba, sip ella me vio la cara de imbécil.

-Eres muy lindo Adam, tus ojos son especiales, nunca vi ojos tan hermoso y brillantes- dijo hundiendo su cabeza en mi cuello.

-Aaahh… gracias, ¿no deberías estar tus clases de aritmética?- dije mirando el cuaderno que estaba agarrando, donde estaba escrito su horario.

-Puedo faltar si quieres- me dijo acariciándome el rostro, que horror, me siento vulnerable- podemos ir por un helado o a mi casa.

-No, si pierdes una clase no estarás lista para los exámenes- dije como excusa.

-Por favor, y te perdono por lo de la cafetería- me está sobornando, no, por supuesto que no iré con ella, nunca iría con ella, de ninguna manera.

-¿Dos o tres?- dijo Deby ofreciéndome azúcar para mi café.

-Dos- dije mientras ella se sentaba y me ofrecía dos cubitos de azúcar.

Estábamos en el patio de su casa, era un lugar enorme, miles de rosas se podían observar, en medio del patio, había una gran fuente y la luz entraba perfectamente.

Sé que dije que no vendría pero que les puedo decir, no soy bueno para decir que no, y la desgraciada lo notó y se aprovechó de mi nobleza. Ya que en cada que le mandaba una de mis dulces indirectas ella me arrugaba la nariz y las ignoraba.

Estábamos solo nosotros y la ama de llaves, ya que sus padres viajaron por trabajo y volverían en una semana aproximadamente.

Ella puso el azúcar en mi café y bebió un sorbo de su jugo de naranja.

-Eres muy lindo Adam- dijo abriendo bien los ojos, sonreí algo incómodo y bebí algo de mi café.

Dejé la taza en la mesa, ella la jaló el mantel y el café caliente se derramó en mi camisa, mierda esto arde, me paré súper rápido para que este no me ensuciara el pantalón.

-En serio lo siento- dijo agarrando una servilleta y dándomela.

-Aaahh… mejor voy a mi casa a cambiarme- dije aliviado porque moría de ganas por irme de ahí.

Además el café estaba quemando mi piel.

-Déjame ayudarte- me dijo mientras desabotonaba mi camisa.

-¿Pero qué? ¿Qué haces?- dije dando un par de pasos hacia atrás.

-Si te quedas así te quemaras, y luego te enfermaras por estar mojado y no podre con eso en mi conciencia- dijo acercándose de nuevo y terminando de desabotonarme la camisa, hay Dios, me siento hurgado.

-¿Qué?, Deby estoy bien- me dije alejándome.

La desgraciada me ignoró y me quito la camisa, genial, estoy semidesnudo con una acosadora de primera.

-Vaya, tienes músculos- dijo estirando la mano para tocarme los abdominales. Mierda. Mierda. Mierda.

-Aaahh… yo, yo…- e hice lo más masculino que se me ocurrió- aaahh, ¿Me prestas tu baño?- ¿Qué? ¿Creían que me la iba a enfrentar?, bueno, tal vez esa hubiera sido una buena idea.

-Aaahh… está bien, está al fondo del pasillo a la derecha.

Me fui técnicamente corriendo, entré al baño y cerré la puerta. Me lavé la cara y vi mi pálido rostro en el espejo, tomé aire y me arme de valor para salir, me arreglé el pinche cabello desordenado y abrí la puerta.

Deby estaba en otra habitación poniendo mi camisa en la lavadora, me vio y se me acercó.

-Listo, tu camisa estará seca y limpia en unos minutos- dijo sonriéndome

No quiero estar aquí, apuesto que Brad se reiría en mi cara.

-Gracias- dije con una sonrisa incomoda.

Ella caminó un poco, luego se tambaleó y casi cae al piso pero se sujeto de la puerta.

-¿Estás bien?- dije extrañado y acercándome.

-No, el cuarto me da vueltas- dijo haciendo una mueca de dolor.

-¿Cómo puedo ayudar?

-Cárgame y llévame a mi habitación, es al fondo del pasillo del segundo piso, por favor- dijo casi cayendo al suelo.

Me acerqué a ella y la tomé en mis brazos.

-Está bien- dije para calmarla, mierda lo que me faltaba, que se ponga mal. Sip, tengo muy mala suerte.

La lleve donde me indicó, abrí la puerta y vi su habitación, una enorme explosión de color rosa entre tonos grises y blancos, miles de fotos de ella y de las huecas de sus amigas, la puse en su cama y retrocedí para marcharme.

La chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora