No puedo evitarlo

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-¿Adam?- escuché la voz de mi primo.

-Hola Finn- dije botando mi mochila y yendo a la cocina.

-¿Qué le pasó a tu camisa? ¿Te la prestó un elefante?- dijo entre risas.

-Ja ja muy gracioso- dije poniendo los ojos en blanco y sacando jugo de naranja.

El se paró y se me acercó mirándome raro, como analizándome.

-Mmm… estás despeinado, alterado y tienes marcas de labial en el cuello, y apestas a mujer mmm… es caro, la chica debe ser sexy… ¿estabas en la cama con alguien, cierto?- dijo el desgraciado, es un especialista en esas cosas.

No sabía que decirle, porque todo era verdad.

-Las marcas de labial son muestras que una chica me tiro encima y por lo tanto me manchó y por eso también apesto a mujer, y como mi camisa estaba llena de brillitos rosas me saque y esto fue lo único que conseguí- dije bebiendo mi jugo.

El dudó por un momento.

-Mmm… está bien- sacó la lengua.

Sonreí aliviado y me encaminé a mi habitación saqué mi libro de historia y como todo buen estudiante lo boté a un lado y me puse a escuchar música.

Agarre el resto de mis cuadernos y los fui poniendo en la mesa, saqué el cuaderno donde estaba dibujando a Jennifer, no pude evitar sonreír. Debo concentrarme en cómo es su rostro.

Me quite la enorme camisa, limpie el labial y me recosté en mi cama.

Era un día lluvioso y yo estaba sentado en la ventana del aula viendo el agua caer y empapar todo.

Era muy temprano, pues todo estaba vacío, hacia un frio que dios aun con mi chaqueta de cuero, y mi suéter estaba temblando.

-¿Hay alguien aquí?- oí una dulce e inocente voz en el pasillo.

-¡No! No hay nadie, estás sola- grite desde el aula.

Podía escuchar su sonrisa, ella entró en el aula, estaba con jeans ajustados con un suéter verde y estaba completamente empapada.

-¿qué te pasó?- dije parándome y yendo hacia ella.

-La lluvia me agarró- dijo temblando. Me quité la chaqueta y se la puse.

-Ten, ponte esto- le dije rodeándola con ella.

-Gracias- sonrió, me estoy muriendo de frio, pero me derrito por dentro.

-De nada- dije volviendo a la ventana, ella se sentó en mi lado y se apoyó en mi hombro.

-¿Qué tal tu día?- dije sonriéndole al sentir su delicioso aroma.

-Una mierda- dijo con una voz dulce.

-Que tierna, y opino lo mismo- dije sonriéndole.

-Hablo en serio- hizo una mueca de dolor y se mordió el labio- mi hermano tuvo  un accidente y lo extraño demasiado- mi sonrisa se esfumo.

-Lo siento… yo no…

-Tranquilo- dijo interrumpiéndome- está bien.

La abracé más fuerte.

-Todo estará bien- dije acariciándole el rostro, y mis ojos cayeron en sus labios.

-Gracias.

Charlamos por un buen rato, reímos demasiado, me sentía muy a gusto con ella.

Me limite a mirarla, sus bellos ojos, moriría por saber que piensa. Ella se inclino un poco hacia mí, sonreí.

Luego de eso no dude en besarla, me incliné y puse mis labios con los de ella.

Me desesperé esperando su reacción, rogando que me devolviera el beso. Sentí el frio en mi espalda pero continué besándola y la tomé por la cintura, mientras ella me abrazaba el cuello y, Dios, ella me devolvió el beso.

El frio se hizo más intenso aturdiendo mis sentidos, lo cual hizo que abriera los ojos osea desperté, me vi en el piso al lado de mi cama.

Lo cual explica porque moría de frio, demonios el frio me despertó.

La chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora