Resurgir

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Recomendación Musical: "Conqueror of Hearts" – Efisio Cross

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Al igual que cuando puso la alarma, tuvo el mismo pensamiento cuando ésta sonó. Y no fue porque despertó con eso, sino que no logró conciliar el sueño en toda la madrugada. Estaba tan emocionada, tan sorprendida, tan confundida. Todavía no podía creer que era la realidad y no un sueño: había recuperado la movilidad en sus piernas. Puede que por eso tampoco cerró sus ojos en todas esas horas: tenía miedo que todo aquello fuera un sueño. No obstante, con el paso de la noche y el nacimiento de la mañana, esa idea se evaporó y fue sustituida por escenas que ella realizaría y pláticas que crearía.

No se sentía cansada ni somnolienta, al contrario: estaba lista para correr por todo Tokio (si es que fuera necesario). Apagó su alarma y apartó las sábanas hacia un costado. Estiró sus brazos, se frotó los ojos y, justo cuando estaba lista para levantarse, recordó la idea de que estuviera viviendo en un sueño.

―Oh, no.

Alexandra se despertó gracias a un grito que provino de la habitación de Katomi. El susto fue tanto que cayó de la cama. Se reincorporó en sus pies y, todavía con el antifaz para dormir sobre sus ojos, intentó caminar hacia la puerta. Se quitó la máscara hasta que golpeó su cabeza con el borde del armario. Abrió su puerta, chocó con la de su hermana y, después, logró abrirla.

―¡¿Qué su...?!

La pregunta murió dentro de su garganta al ver a la oji-naranja sentada al pie de la cama, aferrada a las sábanas y con una mirada perdida. Sus labios temblaban, al igual que sus brazos. Cuando giró hacia la rubia, empezó a balbucear, incapaz de formar alguna palabra.

―A-Alex ―habló tras unos segundos―, no..., no siento mis piernas.

La mayor ya esperaba esa declaración. Forzó su mente a recordar lo que había visto la noche anterior. Estaba segura de no haber alucinado: Katomi podía caminar otra vez. Todo ello tan sólo no concordaba. ¿Habría sido una broma del destino hacerle creer que ya no estaba parapléjica? ¿Podría ser que la vida le dio sólo un día para caminar de nuevo? Negó tales preguntas y se centró en lo más importante: el presente.

―Kat ―la apodó y se arrodilló frente a ella―, no puedes tan sólo congelarte. Recuerda que tienes una ceremonia con tu equipo y, si sigues sentada, llegarás tarde.

―P-pero..., mis..., mis piernas...

―¡Arreglaremos eso después de que tomes un baño! ―colocó el brazo de Katomi alrededor de su cuello y la sujeto de la cintura― Ven ―cuando intentó cargarla, se dio cuenta que pesaba más de lo que recordaba, por lo que usó aún más fuerza. Salió de la habitación y se dirigió al baño, con la menor en brazos―. Tomarás una rápida ducha en la bañera ―ordenó mientras entraban en el cuarto y colocaba a la peli-naranja dentro―, te arreglarás y, cuando salgas, te cargaré hasta la camioneta, nos iremos de volada a Tensai y..., tendrás que usar tu silla de ruedas, porque no sé qué les hiciste a tus muletas. ¿Entendido?

―S-sí.

La rubia asintió con la cabeza, salió disparada del cuarto y cerró la puerta detrás de ella. Caminó con pasos fuertes hacia la sala, aún con la cabeza hecha un caos. Empezó a buscar la silla de ruedas, hasta que un ruido en la cocina la distrajo. Ahí dentro, se encontraba Himuro, con un pijama de aviones y unos tubos en el cabello, acomodando el desayuno sobre la barra.

―¿Por qué muchos gritos tan temprano? ―preguntó, claramente aún dormido.

―Todo es un revoltijo, Tatsuya ―respondió, antes de caminar hacia la bodega y sacar la silla―. Escucha, veré la forma de meter esta cosa en la camioneta y les pediré un par de muletas a los vecinos del piso de abajo, ya ves que son ortopedistas. Si Kat termina de bañarse, ¿podrías pasarle su uniforme? Está en su cuarto.

Ave FénixWhere stories live. Discover now