América

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Cuatro personas entraron en el departamento. La dueña dejó que los menores admiraran el lugar mientras cerraba la puerta detrás de ella. El trío observó el lugar con sentimientos encontrados. Mientras los dos varones se miraban mutuamente, buscando algo qué decir, Katomi dejó caer su mochila con un estruendoso ruido y se volteó hacia la mujer.

―Esperaba que tuvieras un completo desorden ―empezó―, un cochinero en tu cocina o algún animal muerto por ahí ―volvió a mirar de reojo el poster que les dio la bienvenida y un notorio rubor cubrió sus mejillas―. ¡Quita eso!

―Ah ―con una expresión rota, se acercó a la gigantesca imagen y empezó a acariciar el pecho de la foto, lo que aumentó el sonrojo de los mejores―, pero es la compañía que tengo cuando estoy sola y necesitada de amor.

―¡No entraré todos los días y la imagen de un hombre semidesnudo será lo primero que vea!

―Entonces ―descolgó el poster del marcado hombre con enormes pectorales y brazos―, no querrás entrar a mi cuarto.

Katomi rodó los ojos y, al mismo tiempo que sus amigos soltaban un par de risillas, pasó a recoger su maleta. Su hermana se adelantó y corrió por el corredor hacia uno de los tres cuartos que el lugar poseía. Le sonrió al par de varones para que se tranquilizaran un poco (pues veía cómo ambos permanecían estáticos, sin saber qué hacer). Siguió el camino de la mujer, quien salió de su habitación con una extraña sonrisa y un par de posters en sus manos, y abrió la puerta. Antes de avanzar hacia la cama, dejó caer la maleta y salió. Recordó que aún no habían acordado cómo se acomodarían.

―¡Muy bien! ―la peli-naranja aplaudió una vez para atraer la atención de las tres personas que yacían en la sala― Alex y yo compartiremos cuarto, así que ustedes pueden elegir la que quieran.

―Para nada, Kati ―el peli-verde respondió y la sonrisa del pelirrojo le ayudó a continuar―: Akashi y yo compartiremos habitación.

―Pero van a estar más in... ¿¡uh!?

Alexandra amplió su sonrisa cuando chocó miradas con los ojos del varón. Akashi devolvió el gesto y también asintió en señal de saludo. Midorima intentó mostrarse amable, de verdad, pero la expresión burlona del mayor le hizo desviar la mirada y cruzarse de brazos. Por su parte, Katomi dibujó una mueca de extrañeza al intentar adivinar la identidad de la persona que mantenía sus ojos ocultos con ayuda de sus manos.

Welcome, love.

―¡Shū-chan!

La peli-naranja apartó las manos de Nijimura con un movimiento gentil pero seguro, y se giró hasta quedar de frente con él. La pareja permaneció unos instantes con sus miradas clavadas, hasta que acercaron sus rostros y compartieron un pequeño pero amoroso beso como saludo. Aquella acción causó que Alexandra y Akashi los vieran con amor, y que Midorima pusiera los ojos en blanco e hiciera una mueca de asco. Ambos se voltearon hacia el trío, el azabache con una pequeña sonrisa.

―Hola a todos ―hizo un enorme esfuerzo por no lanzarle una mirada burlona al chico de anteojos―. Espero que su vuelo haya sido placentero y estoy emocionado por ser su vecino durante toda esta semana. ―miró de reojo al único zurdo, dándole a entender que sus palabras iban para él.

―Es un gusto verte también, Nijimura. ―respondió entre dientes.

―También nos alegra verte ―Akashi intervino antes que una vena explotara en la frente de Midorima―. Es una sorpresa saber que vives en el mismo edificio que Alex.

Ave FénixWhere stories live. Discover now