Capítulo 3 (M+18)

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N/A: Al final el capítulo me ha quedado algo más largo de lo que esperaba y un poco diferente a lo que tenía en mente, espero que os guste igualmente, pero tanto si os gusta como sino, se aceptan reviews :)
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Miraba atentamente aquella fotografía mientras repasaba con el dedo las facciones de su cara. Aquella preciosa sonrisa, aquellos ojos azules, idénticos a los suyos, y su pelo rojizo. Su calabaza. Una sonrisa nostálgica se posó en su rostro mientras una lágrima se le escapaba por el rabillo del ojo justo en el instante en el que su teléfono móvil vibró dentro del bolsillo trasero de su pantalón. Dejó la fotografía encima del piano y contestó la llamada, sin ni siquiera ver de quién se trataba. La voz al otro lado del teléfono hizo que su corazón comenzara a latir más rápido.

-Papá – sonrió al escuchar su dulce voz, melodiosa como siempre, pero algo cambiada a la última vez que la había escuchado.

-Alexis, cariño, ¿cómo estás? - preguntó él, sin importarle las lágrimas que caían ahora libremente por sus mejillas.

-Estoy bien papá – dijo ella, al otro lado del teléfono. Sin embargo su voz sonaba con un deje de tristeza – Te echo de menos.

-Yo a ti también calabaza.

Esa última palabra que él utilizaba para llamar a su hija cariñosamente hizo que Alexis se emocionase y comenzase a llorar al teléfono. Aquello partió un poco más el corazón del escritor.

-Calabaza, pásame a tu madre. Quiero hablar con ella – dijo él, de forma tajante.

-No está – contestó ella.

-¿Estás sola en casa? – preguntó Castle, con un tono de preocupación evidente en su voz.

-No. Estoy con Camila, la asistenta – contestó ella –Encontré el número de tu editora y le llamé, ella me dio tu número.

-Eres muy inteligente.

-Nunca está en casa papá, siempre está con sus giras de teatro y sus viajes – la niña comenzó a sollozar al otro lado de la línea.

Escuchar aquello no hizo más que aumentar la ira que el escritor ya sentía por su ex-mujer.

Estuvo hablando con su hija durante media hora. Media hora en la que intentó tranquilizarle hablando con ella de temas triviales, intentando hacerla sonreír. Porque aunque lo que quería era prometerle que la iba a traer de vuelta con él, no quería hacer promesas que no estaba seguro de poder cumplir.

Cogió las llaves y su cazadora y salió de casa, necesitaba aire, necesitaba olvidarse de todo por un rato.

Mientras tanto, Kate caminaba por el pasillo central de su bufete en dirección al despacho de su jefe. Le había mandado llamar, no sabía el motivo, pero estaba segura de que no podía ser nada malo, por eso estaba tranquila.

El ruido de sus tacones negros de aguja era ahogado gracias a la moqueta que cubría el suelo. La secretaria de su jefe le dijo que pasase, aunque ella llamó antes a la puerta de cristal, como siempre acostumbraban a hacer allí. Su jefe, Mathew, le hizo un gesto con la mano desde dentro, invitándola a pasar.

-Siéntate Kate – le dijo, amablemente, desde el otro lado de su escritorio.

Kate se sentó frente al escritorio de su jefe, alisando su falda gris antes.

-Quiero que veas esto – le dijo, ofreciéndole un dosier. Kate lo cogió y comenzó a ojearlo, quedándose algo sorprendida.

-¿Green Enterprise nos han pedido que llevemos su caso? – preguntó la abogada, quitando la vista de aquellos papeles para mirar a su jefe, viendo cómo éste asentía.

Las Leyes del Universo de BeckettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora