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Su alarma sonó como todas las mañanas, a las ocho en punto. Contrario a lo que todos pensaban, llevaba una vida estructurada, tenía una hora para levantarse todos los días, se alistaba, tomaba desayuno como una persona normal y se iba a trabajar. No era como los delincuentes corrientes, que vivían una vida loca y al límite. Por algo era que a ellos siempre los atrapaban antes, mientras que los más calmados podían vivir en las sombras.

Se apresuró en levantarse y entrar a ducharse, hoy tenía una reunión importante. Sus negocios con las drogas eran limitados y no estaba sumergido en ello, solamente era una pequeña parte de su fortuna, tal vez el 5%, incluso si quería darse el lujo, podía dejarlo cuando quisiera. Quizá si no lo hacía, era por el hecho que no se le daba la gana y porque Mino era un excelente socio en ello.

Ya vestido con un traje negro, se dispuso a bajar al comedor, donde le esperaba un desayuno servido y su acompañante de todas las mañanas. Jimin estaba sentado a la derecha de la cabecera, comenzando a comer en silencio.

—Buenos días, Minnie— Dice como de costumbre, sentándose en su lugar. Al igual que todos los días, no recibió ninguna respuesta. —Hoy tendré que estar todo el día afuera, así que ya sabes, si necesitas algo no dudes en hablar con algún guardia, ellos te llevarán a Jin.

Aunque dijera eso, sabía que Jimin nunca hablaría con algún guardia. 

—¿No necesitas lápices nuevos? Sé que últimamente has dibujado más que antes— Jimin niega. —Oh, bueno, cuando los necesites me puedes hablar.

Así se mantuvieron, en pequeños silencios mientras comían. JungKook hablaba y preguntaba cosas al alzar, recibiendo negaciones y asentimientos. Hasta que el desayuno terminó y fue el primero en levantarse de la mesa.

—Ya es hora de irme. Ten un buen día, Minnie— Inclinándose, deja un beso en su frente, alejándose ve como Jimin se despide con una seña de manos.

Saliendo junto a su jefe de seguridad y unos cuantos guardias, se dispuso a asistir a unas reuniones que tenía programadas para ese día. Repleto de hombres que se disputaban en cuál tenía una fortuna más grande, o cuál poseía mayor poder que otro. Estuvo hablando durante todo su día y aunque no lo pareciera, era algo agotador.

Mino era uno de los pocos socios que le agradaba, el hombre se caracterizaba por ser frío y distante, como él, no le gustaba andar hablando de cuanto tenía, ni presumir con cuantas mujeres se acostaba. Él solo llegaba a una reunión, concretaba lo acordado y se retiraba. Por ello era que ambos se llevaban tan bien, ninguno estaba dispuesto a perder su tiempo.

—Como siempre, es un placer hacer negocios contigo, Jeon.

—Lo mismo digo, Song. 

Su día se fue en eso, pero antes de regresar a casa, tenía que pasar por uno de sus laboratorios de drogas y verificar presencialmente que todo estaba en orden. No lo acostumbraba a hacer, pero sabía que estaba bien dejarse ver de vez en cuando, solo para que recordaran para quién trabajaban.

—Señor Jeon, hemos llegado.

De vuelta con los pies en el suelo, entró a la casa que se encontraba en un barrio de mala muerte. Miró a todos lados, las calles estaban vacías, lo que era bueno para él. Apenas puso un pie dentro del lugar, todo se hundió en un silencio y cada persona dentro dejó de hacer sus actividades.

—Se-señor Jeon.

—Hola Kim, ¿qué tienes para mí?

El hombre encargado del lugar debía estar entre sus 30 o 40 años, no era nadie brillante, ni relevante, pero era un ex adicto a las drogas. Jeon podía confiar que él no robaría nada de lo que se hiciera ahí, y vigilaría que todo se fabricara correctamente, para poder seguir costeando los medicamentos que debía consumir para calmar su antigua adicción.

—No lo esperábamos aquí hasta dentro de dos días— A diferencia de otras veces, el hombre se escuchaba inquieto y ansioso. De inmediato supo que algo no andaba bien.

—¿Y eso es un problema?— Lo mira a los ojos, y percibe cómo el hombre deja pasar saliva por su garganta. —Hay algo que no me estás diciendo.— Usualmente frases como esas se decían en pregunta, pero JungKook estaba tan seguro que no dudo en enfrentarlo.

—Se-señor... Pues ve, hace algunas noches atrás hubieron problemas y hay algunos kilos que se fueron del formulario— Suspira tembloroso. —El hecho es que nos robaron.

JungKook cierra los ojos al escuchar esa afirmación y suspira. Sus dedos viajaron al puente de su nariz, apretando este buscando algún tipo de calmante. ¿En qué mundo le robaban al mayor criminal que existía? 

—Y sabemos quien es...

Al momento de decir esas palabras, el puño de Jeon impactó la mandíbula de Kim, quien lo miraba desde el suelo. ¿Cómo podían ser tan incompetentes? —Quiero que lo traigan antes del anochecer, si él no está aquí, serán otros los que pagarán, pero alguien se hará responsable de lo que pasó.

Sus palabras habían sonado tan gruesas y roncas, que apenas terminó la última palabra, todos a su alrededor comenzaron a ponerse en marcha. Nadie quería morir por algo de lo que no fueron responsables. 

Moon, detrás de JungKook, le tiende un gel para sus nudillos. —¿No cree que se ha excedido, jefe? A lo mucho solo quedan veinte minutos para que comience el anochecer.

—Para nada, si saben quien es, no tardarán ni medio segundo en tenerlo aquí en frente mío.

Con el gel sobre sus nudillos, tomó asiento detrás del único escritorio que había en todo el piso, esperando pacientemente que trajeran al culpable. 

Durante el tiempo esperado, se preguntaba qué estaría haciendo Jimin en ese mismo instante. Lo más probable es que estuviera dibujando, leyendo algún libro, mirando desde su ventana el vasto jardín que poseían o quizá simplemente estaría recostado en su cama. Suspira, a veces le gustaría estar siempre al tanto de lo que pasaba con su pequeño.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos quejidos callados y desde la entrada, dos hombres sostenían a uno a la fuerza. El hombre que venía forcejeando, tenía el rostro cubierto con una bolsa de tela, pero todo lo demás que se veía, era un hombre sucio, con ropas completamente malgastadas y hediondas. JungKook frunció el ceño lleno de asco.

—Siéntenlo.

Fueron sus únicas palabras antes de levantarse de su lugar y caminar hacia el hombre. Apenas este estaba amarrado a una silla, completamente inmovilizado, JungKook se le acerca asqueado. Era un hombre obeso, su camisa tenia rastros de comidas secas y sudor, si no fuera por todo lo horrible que había tenido que ver a lo largo de su vida, hubiese vomitado como una persona normal. Con una mano le arrebata la bolsa de la cabeza. 

JungKook no supo en qué momento perdió el aliento al ver la identidad del hombre.


Inner Demons →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora