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Pasa una mano por su rostro cerrando sus ojos, pero su mirada se vuelve a enfocar en las tres carpetas apenas los vuelve a abrir. NamJoon, que estaba frente suyo, pudo observar como debajo de los ojos de JungKook, habían unas notorias bolsas de color morado, aquello le llamó la atención, era la primera vez que veía tan desgastado y destruido al gran Jeon.

—Puedes irte Nam, afuera Moon te dará todo tu dinero— Con un ademán de mano exigiendo que se fuera. Kim entendió y eso solo alimentó más su curiosidad, pero sabía que no debía preguntar, no había espacio para las dudas.

Una vez fuera de la oficina, JungKook pudo sumergirse en sus pensamientos.

—Por fin los tengo...

Susurra para sí. Estaba tan ensimismado en sus divagaciones que no se dio cuenta que sus nudillos estaban completamente blancos, que su cuerpo se encontraba tan tenso como las cuerdas de una guitarra y que había dejado de respirar por unos segundos. La sola idea del contenido en las carpetas le revolvía el estómago, y por todo lo que había tenido que pasar JungKook en su vida, eran pocas las cosas que tenían ese efecto en él.

—Ya no tengo miedo. No. No tengo miedo.

Ríe nerviosamente, tratando de convencerse a sí mismo, y de inmediato se recriminó. ¿Cómo al gran Jeon aún le afectaban tanto los sucesos de su infancia? ¿Por qué aún sentía ese nudo en el estómago cuando pensaba en esos hombres, incluso cuando tenía dinero y poder?

—Puedo destruirlos.

Sí. Puede destruirlos, claro que puede, solo con chasquear sus dedos ellos ya estarían muertos, cualquiera los mataría con tan solo pedirlo. Su poder se extendía más allá de lo pensado. Ya no era el niño indefenso del reformatorio. 

—No.

Podría, pero no lo haría. Quería verlos pagar, verlos llorar, verlos rogar por una muerte rápida. No quería darles el placer de morir y no pagar por todo el sufrimiento que les habían hecho pasar a Jimin y a él. El mismo sufrimiento con el cual debían cargar miles de niños y adultos como él.

No los dejaría morir hasta darse la satisfacción de escucharlos pedir por su muerte. Hasta no verlos a los ojos y que sintieran lo mismo que sintió él.

—¡Por fin los tengo!— Ríe de nuevo, pero esta vez de triunfo. —Los aniquilaré uno por uno...

Había perdido la noción del tiempo y tampoco sabía cuánto rato estuvo sosteniendo esa carcajada incómoda y maniática, la cual solo detuvo cuando apareció un muy nervioso SeokJin, que estaba parado en la puerta de su oficina.

Retomando su compostura y alisando la chaqueta de su traje, tomó un sorbo de su whisky para aclararse la garganta.

—¿Si, SeokJin? ¿Sucede algo?

—Lamento molestarte, Jeon— Suspira y JungKook en ese mismo instante supo que algo no iba bien. —Pero volvió a suceder...


Inner Demons →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora