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JungKook estaba harto, los recuerdos lo atormentaban y todos comenzaban a notarlo, incluso Jimin. Cada vez dormía menos, las pesadillas eran más vívidas y la presión en su pecho aumentaba. Jimin, de vez en cuando y en silencio, aparecía en medio de la noche en su cuarto, pero tampoco podía pasar todas las noches con JungKook y esas ocasiones, las que estaban separados, eran las peores.

Parecía que cuando estaba con Jimin, podía dormir mucho más calmado, pero cuando no estaba con él, los recuerdos eran más realistas y calaban en profundidad. Despertaba recordándose a sí mismo que Jimin estaba en su cuarto, a salvo.

Harto de todo, ese día JungKook desde la mañana no fue a trabajar y tampoco bajó a desayunar, no comió en todo el día. Su dieta, ese día, se basó en whisky y tabaco.

Era más fácil distraerse de esa manera, el sueño lo consumía y no quería cerrar sus ojos. 

Borracho a muerte, en algún momento del día, les gritó a sus hombres que lo sacaran de casa, incluso cuando Moon se opuso y trató de detenerlo, no pudieron lograrlo. Cuando volvió horas más tarde, en cada brazo, llevaba a una chica a su cuarto. Ordenó que nadie lo molestara y nadie lo haría, Jeon borracho y enojado no era la mejor combinación.

Gemidos no reprimidos se escuchaban en los pasillos de la mansión, el olor a sexo se percibía en todo el cuarto y por primera vez, en mucho tiempo, eso no pareció importarle a JungKook.

Al día a día, debía actuar impecable, se despertaba temprano, salía a trabajar, y volvía tarde, sus únicos gustos eran la compañía limitada de Jimin y su whisky caro. Tenía que ser un adulto por Jimin, debía actuar de tal manera que nadie le quitara su puesto en el mundo ilegal y debía asegurarle una buena vida al menor.

Pero nadie parecía notar que JungKook estaba tan jodido como Jimin.

A JungKook las constantes violaciones y abusos, le habían afectado de una manera, que tuvo que cambiar toda su vida. No tuvo tiempo de disfrutar de su dolor y lamentarse, tuvo que escoger y matar a personas para vivir, tuvo que pretender que nada le importaba colocándose una máscara, y eso cansaba. Le jodía tanto, que JungKook era una bomba de tiempo que explotaría en cualquier momento.

Apenas terminó con esas chicas, les pagó y las echó de su cuarto, sin hacer caso a sus quejas. Ahora estaba más relajado y saciado.

Abriendo las ventanas de su habitación, dejó que esta se ventilara. Estaba mucho más lúcido, el alcohol parecía bajar, el JungKook racional volvía a aparecer. Miró el cuarto totalmente revuelto, y suspiró, cuando saliera pediría que asearan todo.

Bañado y vestido con un traje, observó la hora, todavía le quedaba tiempo para hacer sus obligaciones desde su oficina, la cabeza le mataba pero debía ignorarlo, por lo menos, se había dado una licencia de medio día. Saliendo de su cuarto, le dice a un guardia que se encargara de su cuarto, cuando volviera lo quería completamente ordenado.

Caminando al otro lado de su mansión, llega hasta su oficina y ahí, se encuentra con Jimin.

Parecía que la lengua se la hubiera comido un gato, no encontraba las palabras, pero su rostro demostraba toda la confusión que tenía. Quizá, el alcohol aún lo tenía algo lento.

—¿Qué... ¿Qué haces aquí?

—Aquí no se escuchaban los gemidos...

JungKook contuvo la respiración al escuchar la voz del menor, pero rápidamente vuelve a él al darse cuenta del motivo de su presencia. Era un idiota, lo sabía y trataba de no serlo, pero mientras estaba tan alcoholizado y estresado, no tenía nada más en mente, que soltar todas sus tensiones.

—Oh— Caminando hasta el menor, que estaba sentado detrás de su escritorio. Se veía como un gatito perdido, tan pequeño. —Yo, lo siento, realmente no pensé, lo siento demasiado, perdón, soy un estúpido, debí pensar antes... Prometo que no volverá a ocurrir, Jimin.

El menor asiente lentamente, tenía los hombros caídos y lo miraba un tanto entristecido, antes de que JungKook pudiera acercarse más, lágrimas caían de los ojos de Jimin, sollozando en silencio. Tomado por sorpresa y alarmado, JungKook se apresuró hacia el menor para colocarse en cuclillas frente él. Queriendo saber qué estaba mal para ayudarlo.

—¿Por qué la vida es tan injusta, JungKookie?

Pregunta entre lágrimas, pero JungKook no entendía. Acercándose, Jimin rodea su cuello con sus brazos y JungKook al vacilante, le responde envolviéndolo, dando pequeñas caricias en la espalda ajena, queriendo calmar el llanto.

—Jimin... Por favor, sabes que odio verte llorar— Susurra en voz baja.

Desde pequeño tenía que ver a Jimin llorar e incluso años después, seguía doliéndole como la mierda, sintiendo que su corazón se rompía cada vez que veía su rostro empapado. Cualquiera que causara las lágrimas del menor, pagaría la furia de JungKook.

—No sé... No sé a qué te refieres, pero mira— Decía en voz baja, tratando de que el llanto cesara. —La vida es una gran mierda, pero ahora lo tenemos todo, vivimos en una mansión, ¿Cuándo pensamos que viviríamos en un lugar así?— Toma una pausa. —Nunca, porque no podíamos tenerla, pero ahora somos millonarios, hay dinero, comida, ya no hace frío... Jimin— Pierde el aliento cuando le ve negar repetidas veces. —Jimin, lo tenemos todo.

—No entiendes, JungKookie... Nada, ni todo el dinero, logrará ocultar lo que más me falta.

Algo pareció hacer crack en JungKook, confundido por lo dolido que sonaba Jimin, tan lastimado que solo logró alarmar más a JungKook. Desesperado y tratando de mantener la calma, habló. —¿Qué es? Dime, y yo lo conseguiré para ti.

Aunque preguntara repetidas veces, Jimin seguía negando con su cabeza y sin hablar, dejando con esa gran incógnita a JungKook.

¿Qué podía faltarle a Jimin?

Inner Demons →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora