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Vale:

Estuve todo el puto día super tierna y ya sentía que me estaba ahogando.

Me fui a encerrar al baño, para poder llamar al Seba.

-¿Estai listo?- dije cuando contestó.

-Sí, pero tenemos que estar una diez minutos antes de que se junten.- sugirió.

-Buena idea, ya te veo allá.- corte y salí del baño.

Ví como el Mateo se arreglaba pa ir a verse con la hueona esa.

-¿Vas a salir?- me hice la hueona.

-Sí, quizás.- respondió desinteresado.

-Ah, bueno, yo también. Tengo que acompañar a la Cami a una hueá.- me acerqué a él y lo abracé.-Te veo después.- dije antes de separarme.

Salí del departamento y me fuí caminando hasta el café. El Seba me esperaba apoyado de un auto.

-Hola.- dijo cuando me vió altok, se acercó a mí y me dió un beso en la mejilla.

-Hola.- respondí de vuelta.

-Sabía que nos veríamos después.- me sonrió, haciendome recordar lo que me había dicho la última vez que nos vimos. Me puse media roja.-Ven, sube al auto, asi no nos van a ver.- suponía que era su auto. Al subir, todo el auto estaba pasado a su perfume.

Me drogué, cjau.

-¿Te dijo alguna huea el mateo?- me miró sacando su celular del bolsillo de su pantalón.

-Nada, bueno, dijo que iba a salir y nada más.- me encogí de hombros.

-La Amanda solo dijo que se iba a quedar en la casa.- suspiró. No sé si es peor la mentira que le dijo o que se vea con mi pololo.

-Perdón.- susurré.-Nos estan cagando a los dos.- me sentía mal, pero no por mí, sino por el Seba. Yo sabía que la amaba y mucho, pero que se enterara de esto le dolía.

-No tení por qué disculparte, supongo que a todos les pasa.- me dió una sonrisa falsa.

Esperamos mucho tiempo, más o menos dos horas y no aparecieron nunca. Eran como las siete de la tarde.

-Si querí, te puedo ir a dejar a tu casa.- me ofreció cuando vió la hora.

-Bueno.- acepté, no queria caminar.

Nos fuimos hablando de varias hueás, seguía siendo el mismo cabro que a veces era pesao y otras lo más simpatico que puede existir.

-¿Queri pasar un rato?- me arriesgué, porque no sabía si el Mateo estaba o no.

-Ya po.- bajamos del auto y subimos el edificio. Una vez que llegamos a la puerta, nos quedamos en silencio. Abrí la puerta, entramos y seguíamos en silencio. No sabía porque.

-¿Pasa algo?- susurré.

-Solo no hagai ruido.- me susurró de vuelta.

Comencé a caminar despacio, quería ir a dejar mi cartera a mi pieza, pero escuché algo.

-¿Vo también escuchaste eso?- le pregunté dandome vuelta para mirarlo. Él solo asintió.

Alguien había gemido.

Este conchesumare.

Vi que el Seba se enojó, caminó hasta la puerta y la abrió entrando a mi pieza.

-¿¡MATEO!? ¿¡AMANDA!?- gritamos al mismo tiempo.

Veía como el que se supone que era mi pololo, estaba debajo de ella, mientras que la otra hueona estaba saltando arriba de él.

¿Me enganché de un mateo? [CHILENSIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora