Supervisores

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Se había propuesto a si misma no pensar más en el rubio. Quizás porque ya lo estaba haciendo demasiado...

¿Qué pretendía tratandola así? Sabía de su desprecio ante ella. Jamás se habían llevado bien...pero aquello pasaba límites que se le escapaban. ¿No era más fácil ignorarse?

Hermione pensó que sí, pero algo dentro de ella le dijo que Malfoy no pensaba lo mismo.

Metió a base de mágia todas sus pertenencias dentro de su bolsito de cuentas y abandonó la habitación que apenas había usado.

Con visible desgana se fue encaminando hasta una alta torre donde se encontraban los demás elegidos de cada departamento. Vió a Tom e instintivamente se acercó a él, rezando por no toparse con dicho slytherin.

—Todavía no hemos empezado a trabajar y ya me he mudado una vez —soltó la chica mientras alertaba al moreno de su presencia.

—Hermione, no te había visto —contestó alegre —me alegra que vayamos a pasar tiempo juntos en esta sala —se ruborizó más de lo que debería y la castaña se dió cuenta de ello, a lo que sonrió sonrojada.

Pero no pudieron seguir hablando porque el ministro de mágia había empezado a enseñarles la gran sala.

Disponía de gran amplitud, Hermione pensó que era mejor que la sala de Gryffindor. Pues era muy espaciosa. A cada pared había unas grandes chimeneas que crepitaban frente al fuego. Había sofás alrededor de las mismas aportando calidez. Al fondo una gran librería repleta de tomos enciclopédicos. Al verlo Hermione no pudo evitar sonreír visiblemente atontada.
A cada pared adornaban dos escaleras en forma de espiral que subían hasta una segunda planta. Donde podrían encontrar los dormitorios y baños.

Cada habitación disponía de un número y la castaña deseó que el suyo fuese muy inferior o muy superior al de Malfoy, en cualquier caso....tenerlo lejos.

—El número que teníais en las anteriores habitaciones servirá para estas mismas —habló el ministro mientras los demás atendían completamente embelesados.

Hermione cerró los ojos fuerte sabiendo lo que eso significaba. Tener cerca a Tom...pero también a Malfoy. Asique con un chasquido de lengua se puso sería y se encaminó a su nueva habitación en cuanto el ministro se fue.

En los pasillos donde estaban las habitaciones había un baño por sala y al fondo un gran baño con una gran bañera que nada tenía que envidiarle a la de los perfectos en Hogwarts. Había zona de spa para relajarse y demás.

Le pareció extraño no encontrarse con Malfoy en la inaguración de la sala pero intentó sacarse de la mente al chico a base de lectura.

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La noche había hecho acto de presencia de un modo visible. Ya que la luna aportaba la poca luz que podía traspasar la ventana del cuarto de la chica.
Intentó dormir pero todo era dar vueltas en la cama.

Había cenado con Tom y un par de chicos en la nueva sala, y ningún rastro del rubio. No le importaba demasiado su vida pero le parecía raro su ausencia.
Con visible enfado ante sus propios pensamientos salió del cuarto, libro en mano y volvió a encender las llamas de la chimenea con un toque de varita.
Se acurrucó en el mullido sillón y se tapó con la manta que había reposando en el mismo.

La lectura le parecía pesada y sentía los párpados cansados a pesar de no tener sueño. Algo le sacó de su tranquila lectura cuando escuchó ruidos provenientes de la habitación continúa a la suya.

Se quedó paralizada y abandonó por completo la lectura cuando vio a Ashley salir en ropa interior de una habitación que obviamente no era suya. A unos pasos por detrás pudo ver una cabellera platinada ponerse su camisa de seda mientras miraba a la rubia con picardía.
Hermione no pudo reprimir su disgusto ante ser testigo de tal acto. ¿No había aparecido porque estaba con Ashley?

Trabajando con la SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora