February // one-shots de NCT

Symphony (JungKhei / WooCas)

—Señor Qian, ¿puede hacer como si no hubiera visto nada? Por favor —añadió, tembloroso.

El maestro de cuello y corbata —con una sonrisa jovial correlativa a su corta edad de recién egresado—, les miró de hito en hito.

Y rodó los ojos.

—Kim JungWoo —se sintió enrojecer al escuchar su nombre ser pronunciado por su voz, la que sonó cansada—, Wong YukHei, saben que normalmente no diría palabra cuando los veo tomarse de la mano debajo del pupitre...

Le echó un rápido vistazo a YukHei, su YukHei, novio de tantos meses y primer amigo en cuanto llegó a China después de ser seleccionado por un programa de intercambios estudiantiles para los más destacados de Corea, en el que fue invitado a participar y accedió, gustoso, sin saber que con ello terminaría enamorándose de un chico. Se mordió el labio inferior al verle. La mastodóntica altura de YukHei, que lo dejaba pequeño —inclusive si también era más alto que la media— estaba empequeñecida debido a la manera en que culposamente miraba al suelo.

Suelo que, en un arranque después de que las clases terminaron y asegurarse de que no se encontrara nadie en las cercanías, habían terminado utilizando para besarse en algo que desde el principio había calificado como una locura. Besos, mordiscos y jadeos, los que no había servido de nada tratar de acallar porque YukHei simplemente le había hecho olvidar de dónde se encontraban y los riesgos de hacer algo como eso, inclusive después del horario escolar.

Tendría que haberlo detenido, o previsto. Tragó saliva. No por nada era el mayor de los dos.

—...o incluso cuando se dan pequeños besos en los pasi... sí YukHei, los he visto —añadió de inmediato, en cuanto el más alto intentó replicar—. Pero ahora es diferente. Mucho más grave. Tendré que informarle a la dirección que los encontré semidesnudos en una posición comprometedora y...

—¡No! —alcanzó a gritar, entrando en pánico. De pronto, no importó estar con toda la ropa desordenada, o con la cremallera de sus pantalones a medio bajar gracias a la impulsividad de YukHei y sus palabras seductoras que le habían llevado a besarse sobre el piso del salón, vacío a esas alturas de la tarde—. ¡Me podrían devolver a Corea si lo dice! ¡Por favor, profesor!

—Lo siento mucho —pronunció, con rastros de empatía que no fueron suficientes para calmar la desesperación asentada en su garganta, en forma de un nudo. Le habían dado la posibilidad de extender su estadía en China, y claro que la aceptaría; un año más al lado de YukHei, el último año antes de graduarse e ir a la universidad. En el mejor de los casos, aplicaría a un centro de estudios cercano, todo con tal de no alejarse de él. Pero ahora todo se desmoronaría—. De verdad, lo siento. Es el reglamento estudiantil. No puedo ir en contra de las normas.

—Usted... por favor... —susurró otra vez. Qian Kun negó. Volteó a ver al culpable del gran embrollo en el que se habían metido, y que seguía sin decir palabra desde el momento en que habían sido encontrados besándose sobre el frío piso de madera; literalmente había enmudecido, después de largos minutos siendo llamado "amor" por aquella voz grave que siempre le hacía suspirar—. YukHei, haz algo.

Lo tomó del brazo pese a la mirada desaprobatoria de Kun, e intentó buscar sus pupilas. Sin embargo, YukHei se mantuvo impertérrito, siempre fijo en el profesor.

—...Por favor —volvió a susurrar.

Confiaba en él. De alguna u otra forma, YukHei siempre terminaba de salir de los embrollos en que a diario se metía. Siendo el muchacho más popular del instituto, tanto las admiradoras como las personas envidiosas le llovían de a montones. De cierta forma, parecía casi como un imán para la mala y buena suerte a partes iguales.