February // one-shots de NCT

Hate (YuWin / KunWin)

Advertencia: Contenido gráfico.

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—¡¡Ah!!

Grita, milésimas de segundo después del choque de ondas sonoras que impactan contra sus tímpanos. Le suceden dos más, en donde se encoge más en sí mismo y cierra los ojos con tanta fuerza que las lágrimas no encuentran espacio para salir. Con ambas manos en sus oídos, las que se sacuden con violencia, intenta pensar en otra cosa tal como Kun le ha enseñado: que intente llegar a su "lugar feliz", lejos de la inseguridad de las calles, los gritos, la noche que recién comienza y se traga todo con su abismal profundidad.

Vuelve a gritar, cuando un nuevo disparo suena mucho más cercano que los anteriores.

—¡SiCheng!

Algo lo envuelve, algo cálido, distinto del suelo de cerámicos en el que está acostado hace varios minutos, intentando que ninguno de aquellos disparos termine por agujerearle por completo. La cocina es el lugar más seguro para ello: ubicada en la parte posterior de la casa, lejos de la calle donde a diario suceden tiroteos sin control, sus gruesas paredes y los muebles que la componen son escudo suficiente para resguardarse.

O al menos eso quiere creer desesperadamente.

—Estoy acá. Ya llegué. Apégate más al suelo, cariño.

—¡Kun...! —su voz sale en un grito alterado. No puede manejar el volumen con el que habla.

—Mantente en silencio —niega con fuerza, mirando aún el piso en la oscuridad en que está sumida la casa, con todas las luces apagadas a propósito. Quiere decirle que pese a que desea no decir ni una palabra, es imposible. Kun parece saberlo, pues su abrazo se intensifica. Afuera, vuelve a resonar un disparo—. Inténtalo, así no sabrán que hay gente en casa.

—Pero... t-te vieron lle-llegar.

—No. Logré rodearlos. Piensan que estoy por llegar y por eso siguen disparando como locos.

—Estoy a-asustado.

—Tranquilo. Yo te cuidaré.

Kun le cubre por completo con su cuerpo. Ruega internamente, a todos los dioses que puede recordar, que ese infierno se termine de una vez por todas. Se escucha un grito femenino a lo lejos, luego cuchicheos demasiado altos entre la pandilla, y una huida rápida, adivinable tras pisadas fuertes y gritos de apuro.

"—¡¡JaeHyun!! ¡¡Le disparaste!!"

"—¡¡Mierda!!"

"—¡Jae, John, nos vamos!"

"—¡¿Pero y la mujer...?!"

"—¡Déjenla tirada! ¡Corran, joder!"

Suceden unos segundos de paz, y luego, un llanto desgarrador de una niña pequeña corta el aire, como si se tratara de una navaja que se entierra de lleno en su pecho.

Y no puede respirar. Y se siente morir.

—Espérame acá —Kun se levanta y el no sentir más su abrazo le da una sensación de abandono. Lo mira, pese a la penumbra. Su silueta se recorta en el comedor, caminando claramente hacia la puerta de entrada—. No te muevas, ¿quieres?

—¡Te van a disparar...! —grita, sin importarle si alguien de la pandilla lo escucha allá afuera. Intenta levantarse, pero los músculos temblorosos de las piernas le traicionan—. ¡Kun...!

Sus miradas se encuentran un par de segundos, donde le suplica con los ojos que no arriesgue su vida. La petición es ignorada olímpicamente; Kun se va, sin mirar atrás, cerrando pesadamente tras de sí. Espera, con el corazón latiendo fuertemente, tanto que se marea con su propio retumbar.