Spoiled child (YuTen)

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Sus pies levantaron pequeñas gotitas mientras caminaba hacia su puesto permanente desde las diez de la mañana hasta que el cielo se ponía en el horizonte; a veces, un poco más. Suspiró. Todo dependía de su empleador.

O mejor dicho, del caprichoso hijo de su empleador.

—Miren quién ha madrugado hoy—rodó los ojos al escuchar su voz desde el borde de la piscina. Tan solo había llegado diez minutos antes—, el salvavidas más sexy de Japón.

—Ten, baja la voz. Tu padre podría oírte.

Regañarle no sirvió de nada, como siempre. Y es que Ten Chittaphon Leechaiyapornkul (nombre del diablo, que tuvo que aprenderse como primera tarea sin sentido pedida por el mismo chico) era alguien que se salía con la suya, siempre, sin excepción. Pícaro, con una sonrisa angelical que pronto se transformaba en risas al pronunciar las maquinaciones más inimaginables posibles, era el flamante hijo de un empresario multimillonario de Tailandia que había tenido la grandiosa idea de pasar un par de meses de merecidas vacaciones en una de sus múltiples mansiones. En esta oportunidad, el destino elegido había sido Osaka. Sin saber a lo que se enfrentaba, simplemente aplicó un mes atrás al trabajo en el periódico. Contratado al segundo. Necesitaban un salvavidas que resguardara a su hijito, por lo que al principio creyó que se trataba de pan comido: tan solo sentarse en una butaca vigilando a un pequeño, de probablemente cuatro o cinco años, por una paga mucho mayor que cualquiera que hubiese tenido antes.

Sí. Era pan comido. Solo que había un tremendo problema.

Y era que Ten, con veintidós años, distaba demasiado de ser una persona tranquila e inocente.

—Mi padre no está. Salió a una reunión de urgencia en Tokio. Volverá mañana —le escuchó responder, mientras tomaba lugar en la butaca que le correspondía. Desde ahí, pese al inclinado ángulo, era capaz de vigilar cada uno de sus movimientos—. No hay nada que me impida coquetear contigo, Yuta.

—Alguno de estos días se darán cuenta de la verdad... —suspiró.

Ten negó, sonrisa en labios, y después de retirar hasta el último de los piercings de su oreja perforada le vio caminar, acercándose así con la rapidez y elegancia de una gacela. Justo antes de llegar a su lugar, notó un guiño de su parte y sus pies cambiaron de rumbo, más cerca de la piscina, hasta ascender por el trampolín ubicado justo al frente suyo. Pese a la baja altura del trampolín, su ascenso le ayudó a observar el delgado cuerpo del tailandés, completamente desnudo a excepción de un holgado pantaloncillo de baño con diseño de palmeras tropicales; rellenándolo, notó su pequeño trasero sobresaliendo bajo la tela.

Desvió la vista y negó automáticamente cuando le vio saltar limpiamente desde el trampolín hacia el lugar más hondo de la piscina, de una muy profundidad superior a la altura del tailandés. Después de un segundo, le vio emerger del agua con una extensa sonrisa.

—Te lo digo, se darán cuenta de que eres un nadador experimentado —repitió, mientras Ten formaba un puchero, flotando grácilmente sobre el agua. Le vio detenerse más allá de la piscina, donde claramente podía pisar firmemente el fondo—. Y ese mismo día me echarán del trabajo.

—Nunca. No quiero que te echen.

—De todas formas tus vacaciones están a medio terminar. Y dejaremos de vernos dentro de un mes.

—¿Acaso tanto quieres que eso suceda, ah?

Su tono mordaz le impresionó, al igual que su ceño fruncido. En todo el tiempo conociéndolo nunca le había visto enojarse ni un poco.

Se mordió el labio inferior, y le tomó más de unos cuantos segundos en responder adecuadamente.

—No, al contrario. En estos momentos estoy odiando el paso de los días.

February // one-shots de NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora