Capítulo 23

5 1 0
                                    

-Pov Tn___-

El día no podía haberse puesto peor...

Miles de cosas se me vinieron a la mente, los nervios incrementan, el corazón estaba apunto de salir de mi pecho y mi cuerpo se ponía pálido poco a poco.

El pánico era tanto que lo único que pude hacer fue reaccionar cerrando la puerta. En la cual Miguel fue más astuto colocando su pie entre medio impidiendo lo que quería. Lo miré por el pequeño espacio que quedaba, encontrando nuestras miradas al mismo tiempo. El gruñido de Miguel resonó por el pasillo mientras aplastaba su pie con la puerta; para mí, esta pequeña escena parecía una eternidad.

Ya mis fuerzas eran pocas y, con un solo empujón de su parte, caí al suelo. Él cerró la puerta con una patada leve, sin apartar la mirada de mí, y comenzó a caminar hacia mí mientras yo retrocedía hacia atrás, chocando con el mueble de la sala. Por primera vez, me sentí como una hormiga delante de un hombre más bajo que yo.

—Por favor, no digas nada.—Me arrodillé, inclinándome encima de sus zapatos.—Te lo ruego,—Sollocé, agarrando desesperadamente la tela de su pantalón.—Te doy todo lo que quieras, dinero, lujos, auto, casa. Pero no digas nada.—Chillé al final, esperando su respuesta mientras lo miraba seriamente.

—Sabía que estabas ocultando algo.—Gruñó entre dientes, cerrando los puños.

—Sí, les estaba ocultando algo.—Tomé firmeza y me levanté del suelo. —¿Hubo un problema con eso?

—¡Claro que hubo un problema con eso!—Alzó los brazos, enojado. —Nos mentiste, nos tomaste de tontos con tu cuento de hadas. Y para colmo, dejaste a Rubén con el corazón en la boca; el cabrón por poco me mata por el teléfono.

Pude sentir cómo otro pedazo de mi corazón se rompía al escuchar las palabras del chico. Ahora es que vengo a pensar las cosas con más claridad. Le tuve que haber hecho caso a Emma desde un principio.

—¿Qué he hecho? —Me pregunté a mí misma, desplomándome en el mueble.

—¿Qué has hecho?—Alzó un poco la voz, cruzando los brazos. —Eres una completa mentirosa,—Me señaló y las lágrimas empezaron a salir sin permiso, no por tristeza, sino por enojo. —tienes cinco minutos para explicarme.

Mordí mi labio inferior, aguantando las ganas de gritar. No era un buen momento para decir lo que me estaba sucediendo, para que me estuvieran ofendiendo y mucho menos para que me estuvieran culpando de todo lo que estaba pasando a nuestro alrededor. De reojo, miraba a Miguel, que solo estaba parado en el mismo sitio, observando atentamente.

—Bueno... yo no te obligo a que me lo digas,—Se dirigió a la puerta, abriéndose un poco.—llamaré a Rubén y le diré dónde estás.—Saca el móvil, marcando unos números y colocándolo delante de él, escuchándole el tono de llamada. No me había dado cuenta de que movía su pie de arriba abajo, esperando a que contestaran.

—Hola, Mangel. ¿La conseguiste? ¿Dónde está Mangel?

Alcé mi cabeza como un rayo, negándome para que no dijera una sola palabra. Escuchar la voz de Rubén alterado, preocupado y asustado me ponía sentimental. No merezco ni la vida en este instante.

—Vivir en la miseria a escondidas no es fácil.—Susurré, llamando la atención de él. Dirigí mis ojos a un lugar en blanco y la voz de Rubén dejó de escucharse en el lugar, ya que Miguel terminó la llamada. —No quiero contar todos los detalles, aunque te diré la verdad.

—Soy todo oídos.—Se me acercó Miguel, guardando el móvil en su bolsillo trasero.

—Mi dinero se pasa a la cuenta de mi padre, así que el dinero no lo tengo yo, sino él.—Quité uno de mis mechones, colocándolo detrás de mi oreja. —Mi padre prácticamente me roba hasta el mínimo centavo.

—¿Por qué no has decidido hacer una denuncia?—Cuestionó, confundido, sentándose a mi lado.

—Es mi padre adoptivo; gracias a él, soy quien soy ahora. —Alcé los hombros. —Yo no le puedo pagar de esa forma.

—Esto me confunde por completo. ¿Qué tiene que ver Rubén con esto?—Se sentó en una posición desde la que podía verme mejor y bufé al acordarme de lo que me dijo mi padre el día pasado.

—Yo no quiero que Rubén se entere de esta mierda de vida que tengo.—Respiré hondo, aguantando las ganas de llorar.—Mi padre se enteró de que Rubén pisó su casa y el video del beso,—Pasé mi brazo por mi nariz, quitando toda la mucosidad.—entonces me ofreció una propuesta.

—¿Cuál fue esa propuesta?—Preguntó.

—Él se enteró de que tengo un pequeño trabajo y que iba a generar dinero fuera de mi

trabajo principal, así que él quería que cada paga que recibiera se la diera a él para poder estar con Rubén.—Le respondí, poniendo mis manos en mi rostro.

—¡Esto es demente!—Se levantó del mueble de golpe, con las manos sobre su cabeza.

—¡No tenía otra opción, Miguel!—Me levanté también del mueble, con lágrimas en las mejillas.—ERA ACEPTAR LA PROPUESTA O RECIBIR OTRA PALIZA DE PARTE DE ÉL.—Grité, callándome de golpe.

Esto, a pesar de que sea bajo presión, el desahogo ha sido tanto que se me salió la información equivocada.

—Con que él fue quien te hizo eso.—Señaló el golpe en mi mejilla.—¡Tn___, no te puedes quedar así!—Bajó los brazos de golpe.—Hay que ir a la policía, ¡y ahora!—Me agarró del brazo, pero me solté de golpe.

—Ya lo resolví todo, no volveré a hablar con Rubén,—Me volteé.—Él era el problema de todo esto. Es lo mejor para él y para mí especialmente.

—No le puedes hacer eso, ustedes dos se aman. —Se puso delante de mí y lo miré seriamente.

—Ya lo hice, así que lárgate.—Señalé la puerta, no lo quería ver más a él ni a Rubén.—¡VETE! ¡YA! ¡LÁRGATE!—Grité, empujándolo hasta la puerta del apartamento.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarme. —Le cerré la puerta en la cara, golpeándome la cabeza contra ella, deslizándome sobre la puerta y cayendo al suelo.

Perdí lo que más apreciaba en el mundo.

Doble vida-Rubius y tú-(Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora