-POV TN___-
—A lo último tuvimos que echarle agua fría,— comenté, cruzando los brazos sobre el mesón.—Tanto romance para solo un fin de semana.— dijo Emma, sonriendo mientras apoyaba la cabeza en las manos. La miré con curiosidad.
Emma era una mujer de más de cuarenta años, con un único hijo que no veía desde que se fue a estudiar a Estados Unidos sin previo aviso, dejándola completamente sola, abatida y confundida, lo que le causó un gran daño.
—Vamos, Tn___, te gusta el hombre y no puedes negarlo.— insistió Emma, señalándome. La miré y comencé a reír como una cínica.
—Por Dios, Emma— dije, secando las lágrimas que habían escapado de mis ojos.
—No lo niegues, te conozco desde hace cuatro años,— dijo, poniendo las manos en las caderas. —En cuanto a ese problema que tienes con el beso, no lo encuentro tan grave. Tu padre debería aceptar con quién quieres estar. —añadió, mirándome confundida y enojada a la vez. De repente, se escucharon bocinas y corrimos hacia afuera, viendo al mecánico salir de mi Toyota color rojo.
—Se portó bastante bien,— dijo, arrojando las llaves mientras se acercaba a nosotras y las atrapamos con suerte. —Verifiqué más a fondo el auto y está en buenas condiciones.
—Muchas gracias, contaré contigo la próxima.— dije, sonriendo mientras me subía al auto y lo encendía.
—¿Te irás tan rápido? No has estado ni una hora aquí.— dijo Emma, haciendo el papel de una madre preocupada.
—Está bien, créeme, volveré pronto. — aseguré, y sin más preámbulos, me fui a dar una vuelta por las calles de Madrid en busca de trabajo.
Principalmente, quería explorar un poco el exterior, ya que había pasado mucho tiempo sin poner las manos al volante y yendo a donde quisiera. Cine, supermercado, panadería, parque; a donde sea, sin tener que esperar a nadie. A pesar de tener aire acondicionado, bajé la ventanilla del auto, dejando que el aire fresco chocará con mi rostro.
—¿Dónde trabajaré?— me pregunté a mí misma, observando las diversas opciones que ofrecía la pequeña ciudad en la que me encontraba. Podía trabajar en una cafetería, una tienda de ropa o una tienda de videojuegos. ¡Lo que sea! Mientras pueda mantenerse durante varias semanas, estaré satisfecha.
(...)
—Estaré debajo de un puente. — me golpeaba varias veces con la bocina del auto, creando un sonido irritante cada vez que hablaba.
Estaba desesperada. Eran casi las seis de la tarde y no había conseguido ningún trabajo. Entré en todos los lugares posibles que mi mente pudo imaginar, pero ninguno de ellos me ayudaba, ya fuera porque no eran lo suficientemente útiles o porque el dinero no alcanzaba ni para pagar la renta. Alcé la vista y, con desesperación, me quité la gorra, tirándola a una esquina del auto, y pasé mis manos por mi cabello sin peinar, quitándome cualquier mechón que me estuviera estorbando en el rostro. Miré a mi alrededor por última vez, con pocas esperanzas, hasta que unas luces comenzaron a parpadear, llamando mi atención.
—Teatro Barceló. —susurré, volviéndome a poner la gorra como si hubiera encontrado un tesoro, aunque en ese momento, lo era.
Teatro Barceló era una de las discotecas más famosas de la calle. Abría sus puertas de jueves a domingos, pero poco a poco había perdido su magia. Según los rumores, la música ya no era la misma de antes; todo era música melancólica, mientras que la gente que iba al lugar eran jóvenes de veinte años en adelante. Salí del auto al ver salir a un hombre mayor de cuarenta años del lugar.
—¡Disculpe!— corrí hacia él cuando me di cuenta de que se preparaba para irse del lugar. "¡Espere!" me interpuso en su camino, bloqueando el paso.
—¿Qué quieres, chiquilla?—preguntó sin importancia, mordiendo un palillo de dientes.
Su aspecto no era agradable en mi opinión. Tenía una apariencia seria y firme, con la piel canela, ojos marrones, nariz no muy ancha, labios finos y una sombra de bigote y barba. Vestía una camisa de botones arrugada, unos vaqueros y una chaqueta larga negra. Sus ojos estaban rojos, su aliento olía a alcohol y su actitud era arrogante.
Mis nervios aparecieron de repente cuando intenté preguntar sobre el lugar. Parecía una estúpida allí, delante de él, abriendo y cerrando la boca al intentar hablar. Los segundos pasaban y no salía nada de mi boca, haciendo que bufara y se fuera del lugar.
—Deseo trabajar para la discoteca. — me volví a interponer en su camino, parándose en seco nuevamente.
—¿En qué podrías ayudar?— preguntó, cruzando los brazos.
—Quiero encargarme de la música, — respondí, cruzando los brazos también.—Créeme, tienes a una profesional delante de ti. —me alabé a mí misma, mirando al hombre que solo alzó una ceja.
—Son quince dólares por seis horas y cuatro días a la semana. — informó. Sabía lo que estaba tratando de advertir, que no era suficiente dinero, pero era el trabajo perfecto para mí.
—Lo demás, créeme, lo resuelvo yo misma.— sonreí positivamente, y
un silencio invadió el aire entre nosotros.
—Te esperamos hoy a las ocho, tenemos una noche que salvar y estamos sin música.— cogió el palillo de dientes y lo tiró al suelo. En un abrir y cerrar de ojos, estaba a unos milímetros de mi cara, mirándome directamente a los ojos, haciendo que tragara un poco de mi propia saliva.
—Depende de la cantidad de personas, depende de que cojas el puesto ¿Entendido?—asentí y golpeé la gorra que tenía puesta, haciéndola caer al suelo. Me agaché a recogerla, y él se rió, alejándose de mí.
—Suerte, chiquilla, que la noche es larga. --volvió a reírse, intentando asustarme, pero no lo logró.
—Eso veremos, —me coloqué la gorra. —Eso veremos.— repetí, mirando la discoteca que ahora estaba cerrada.
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Doble vida-Rubius y tú-(Fanfic)
Fanfiction¿Te gusta la musica electrónica? Ándale yo sé que si te gusta, es difícil de negar algo tan divertido de escuchar o bailar. Aunque a eso no vino yo sino a contar el problema de esta chica que está presente en la historia... Ella es DjBlue una chica...