¿Te gusta la musica electrónica?
Ándale yo sé que si te gusta, es difícil de negar algo tan divertido de escuchar o bailar.
Aunque a eso no vino yo sino a contar el problema de esta chica que está presente en la historia...
Ella es DjBlue una chica...
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-POV Mangel-
—Bueno, Mangel... ya sabes dónde están las cosas de los gatos. —Rubén se coloca la mochila en el hombro antes de dirigirse a la casa de su "amiga".
—Sí, hombre, no es que no haya venido a dormir aquí antes. —Alzo las cejas de manera pícara, colocando mi mano en su hombro libre y volteándolo con una ceja alzada.—Solo bromeaba un poco. —Reímos ante lo dicho y caminamos hasta la puerta.
—¿Estás seguro de que puedes cuidar a los gatos? —Pregunta al salir del apartamento.
—Claro que sí, Rubén. Ellos me adoran más que a ti. —Me inclino en el marco de la puerta con los brazos cruzados.
—Está bien, no dudes en llamarme si pasa algo. —Una bocina nos interrumpe y vemos un Mercedes negro, casi como una limusina, estacionado abajo.
—Creo que ya debes irte. —Le doy unos codazos en el brazo, indicándole que todo está bien.
—Te veo el domingo por la tarde. —Me abraza y nos despedimos.
Mientras Rubén baja las escaleras, me asomo al balcón para vigilarlo hasta que entra al auto. Antes de eso, hace un gesto indicándome que todo está bien.
Entro al apartamento dando un grito, esperando que los vecinos de arriba no lo hayan escuchado. Raspberry derriba todo en la estantería, desde libros y peluches hasta un trofeo de cristal. Rápidamente me encuentro en el suelo con el trofeo en las manos, asustado por el gato. Veo cómo lame su pata y se tira sobre mi espalda.
—Espero que esto no empeore. —Me levanto, coloco el trofeo en su lugar y ordeno todo lo que cayó.
No es la primera vez que cuido de los gatos de Rubén, pero tampoco es la primera vez que me arrepiento. A veces, los gatos se ponen en mi contra, haciendo que tenga el peor día o semana, aunque agradezco que esto rara vez sucede. Me dirijo al cuarto de Rubén para ver Netflix o jugar un poco con sus consolas.
(...)
—Si me hubieras hecho caso, habríamos ganado. —Refunfuña Alex, otro amigo nuestro, desde la cocina.
—No es mi culpa que me hayan disparado. —Encogi los hombros buscando palomitas de maíz.
Había invitado a Alexby a jugar unas partidas de Call of Duty. La idea era ganar para romper el récord mundial y obtener recompensas del juego. Todo iba según lo planeado, pero uno de ellos mata a Alex, poniéndome nervioso y termino siendo eliminado.
—Es tu culpa, te mataron por la espalda. —Alex cruza los brazos mientras pone las palomitas en el microondas.
—No es mi culpa que me hayas dejado con dos jugadores muy buenos en el COD. —Salgo de la cocina hacia la sala, notando la puerta principal abierta completamente.—Alex.
—Dime. —Se asoma desde la cocina.
—¿Cerraste la puerta cuando entraste? —Pregunto nervioso, buscando a los gatos a mi alrededor.
—No. —Responde confundido.—Pensé que tú la cerraste.—Se acerca y señalo la puerta abierta.
—Rubén me hará puré de manzana. —Trago saliva señalando a Raspberry en el mueble de la sala.—Vez, ellos no son capaces de hacerle eso a Rubén.
—Y Wilson, ¿dónde está Wilson? —Pregunto, recordando al gato obeso.
—No sé, debería estar en la habitación de grabación como siempre. —Dice Alex sonriendo.
Sin importarme lo que piense Alex, empiezo a buscar por la casa, en todas las habitaciones. El gato no está en ninguna parte del apartamento.
—Me va a matar, me va a matar, me va a matar. —Acepto en la computadora, imprimiendo fotos de Wilson para ponerlas en todas las calles posibles en Madrid.
—Mangel, el gato debe estar... —Interrumpe Alex.
—Shhh, shh, sh. —Le tapo la boca.—Lo que has hecho es comerte las palomitas mientras entro en una crisis de vida o muerte. —Cojo los papeles ya impresos buscando las llaves para buscar a Wilson por las calles.
—¿Qué vas a hacer? —Pregunta Alex siguiéndome.
—Voy a comer un lagarto de la calle, lo haré pincho a la parrilla y me lo comeré. —Digo hastiado, luego ponemos una cara de asco por las palabras.—Iré a buscar a Wilson.
(...)
Han pasado tres horas desde que iniciamos la búsqueda del gato. Los papeles se han agotado, Alex y yo estamos cansados y está oscureciendo. Me quedan unas horas antes de que Rubén llegue al apartamento y descubra que hemos perdido a Wilson.
—No te preocupes, Rubén te entenderá. —Anima Alex, pero eso no ayuda, sabiendo que he perdido al gato de mi mejor amigo.
—Sí, Alex, Rubén me entenderá cuando escuche la sentencia de encarcelamiento por haber matado a su gato. —Suspiro intentando calmar mis emociones. Un maullido suena y veo a un gatito obeso en la entrada de las escaleras.—¡Wilson! —Corro hacia él, lo tomo en mis brazos y lo abrazo como si fuera un peluche.—No me hagas pasar un susto así nunca más. —Lo separo de mí para verificar que esté en buenas condiciones. Mi móvil suena, interrumpiendo el momento más feliz de mi vida: es Rubén.—Buenas. —Contesto el móvil, entregándole el gato a Alexby.
—Quería saber cómo andas, Miguel.
—¿Por qué preguntas de mí? Debería ser yo el que te pregunte, Rubén. ¿Cómo va todo allá con la chamaca? —Pregunto mientras subimos las escaleras hacia el apartamento.
—Hasta ahora, ha sido estupendo. Desearía que estuvieras aquí para que veas la mansión que tiene.
—Bueno, será para la próxima. —Abro la puerta y entramos finalmente al apartamento.
—Y los gatos, ¿cómo va todo con eso? —Pregunta Rubén.
—Ah, los gatos, pues bien. —Miro a Alexby.—Pensaba que se pondrían en mi contra, pero como siempre, me equivoco jeje. —Río un poco sarcástico, observando a los tres gatos que están delante de mí.—¿QUÉ DEMONIOS? —Chillo, llamando la atención de Alex, a quien empiezo a golpear el brazo señalando a los tres gatos, dos de ellos de pelaje amarillo.
—¿Todo bien por ahí? Acabas de gritar, ¿qué pasó? —Pregunta Rubén.
—Eh, nada, Rubén, nada. Estoy viendo una película de terror y, ya sabes, me asusté. —Golpeo otra vez a Alex para que salga de su trance, intentando descubrir cuál es el gato verdadero.
—¿Ok? Mira, convencí a la chica para presentártela mañana por la tarde, así que prepárate.
—Eso es sorprendente, estoy súper emocionado por conocerla. —Golpeo a Alex señalando a Wilson, quien me mira confundido. Aparto el móvil de mi oído.—Wilson tiene un collar, busca el que no tiene ¡ya! —Le aviso y vuelvo a colocar el móvil en mi oído.—¿Decías?
—Me tengo que ir, iré a la pista de patinaje y no, no vayas. Quiero estar a solas con ella para conocerla mejor.
—Ok, ok, príncipe azul, no iré. —Veo a Alex señalar al gato sin collar y ambos corremos hacia la entrada, dejando al gato afuera.—Bueno, ya que todo está bajo control y los gatos están bien, me tengo que ir, Rubén. —Cuelgo la llamada, arrojando el móvil a un lugar donde no se pueda romper.
—Por fin todo vuelve a la normalidad. —Se sienta Alexby, riéndose de lo sucedido, y saco mi dedo central en señal de desagrado, ya que honestamente esto no tiene ninguna gracia.