🍑ATENCIÓN 🍑
Este capítulo posee contenido sexual, lea bajo su propio criterio.Los labios del padre Gabriel estaban sobre los de ella. Esta vez firmes pero tiernamente, justo como Leonie siempre había imaginado.
Él acunó la parte de atrás de su cabeza con su mano mientras profundizaba el beso. Tomando su labio entre los suyos, la probó y la sondeó, su lengua se entrelazó con la de ella.
Leonie sintió su corazón revolotear en su pecho. Él no estaba enojado con ella. A él le gustaba. La quería.
Estaba empezando a darse cuenta de la profundidad de lo que sentía por él, y era aún más de lo que pensaba.
Gabriel se interrumpió. -Te deseo tanto,- dijo. -Sé que está mal.- La besó de nuevo, aumentando en pasión mientras sus manos se movían sobre su espalda.
¿Cómo podría algo que se sentía tan bien estar mal?
Leonie cerró sus ojos cuando los labios de Gabriel encontraron su cuello. Lo sintió dibujar en su piel, lo que le hizo palpitar todo el cuerpo. Pero luego se detuvo
-No puedo dejarte una marca.
-Desearía que lo hicieras.
Su voz era la cosa más sensual que Gabriel había escuchado alguna vez. Si hubieran estado en un entorno un poco más cómodo, la habría acostado y la habría clamado. Le hubiera quitado la ropa, le haría el amor con cada centímetro de su cuerpo.
Nunca antes se había sentido así. Ni con Joanne, ni con ninguna de las novias anteriores que tuvo. Estaba más excitado e inflamado solo por besar a esta chica que por cualquier cosa que hubiera hecho con mujeres en el pasado. Sin siquiera hacerle el amor completamente.
Cómo anhelaba hacer eso. Incluso mientras lo imaginaba, la sombra de la iglesia y sus votos cayeron sobre la brillante escena. Él se alejó de ella.
-Sabes que una vez que regresemos, tenemos que olvidar esto,- le dijo.
Leonie parecía afligida. -¿Tenemos?
-Eres mi alumna, eres mucho más joven que yo y soy sacerdote. Ninguno de esos obstáculos es superable.- Gabriel se veía triste al decir esto.
Leonie abordó la primera. -En solo medio año ya no seré tu estudiante, y ya soy un adulto legal.
-Aún así no está bien.
-Si tuviera treinta años, y tú estuvieras, ¿qué?- Ella en realidad no sabía cuántos años tenía. Gabriel.
-Treinta y siete.
-Nadie pensaría nada de eso, ¿verdad? O si tuviéramos sesenta y sesenta y siete. O noventa y noventa y siete,- señaló Leonie.
Gabriel le retiró un mechón de cabello que aún se le pegaba a la cara, ahora seco de lluvia. -Pero no lo somos.
-Pero podríamos serlo. Lo seremos algún día.- Incluso si no estamos juntos, pensó Leonie.
Gabriel tuvo un repentino destello de estar con Leonie en diez, veinte y luego cincuenta años. Qué vida tan maravillosa sería, si fuera una posibilidad para él.
Pero no la era. Porque estaba la tercera cosa, lo que ninguno de los dos mencionaba. Porque no se podía sobrepasar. No podía pensar en eso. -Si tan solo.
-Por favor, bésame de nuevo. Si esta noche es todo lo que puedo tener contigo, quiero recordarlo,- dijo Leonie.
Gabriel no pudo resistirla o negarla. Él llevó sus labios a los de ella otra vez, la urgencia en él se alzó. Una noche, pensó. Tendría que confesar y hacer la absolución por ello de todos modos. Entonces, ¿por qué no ir por la ruina? Él la besó en los ojos, en la frente, en las mejillas. Llevó su boca a la de ella, cada vez más exigente, magullando sus labios.
La escuchó gemir y eso solo aumentó su ardor. Quería ser un hombre, un hombre normal, solo por una noche. Una hora, incluso.
El impermeable había caído de los hombros de Leonie así que lo levantó y lo extendió en el piso. Luego la puso sobre este. Él se recostó sobre ella, deseando que ella sintiera su peso, su poder. Ella había pedido esto. Aunque él no iría tan lejos , ¿cómo podría? Ella era virgen y era un paso demasiado avanzado.
Pero tenía la intención de acercarse.
-Llámame por mi nombre, Leonie,- murmuró en su oído.
-¿Gabriel?- Era incierto en sus labios.
-Gabe.- Él era una persona diferente. Él era su yo del pasado. Solo por esta noche, una última vez.
-Gabe.- Ella lo repitió y sintió que se quemaba por ello.
-Quiero clamarte, Leonie. Quiero acostarte en este piso, tenerte desnuda debajo de mí. Hacerte mía. Hacer que te des cuenta de lo que me has hecho.
Ella se estremeció ante la fuerza en sus palabras. ¿Realmente le haría eso?
Gabriel soltó su ropa al frente, desabotonó la blusa de su escuela, ahuecó su mano dentro de su sujetador. Moldeó su pecho en su mano, bajando sus labios sobre ellos. Mientras la atraía con firmeza en su boca, con su lengua girando y tensándola, Leonie sintió que las sacudidas iban desde su pezón hasta sus piernas.
Su otra mano fue por debajo de su falda, acariciando su muslo. Deslizó los dedos debajo de la tela de su ropa interior, donde ya estaba empapada. El calor y la humedad casi llevaron a Gabriel a la locura. Le rozó el pezón con los dientes y luego le devolvió la boca violentamente a los de ella, cerrando los dedos sobre su pecho. Lo apretó hasta que ella jadeó, amortiguada por su tacto.
Él necesitaba que sintiera su frustración.
Leonie no pudo resistir el toque de Gabriel. Era tan enérgico y asertivo, y cuando le hablaba, sentía que su interior se derretía.
Mientras yacía sobre ella, su cuerpo presionando el de ella, atravesándola a través de su ropa, sintió una momentánea ansiedad.
-¿No vas a...?
-Dios sabe cuanto quiero y va a tomar cada onza de autocontrol para poder contenerme, pero no voy a tomar tu virginidad, Leonie.
A pesar de que él dijo las palabras, y ella sintió su rostro sonrojado por la vergüenza, se dio cuenta de que ella realmente quería que él lo hiciera. -No me importaría,- dijo. Su voz era apenas un susurro.
Pero no podía ir tan lejos con ella. Incluso cuando deslizó un dedo dentro de ella y gimió de deseo, sintiendo su resbaladizo calor, se las arregló para resistir lo que cada célula de su cuerpo ansiaba.
Él la quería indefensa. Quería mandar su cuerpo para que ella recordara esto siempre, y el poder que él podría ejercer sobre ella si lo deseaba. En el fondo de su mente, sintió una punzada de conciencia, pero lo cerró furiosamente.
-Mírame, Leonie. Quiero que te corras por mí y digas mi nombre cuando lo hagas. No quiero que pienses en nadie más que yo, y en lo que te estoy haciendo.
Gabriel insertó dos dedos dentro de ella, su pulgar frotando contra el frente. Justo donde él sabía que la atraería. Instintivamente cerró los ojos y movió la cabeza hacia un lado, su respiración cada vez más irregular.
Forzó su rostro hacia él.
-Mírame. Di mi nombre.
-Gabriel.- Su voz era ronca.
-Dime lo que quieres,- exigió.
-Te quiero a ti. Y no quiero que te detengas.- Entonces, de repente, Leonie fue llevada al límite y gritó su nombre una y otra vez, retorciéndose bajo sus manos. Tomó posesión de su boca una vez más, apretó sus caderas contra ella, y sintió su propio orgasmo subir y pulsar a través de él.
Fue como ser un colegial nuevamente. Todavía estaba completamente vestido, y había perdido todo el control de su cuerpo.
Gabriel logró suprimir cualquier remordimiento directamente después. Eso podría venir mañana. En este momento él había cambiado a otro mundo. Un mundo de oscuridad y tentación. Un mundo en el que deseaba poseerla y controlarla, incluso mientras trataba de reverenciarla. Ella era la chica más bella y adorable que había conocido, y casi la quebrantó al darse cuenta de que algún día pertenecería a otro.
En este momento, incluso su fe, incluso Dios, no parecía suficiente compensación por eso.
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Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.
RomanceÉl es su profesor y su sacerdote... ¿Qué pasa cuando se enamoran irremediablemente? Un amor erótico, prohibido, el verdadero romance entre una estudiante estadounidense y un sacerdote católico. *** Esta es una traducción, pueden encontrar la novela...