Debería haber sido un gran alivio escapar de St Winifred's durante una semana y disfrutar de mucha más libertad en la casa de su abuela en Londres. Pero todo lo que Leonie quería hacer era ver a Gabriel. Incluso si no pudieran estar juntos, solo verlo en la escuela era mejor que nada.
Él había actuado lo más normalmente posible con ella en clase y en los ensayos. Pero hubo momentos en que se miraban el uno al otro, y ella supo que estaba pensando en el tiempo que habían pasado juntos. Esa noche, tormentosa, robada.
En un par de ocasiones, Leonie tuvo la tentación de esperar hasta después de la clase, quedarse atrás y simplemente estar en sus brazos. Estaba segura de que si lo hacía, él no sería capaz de resistirse a ella. Pero sabía que él se sentiría terriblemente después, así que se contuvo.
Una vez le pidió que se quedara después de los ensayos.
-Solo quería que supieras que esto no es fácil para mí. No quiero que pienses que simplemente te corté de mi vida,- dijo.
-Igualmente.- ¿Alguna vez sería más fácil?
-Lo siento mucho por todo. No tenía derecho a hacer lo que hice,- le dijo. -No como tu maestro, como tu sacerdote, como cualquier cosa.
No tenía nada de qué arrepentirse, pensó Leonie. -Esa única vez contigo es mejor que nunca haberlo estado,- le dijo.
Gabriel la miró. Sus ojos eran de un azul intenso. -Dios, Leonie...- Él se inclinó hacia ella.
Había pensado que podría besarla de nuevo, pero fueron interrumpidos.
Era Suki Laverne. -Lo siento mucho,- sonrió. -¿Espero no interrumpir los ensayos adicionales?- Puso un desagradable énfasis en estas últimas palabras. -Olvidé mi carpeta.
Gabriel se enderezó de inmediato. -¿Es esa de allá?- Indicó una silla cercana.
Si lo era. Suki tomó el objeto en cuestión y salió volando, con una sonrisa desagradable.
Gabriel se paró allí torpemente una vez que Suki se había ido. -Será mejor que nos vayamos,- dijo.
Leonie recogió sus propias cosas y lo dejó. Mañana por la mañana el conductor de su abuela la recogería, y no vería a Gabriel en diez días.
* * *
En Londres, la abuela de Leonie se alegró de saber que estaba progresando en sus estudios y que había hecho amigas que parecían adecuadas. -¿Serán esos los Davenports de Dorset? Una vieja amiga de la escuela se casó con un primo suyo. Debes invitar a Ifigenia a quedarse.
Leonie no tenía idea de quiénes eran los Davenports de Dorset. Figgy había dicho que su familia vivía en Somerset. En realidad había invitado a Leonie a quedarse a pasar las vacaciones, pero Leonie se había visto obligada a declinar, ya que sabía que su abuela la querría en Londres.
Tanto Figgy como Mai habían intentado persuadirla para que obtuviera el permiso de su abuela. Mai frecuentemente se quedaba con la familia de Figgy para descansos más cortos, ya que era demasiado lejos para volar hacia sus padres en Hong Kong. -Será mucho más divertido, las tres. Podemos visitar a tu abuela en Londres y ponernos al día con Harry.
La familia de Harry poseía una casa muy grande en el centro de Londres, así como una finca de campo. Leonie pensó que todo era muy estilo Jane Austen. Ella medio imaginó que los padres de Harry manejaban entre las dos propiedades en un carruaje tirado por caballos.
Pero había otra razón por la cual Leonie era reacia a quedarse con Figgy. El padre Gabriel solo tenía su dirección en Londres. Sabía que iba a estar esperando el correo todas las mañanas. Tampoco podía arriesgarse a que su abuela lo viera, en caso de que lo abriera. No estaba segura de si su abuela la fisgonearía o no, pero la caligrafía masculina definitivamente despertaría sus sospechas.
Ya era lunes, y todavía no hay carta. ¿Cuánto tiempo se tarda en enviar una carta por correo postal a Gran Bretaña? No era como si fuera un gran país. El martes Leonie hizo hincapié y se inquietó y despertó la desaprobación de su abuela en el desayuno.
-¿Qué ocurre? ¿Hay algún problema con tu comida?
-Está bien, gracias.- Dijo Leonie. -Me preguntaba cuándo podría llegar el correo.
-Viene a las diez en punto. ¿Esperas una carta o paquete?
-Tal vez. Una postal de una de las chicas que viajó al extranjero,- mintió Leonie.
Su abuela se veía perpleja. -Difícilmente podría pensar que ella tendría tiempo para escribirla, y mucho menos hacer que el servicio postal lo entregue. Necesitas adoptar más paciencia, Leonie. Es un error de los jóvenes en estos días, lo he observado a menudo.
Leonie puso los ojos en blanco y deseó poder adelantar el reloj. Parte del estrés impedía que su abuela llegara primero al correo. Trató de enterrarse en un ensayo sobre Las brujas de Salem, pero en lo único que podía pensar era en como el padre Gabriel la había agarrado esa vez en los ensayos. Qué cerca habían estado de besarla.
Y cómo se sintió cuando finalmente lo hizo...
Alrededor de las nueve y media su abuela se puso el sombrero y el abrigo. -Voy a ir a la centro, ¿quieres acompañarme? Necesito visitar el banco.
Leonie logró rechazar con elegancia, alegando que quería terminar su ensayo. -Casi termino lo olvidaré todo si rompo el flujo.
Impresionada por el compromiso de su nieta con sus estudios, la abuela de Leonie se fue a hacer sus recados.
Leonie escuchó a su abuela cerrar la puerta y sintió un gran alivio. No podía concentrarse en su ensayo, con el reloj progresivamente marcando diez. Finalmente oyó un ruido sordo y ligero y prácticamente se cayó de la silla corriendo hacia la puerta. No había nadie más en la casa que pudiera llegar hasta la puerta antes que ella, estaba siendo absurda.
Había una pila de sobres. Principalmente para su abuela: cuentas y cosas. Y allí, debajo de ellos, había un sobre blanco con su nombre y dirección escritos con su letra.
Leonie simplemente lo sostuvo por un tiempo. Y luego lo abrió y sacó el papel que había adentro.
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Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.
RomansÉl es su profesor y su sacerdote... ¿Qué pasa cuando se enamoran irremediablemente? Un amor erótico, prohibido, el verdadero romance entre una estudiante estadounidense y un sacerdote católico. *** Esta es una traducción, pueden encontrar la novela...