Cuando Leonie despertó a la mañana siguiente, momentáneamente olvidó dónde estaba. Se encontraba acostada en una cama cálida y suave, mucho más cómoda que los angostos lechos de hierro y los delgados colchones de St. Winifred's.
Había algo pesado sobre ella.
Era un brazo. El brazo de Gabriel.
Leonie nunca había despertado con un chico antes, así que esta era la primera vez. Se quedó tan quieta como pudo, tratando de evitar moverse para no molestarlo. Disfrutaba la cercanía de estar con él. Se sentía segura.
De alguna manera él sintió que ella estaba despierta y abrió los ojos.
-He soñado con esto,- le dijo.-¿Con esto?
-Despertar contigo.- Rodó para estar encima de ella y la besó.
Hicieron el amor y holgazanearon en la cama durante otra hora, ya que no había motivo para levantarse. Era domingo y tenían todo el día y la próxima semana entera para ellos solos.
-¿Tienes una cama doble en el presbiterio?- Leonie le preguntó.
-No, una cama individual extremadamente estrecha ¿Por qué?
-He fantaseado con escabullirme del dormitorio y unirme a ti. Excepto que no sabía qué ventana era la tuya.
Gabriel le dedicó una sonrisa traviesa, ociosamente rodeó su pecho con sus dedos. -Probablemente le darías al padre Stephen un ataque al corazón.
-Es más probable que él me dé un millón de avemarías,-dijo Leonie.
-Es la ventana de la izquierda cuando miras desde St. Winifred's. Pero, por el amor de Dios, no lo intentes. Es probable que la tubería de desagüe salga de la pared y caigas en picada hasta tu muerte.
Leonie arqueó su espalda mientras él la acariciaba. -Podrías dejar caer una escalera de cuerda.
Gabriel podría imaginarse explicándole al padre Stephen poqué había traído una escalera de cuerda con él. Ambos sabían que era una idea loca, el riesgo de descubrimiento sería demasiado alto. Pero era divertido especular sobre eso.
-Tendría que escabullirme antes del amanecer,- dijo Leonie. -¿A qué hora se levanta el padre Stephen?
-A las tres en punto si él está haciendo Laudes. De lo contrario, nos levantamos a las seis en punto, para la oración.
-Podría ser incómodo si regresa de Laudes y me encuentra en la ducha,- dijo Leonie.
-Aún más si me encuentra allí contigo. Sin embargo, actualmente está a cientos de millas de distancia, así que, ¿qué te parece tomar una ducha conmigo ahora?
Mientras permanecían de pie con agua caliente tamborileando, cubiertos de jabón, Gabriel consideró que era la primera mañana durante años que se había levantado sin rezar. Normalmente necesitaba orar tanto por la claridad mental como por sus devociones diarias.
Pero con Leonie, apenas se lo perdió. Estar con ella hacía que todo se sintiera claro. Se sentía bien.
¿No debería sentirse culpable por esto?
Estaban desayunando abajo cuando sonó el teléfono.
Leonie se congeló. Sabía que era su abuela o sus padres o la madre Benedict, aunque no había una forma racional de que ninguno de ellos pudiera tener el número. Lanzó una mirada de pánico a Gabriel.
El lo recogio. -¿Hola?- Entonces. -Iphigenia. ¿Está todo bien? Por supuesto, aquí está ella.- Le pasó el auricular a Leonie.
Sintiéndose temblorosa, Leonie tomó el teléfono. -¿Qué es? ¿Alguien se enteró?- Le había dado a Figgy el número de la cabaña por si había una emergencia.
-Nada de eso, ¡no te preocupes! Es algo bueno. ¿Tienes un Telégrafo contigo? ¿Un Sunday Telegraph?
-¿Un qué?- Leonie no tenía idea de qué estaba hablando Figgy.
-Es un periódico. Ve y compra uno, debe haber una papelería abierta cerca de ti. En serio, no lo pienses, pasa a la página cuarenta y seis.
Leonie estaba impaciente. -Dime, que entraré en pánico a menos que lo sepa.
Pero Figgy se mantuvo tan críptica como la Esfinge. -Ve a buscar una copia. Y llámame cuando lo hayas leído.
Colgando, Leonie transmitió las instrucciones a Gabriel. -Quiere que me consiga un periódico. No dijo por qué, excepto que era una buena noticia.- Tal vez St. Winifred's se había quemado. ¿Serían buenas o malas noticias?
-Voy a ordenar esto y luego iremos a buscar una copia,- dijo Gabriel.
-¿Estás seguro de que no te importa?
-Para nada. Necesitamos más suministros, de todos modos.
Su énfasis en los 'suministros' levantó la curiosidad de Leonie. -¿Suministros?
-No pensé que haríamos todo lo que hemos hecho. Dado que tenemos una semana juntos, probablemente necesite comprar una caja.
Se refería a condones. Leonie sintió que su cara se ruborizaba. -No puedes comprarlos todos. Debería comprar algunos.
-Gano salario, tú no. Soy yo quien se debe proteger, así que yo los compraré.
Leonie tuvo una breve y prohibida fantasía sobre Gabriel comprándolas con su ropa de sacerdote. Solo podía imaginar la mirada en la cara del farmacéutico. No se atrevió a sugerir esto, ya que probablemente sería una falta de respeto a su posición. Pero era muy divertido pensarlo, así como un poco excitante.
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Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.
RomanceÉl es su profesor y su sacerdote... ¿Qué pasa cuando se enamoran irremediablemente? Un amor erótico, prohibido, el verdadero romance entre una estudiante estadounidense y un sacerdote católico. *** Esta es una traducción, pueden encontrar la novela...