Capítulo 11

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Esa noche, Leonie soñó con el padre Gabriel. Ella estaba de pie en el banquillo de una sala de un tribunal y él presidía su juicio, vistiendo sus túnicas sacerdotales.

Él se veía severo y amenazador.
-Sabes que eres culpable,- decía, y sus ojos azules se hundieron en su alma

En su sueño, Leonie le suplicaba, pero no estaba segura de si rogaba inocencia o misericordia.

-Entonces pruébalo. ¡Ahora!- Le ordenó.

Luego se encontraban en alguna habitación trasera de la corte, solo ellos dos. Todo estaba completamente panelado en madera. No habían ventanas, no había puerta.

-Pruébalo,- dijo el padre Gabriel. Su voz estaba cerca de la orejad de Leonie. Estaba presionada contra la pared y el cuerpo del sacerdote estaba contra el suyo.

-Pruébamelo.

No sé cómo probarlo, Leonie pensaba. ¿Cómo puedo probarlo?

El Padre Gabriel podía leer sus pensamientos. -¿Así?- Dijo, una mano le levantó la falda. Presionando contra ella en un lugar íntimo, sus dedos girando alrededor.

-¡No, no lo hice!- Ella estaba gritando.

Su otra mano estaba sobre su pecho. Su tibio aliento sobre su cuello, ella podía sentir la dureza de su cuerpo musculoso contra el de ella. Su cuerpo palpitaba, deseándolo más cerca, deseando su fuerza y ​​su comando.

Sus dedos se enroscaron alrededor de su pecho. -Sé que lo hiciste, Leonie. Lo sé. Pruébamelo. Pruébalo.

Sus labios estaban más cerca, más cerca, casi tocando los de ella. Ella lo necesitaba...

De repente, la luz se encendió y Leonie se despertó, sobresaltada, al ver a Mai sentada en su cama mirándola.

Mai estaba frunciendo el ceño. -¿Estás bien? Has estado dando vueltas y gritando mientras duermes.

Leonie estaba mortificada. Sus confusos sueños aún corrían por su cabeza. ¿Había dicho algo en voz alta?

-Gritabas. '¡No lo hice!, ¡no lo hice!' ¿Acaso has asesinado a alguien?- Preguntó Mai.

La pregunta fue suficiente para hacer reír a Leonie y alejarla de las imágenes de su sueño.

-No, no. Estaba soñando con Las brujas de Salem. Creo que realmente me ha marcado.

-Tal vez el espíritu de Abigail te esté poseyendo. De todos modos, no importa, siempre y cuando estés bien. Dulces sueños. Mai volvió a apagar la luz y se acomodó. Ninguna de las otras se había despertado.

Leonie se acurrucó en ella misma. Si el sueño hubiera continuado, sospechaba que el Padre Gabriel hubiera realizado mucho más que un exorcismo en ella.

* * *

A la mañana siguiente, se subió la lista del elenco. Leonie se sentía tan enferma de nervios que ni siquiera podía desayunar.

Ya había una multitud reunida cuando llegó al tablón de anuncios. Su corazón se hundió al ver a Suki Laverne darse vuelta, con la cabeza en alto, con una expresión de triunfo brillando en sus ojos mientras lanzaba una mirada burlona a Leonie.

El sol salió del cielo y el día se volvió gris. Leonie sintió un peso.

Miserable, fue a ver la lista para ver si al menos le habían dado algo. Esperó hasta que el resto de la multitud se dispersara y fuera la última allí.

Escaneó los nombres, empezando por la parte superior.

Ahí mismo, en la parte superior...

Abigail Williams - Leonie Wilson.

¿Qué?

¿Para qué diablos había sido la expresión de Suki? Leonie supuso que debía haberlo malinterpretado. O fingido que no le importa dando una muestra de desafío.

Leonie miró más abajo en la lista. A Suki le habían dado el papel de Elizabeth Proctor, que todavía era una parte muy importante. Mai había sido seleccionada como Susan Walcott y Figgy no había logrado estar en la lista. Ella se sentiría aliviada y no decepcionada por eso, pensó Leonie.

Pero Leonie iba a interpretar a Abigail. Hizo un pequeño puñetazo aéreo mentalmente y luego se volvió para ver pasar al padre Gabriel. Gracias a Dios no había hecho el puñetazo de verdad.

Hizo una pausa cuando la vio.

-¿Supongo que has visto la lista?

-No puedo agradecerle lo suficiente. A usted y a la hermana Rosalind,- añadió rápidamente.

Gabriel sonrió. Lo hico tan extrañamente que le hizo algo dar vuelta al estómago de Leonie.

-No tienes nada de que agradecernos. Has ganado el rol por hacer la mejor audición. Espero que nos hagas a todas muy orgullosas.

-Eso haré. Lo intentaré.

Se quedaron allí por varios segundos, incapaces de dejar de mirarse el uno al otro. Leonie se sintió paralizada. Había pasado el punto de una pausa aceptable.

Gabriel logró controlarse. -Te veré en clase.

Invocando el pecado - Noël Cades (traducción) BAJO EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora