Tal y como dijo Elena la noche anterior,antes de quedarse profundamente dormida entre los brazos de Jesús, estos dos estaban dando vueltas por Mullingar con el propósito de encontrar la casa de sus suegros secundarios. Los llamaba suegros secundarios ya que no eran los verdaderos ni tampoco había tenido una relación con Niall.
-Yo juraría que es por aquí.-Dijo Jesús mirando el mapa.
-Jesús, cariño. ¿Me puedes explicar como hemos llegado a Mullingar sin perdernos hasta ahora?-Preguntó Elena con mayor delicadeza. -Tienes el mapa alreves.-Dijo Elena fulminandolo con la mirada.
-Ese fallo lo puede tener cualquiera.-Dijo Jesús tocandose la nuca. - ¿Cómo decías que se llamaba la calle?-Preguntó dandole la vuelta al mapa.
Elena se quedó en silencio mientras lo miraba. Jesús notó lo rápido que había cambiado la cara de Elena nada más preguntarle eso.
-Dejame el mapa.-Dijo Elena al no recordar el nombre de la calle.
Empezó a contemplar el mapa mientras Jesús la miraba confuso. ¿Por qué Elena se había puesto tan nerviosa cuando le había hecho una pregunta tan simple como aquella? Prefería no preguntar ya que no quería discutir en ese momento.
Media hora después por fin encontraron la calle y la casa indicada. Elena estaba nerviosa. Una de sus muchos propósitos se iba a cumplir en breves segundos. Tocó al timbre un par de veces pero nada, nadie abría la puerta. Decepcionada se volteó para mirar a Jesús.
-Creo que aquí no vive nadie desde hace muchos años.-Dijo Jesús.
- ¿Enserio? ¿Ahora te das cuenta?-Preguntó Elena decepcionada.
-Mira el lado bueno; has venido hasta Irlanda, estas en la ciudad de tu esposo secundario y acabas de tocar el timbre de su antigua casa. -Dijo Jesús acercandose a ella para abrazarla.
Elena se abrazó a Jesús. A pesar de haber conseguido todo lo que este la acababa de decir seguía decepcionada. Desde que era adolescente tenía aquel proposito y lo había cumplido, pero sus suegros secundarios ya no vivían allí.
Los días pasaron con lentitud para los dos jóvenes. Dentro de dos días debían volver a Sevilla junto a sus hijos. Jesús despertó a Elena con delicadeza. Antes de ello había subido el desayuno a la habitación. Ese mismo día hacía diecisiete años desde que se habían casado, y la semana siguiente hacían 29 años juntos. Que rápido había pasado el tiempo. Elena abrió los ojos al notar los delicados labios de Jesús rozar los suyos.
-Buenos días pequeña.-Dijo Jesús tras darle un beso.
-Buenos días Jesusiano.-Dijo Elena esbozando una sonrisa.
-Para que veas lo mucho que te quiero te he preparado el desayuno.-Dijo Jesús sentandose junto a ella en la cama.
- ¿Me lo has preparado? Yo juraría que solo has bajado a por él y me lo has subido.-Dijo Elena entre risas.
-Me has pillado.-Dijo Jesús haciendo un puchero.
Los dos desayunaron tranquilos mientras hablaban entretenidamente sobre todo lo que habían visto en Irlanda. Al terminar de desayunar Jesús se quedó mirando fijamente a Elena durante unos segundos.
-Vistete. En media hora te quiero en el vestibulo del hotel.-Dijo Jesús levantandose de la cama.
- ¿A dónde me vas a llevar?-Preguntó Elena esbozando una sonrisa.
-Eso es sorpresa, ya lo veras. -Dijo Jesú guiñandole un ojo.
Nada más irse Jesús de la habitación Elena aprovechó para darse una ducha rápida antes de nada. Después sacó de su maleta uno de los vestidos que le regaló Jesús en su anterior cumpleaños. Era blanco, muy parecido al que llevaba el día que fue al cine con el a ver Insiduos 2 y se calaron de arriba abajo. Acto seguido se maquillo y se perfumó. Finalmente se puso sus bailarinas, cogió el bolso y bajó al vestíbulo donde este la esperaba.