29.Capítulo

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Dos meses después.

Elena había sido translada al hospital de Sevilla ya que Londres les pillaba lejos a sus familiares.

Jesús, como cada día, se encontraba sentado en el sillón que había junto a la cama esperando a que ocurriera un milagro de un momento a otro.

La puerta de la habitación se abrió y entró Dani con un ramo de flores en la mano. Después, se acercó a la mesilla y las colocó en un pequeño jarrón que había.

-¿Cómo está?-Preguntó acercandose a su hermano.

-Como siempre.-Contestó desesperado. -Si no despierta en 24 h la desconectan.-Dijo cabizbajo.

-Va a despertar.-Aseguró Dani.

-¿Cómo estás tan seguro?-Preguntó alzando la vista para clavar sus ojos en ella.

-Elena es muy cabezona.-Bromeó intentando animar a su hermano gemelo.

La puerta de la habitación se volvió a abrir. Esta vez eran los padres de Jesús, Dani y Elena.

-¿Cómo qué la van a desconectar?-Preguntó Nuria acercandose rapidamente a la cama donde estaba su hija, con lágrimas en los ojos.

-Han pasado dos meses de lo ocurrido.-Contestó Dani. -No tiene salida.

Jesús al oir aquello comenzó a sollozar como si fuese un niño pequeño. La mujer que había cambiado su vida de la noche a la mañana estaba apagandose poco a poco.

Uno de los médicos que andaba dando vueltas por planta entró a la habitación con el fin de informarles lo siguiente.

-Dentro de una hora se le desconectará. -Informó  serio. -Si quieren despedirse de ella vayan haciendolo.

Todos los que se encontraban en la habitación se miraron entre ellos. Finalmente clavaron sus miradas en Jesús.

-¿Qué pasa?-Preguntó aturdido al ver que todos le miraban. -Prefiero ser el último.

Salieron de la habitación todos en silencio, excepto Nuria y Ángel ya que querían despedirse de su hija.

Poco a poco, tanto familiares como amigos, fueron despidiendose de ella. Era duro saber que Elena estaba a punto de irse, y esta vez para siempre.

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-Jesús, despierta.-Le susurró Dani, tocandole el hombro para que se despertara. -Es tu turno.

Este abrió los ojos rapidamente al oir aquello. El momento que tanto temía había llegado.

Se levantó de una de las muchas sillas que había en la sala de espera con el fin de pasar a la habitación donde estaba Elena para despedirse de ella.

Entró a la habitación en silencio. Miró el reloj con nerviosismo y comprobó que en tan solo veinte minutos su esposa iba a ser desconectada.

-No se por donde empezar.-Admitió sentandose junto a ella en la cama, de mientras le acariciaba la mano. -Como sabes nunca se me ha dado bien hacer discursos.-Dijo limitandose a sonreir falsamente, a la vez que por su rostro empezaban a caer lágrimas. -Si no preguntale a Paula y a mi hermano lo bien que me salió el día de su boda.-Sentenció tras soltar una carcajada. -El caso es que nadie es perfecto; ni tu, ni yo. -Admitió secandose las lágrimas. -Pero aún por encima de todo las personas se acaban enamorando de las imperfecciones de otras personas.-Dijo con la voz entrecortada.

Jesús dejo de hablar por falta de aire. Entre la llorera que se estaba metiendo y el miedo que tenía de no volver a ver su preciosa sonrisa, estaba destrozado.

-Quiero que sepas que pienso quererte pase lo que pase. Sin tí mi vida no tendría sentido así que por favor, no me dejes de está manera. Tus hijos y yo estamos deseando que vuelvas a casa. Echan de menos que los Sábados por la mañana juegues con ellos en la cama en cuanto te despiertan. Yo también echo de menos muchas cosas. Entre ellas ese extraño pero a la vez gracioso mote que me pusistes al equivocarte en un exámen de nombre: Jesusiano. ¿Lo recuerdas? Eres fuerte, sobre todo cabezona, así que por favor haznos el favor y despierta. Te necesitamos más de lo que te imaginas-Soltó Jesús a falta de aire.

Depositó un beso en la mejilla con delicadeza. Se la veía débil, pero a la vez frágil.

Se levantó de la cama con cuidado ya que tenía la vista nublada de tanto llorar.

Sin soltar la mano, se arrodilló ante ella de mientras acariciaba la mano.

-No puedo estar sin ti ni un segundo.-Admitió Jesús entrelazando su mano con la de ella.

El dedo índice de Elena se movió. Jesús, al sentir el tacto suyo, alzó la cabeza para mirarla.

Elena se estaba moviendo. Comenzó a mover, poco a poco, los demás dedos con delicadeza.

Jesús al ver que se estaba moviendo no pudo evitar sollozar de alegria. Segundos después, Elena, dejo de moverse y este se alarmó.

La maquina comenzó a pitar de tal manera que un par de médicos entraron rapidamente a la habitación.

Jesús, como despedida, decidió depositarle un beso en la comisura de los labios antes de que lo echaran de la habitación. Cosa que fue buena idea.

La maquina dejo de pitar nada más recibir el beso por parte de Jesús. Ese beso, el cual estaba lleno de sentimientos, hizo que Elena abriera los ojos para la sorpresa de su marido.

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¡Nuevo capítulo!

Es corto, lo se, pero si llego a hacerlo más largo no se que hubiera sido de mi.

Aún así espero que os haya gustado mucho, mucho, mucho el capítulo. Aquí no es que tenga mucho wifi así que me las he tenido que apañar para subir el capítulo.

pd: Necesito vuestra ayuda. Me gustaría saber vuestra opinión sobre las tres novelas relacionadas con Inevitable (Inevitable, Mientes y Ni un segundo). Así que dejarme un comentario abajo para saber lo que puedo mejorar en las siguientes novelas que tengo en mente.

Un beso enorme

Ni un segundo (Daniel y Jesús)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora