Ya eran las 8, Gaeul, quien, si no fuera por su estricta regla auto-impuesta de no crear ningún tipo de lazo fraternal, seria como una hermana mayor para él, había llegado puntual como siempre a arreglar el desastre en la lujosa casa que mandó a construir para sí mismo.
Se consideraba un tipo afortunado rodeado de infortunios.
Para sus cortos 22 años era un renombrado profesional y dueño de uno de los más grandes centros de rehabilitación integral de Corea.
Sus pares constantemente lo llamaban excéntrico e inteligente pero, aquellos adjetivos quedaban cortos.
El era un genio y la fortuna que recibió tras ese maldito día no fue usada en vano, ese era su propósito desde entonces.
En una acostumbrada y fría despedida se alejó de Gaeul para dirigirse a la puerta, retocando su traje azul marino que le sentaba de maravilla resaltando sus dorados cabellos, mordió sus rosados y carnosos labios en señal de aprobación para luego, mientras colgaba de su nariz unas gafas oscuras, presionar las llaves del auto que lo esperaba afuera.
Hoy manejaría por sí mismo, por lo que avisó a su chófer se diera el día libre.
—9:20— perfecto.
La autopista se hallaba atestada en gente y autos, esto comenzaba a ser exasperante.
Tras el tercer semáforo en rojo que lo detenía, miro sus dedos presionar con fuerza a un inocente volante.
Cuando, luego de suspirar levanto la vista que había bajado a sus pies para percatarse de que mucha sangre había comenzado a escurrir de sus manos ensuciandolo todo a su paso.
A pesar de la hora y que era de mañana todavía, todo se oscureció dentro de su auto y se vio entre paredes verdes que comenzaban a ser manchadas violentamente de sangre.
Un inocente Jimin de 9 años vio caer la cabeza de su madre degollada frente a él, viéndola morir de la misma forma en la que una rosa es cortada sin razón y el brillo de sus ojos desaparecía en lo que sus labios pronunciaban un ultimo "te amo hijo".
Con sus pequeñas manos suplicantes de respuestas la abrazó pidiendo que no lo dejara, para luego refregar sus ojos presos del llanto.
Entre sollozos, descubrió sus ojos del agarre para encontrarse con la luz del sol y el semáforo en verde junto con desesperados conductores tocando bocinas para que retomara el volante.
Lo despertaron de la ensoñación.
No, ya no eran ensoñaciones.
Estaba alucinando y cada vez era peor, saco su mano por la ventana señalando el dedo medio como insulto y acelero.
Se sentía aturdido. Cansado.
Se preguntó cuánto tiempo hacía falta para que estos episodios se volvieran tan constantes y erráticos que le quitaran lo ultimo que le quedaba.
Su imagen.
La fachada que lo ayudaba a mantener cierta relación con el resto del mundo.
Era increíble lo mucho que había progresado con su problema social, tras estudiar lo suficiente como para graduarse de medicina y especializarse en psiquiatría en tan solo 7 años.
Su paso por la universidad lo había obligado a volver a hablar.
Entablar conversaciones que, aunque fuesen instrumentales, eran hablar con gente.
¿Eso cuenta? Debiese contar.
Hoy en día no solo le era fácil hablar con los demás, si no que además, ya podía manipularlos a su antojo dependiendo de las necesidades y circunstancias.
La gente, la masa era estúpida.Pensó en su pobre intento de olvidar lo que acababa de ocurrir.
No estaba funcionando.
De pronto se sentía rodeado de la palabra "muy". Muy cansado, muy asustado, muy abatido. Muy solo.
Regresando de sus pensamientos a la realidad,se encontró cerca de su destino antes de lo previsto y aunque faltaban 20 minutos por fin sabría quién estaba detrás del maldito mensaje.

ESTÁS LEYENDO
The Guest
Fanfiction"¿Que tan dispuesto estas a vivir?" Warning: * Suspenso *Trastornos Mentales *Escenas Sexuales *Violencia Física y Psicológica * Lenguaje explicito