La Verdad Duele

136 20 0
                                    

CAPITULO XI

13 de mayo de 1868.

01:35 p.m.

La luz del día comenzó a entrar por la ventana atravesando las cortinas, con los ojos encandilados por el sol, los abrí lentamente restregándolos a medida que me inclinaba hacia adelante para sentarme, miré alrededor y recordé que aún seguía en la habitación de Ezio, no sabía ni qué hora era, pero tampoco era algo que me preocupara.

Por lo que pude escuchar había gente en el comedor lo cual no me sorprendió, a excepción de algo que se encontraba en la cama y un objeto junto a un sobre en la mesa de luz.

En la cama había un bulto emplumado que era Arquimier durmiendo en los pies de la cama como un ángel, lo vi tiernamente y decidí dejarlo dormir tranquilo, teniendo el cuidado de no moverme demasiado tratando de alcanzar la pequeña caja y el sobre junto al porta vela, tomé ambas cosas y antes que nada observé el sobre y no tenía firma, solo sé que estaba dirigida a mí.

Cuando lo abrí y leí la carta se podía apreciar lo siguiente...

Querida princesa, espero que esto sea de tu agrado y demuestre mi arrepentimiento ante semejante acto de idiotez, me gustaría que vengas hasta café du matin, te estaré esperando.

En otras palabras simplemente te pido que me perdones...

Al terminar de leer antes de poder bajar de la cama abrí la caja y dentro se encontraba un anillo de oro con una piedra encima, mi expresión fue atónita al verlo, por otro lado en el piso se encontraban pétalos de rosas formando la palabra Victoria.

Miré confundida arrugando el ceño, sacudí mi cabeza, me vestí para bajar y encontrarme con casi todos abajo, digo con casi todos porque faltaba gente, Edward me saludó junto con el resto, volteé a mirar a Ezio sin expresión en el rostro, lo incité a que me acompañe hasta arriba, al subir las escaleras lo hago pasar a su cuarto y cierro la puerta.

-Ezio ¿vos tuviste algo que ver en esto?-.

-Emmm... no-. Decía confundido al igual que yo.

-¿Arno donde esta?-.

-Salió hace rato, aun no volvió ¿Por qué? -.

Le mostré a Ezio la sortija con una cara seria y el sorprendido, pero a la vez extrañado preguntó - ¿y ese anillo? -.

-Estaba acá en tu mesa de luz, y no es lo único, estaba junto a esto, y eso en el piso-.

Ezio mira la carta y los pétalos en el suelo.

-Arno...-. Dice sin demostrar interés.

-Ahora vengo me tengo que ir-.

Bajé nuevamente como una cabra, Edward me ve fijamente, pude observar a Jacob entusiasmado por algún extraño motivo, rápidamente pregunté...

-¿Qué sucede que estas tan alterado?-.

-Ya firmé los papeles de la fábrica, ya está a mi nombre y también al de mi hermana, y no solo eso, también vine con esto para la base-.

Jacob enseña un montón de monedas arriba de la mesa.

- ¿Y eso de dónde salió? -.

-Digamos que con unos colegas le sacamos una pequeña parte de su fortuna a unos templarios que andaban rondando por ahí-.

- ¿Entonces me estás diciendo que esta plata es robada? -.

-En parte si-.

-Vos sabias que esto en realidad es plata del pueblo que los templarios se la robaron-.

El Grito Del ChimangoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora