Uniendo Piezas

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CAPITULO XII

En la base con la llegada de Connor y mi primo, Edward preguntó un poco confundido.

- ¿Volvieron tan pronto? -.

-Si-. Dijo Connor mientras de su abrigo revelaba los papeles.

-¿Por qué?-.

-Por esto- decía mientras le entregaba los registros a Edward.

-Creo que tenemos un problema-.

Edward lee el contenido de los documentos y al finalizar dice lo siguiente -solo hay registro de salida desde Honduras hasta Francia... esto no fue para buscar la llave-.

-Hay más gente metida en todo esto-.

Edward levanta las cejas -no sé si vamos a poder nosotros solos, sabiendo que son miles de templarios y todos armados hasta los dientes, además de que el grupo está más dividido que una mandarina, nos tenemos que dar prisa si queremos seguir vivos-.

-¿Qué sugieres que hagamos?-.

-Déjenme una semana para planear una estrategia, si en ese tiempo no conseguimos saber dónde se encuentra Albert, vamos a tener que ir por Federico y hacerlo cantar, no tenemos muchas opciones ni tampoco tiempo, los templarios están trabajando mucho antes de que nosotros llegáramos aquí-.

Ezio volteó a ver a Edward con los ojos entrecerrados, no dijo ni una palabra, pero por su cabeza giraba una gran preocupación, ante eso rayó la mesa con uno de los cuchillos que tenía en mano.

En ese preciso instante llega Altaïr un poco nervioso al dirigirse a nuestro mentor.

-¿Altaïr... te pasa algo?-.

-No me gustó lo que escuché en el recinto de Shay-.

-¿Qué escuchaste?-.

-... al parecer hay más templarios bajo las ordenes de Albert, Shay no es uno más del montón, dirige sus propias tropas, pero al parecer no son francesas, y no solo eso, llamó maestro a un tal Haytham y él es su discípulo... pero lo que más me preocupa es que se avecina una tercera revolución francesa-.

Edward y Connor voltearon a verlo con los ojos abiertos como bolas de boliche.

-¿Cómo dijiste que se llama?-.

-Haytham-.

Edward volteó a ver con la vista perdida mientras cerraba los ojos y colocaba una mano en su cara, por otro lado, Connor frunce el ceño, tira la pistola en la mesa y se dirige a las escaleras para ir a su habitación.

-No puedo creer que este metido mi hijo en esto-.

- ¿Es tu hijo? -. Preguntó sorprendido Altaïr.

Él asiente con la cabeza.

-No puedo permitir que le pase nada-. Decía angustiado y preocupado al mismo tiempo.

-¿Ahora entiendes lo que se siente tener a un ser querido del otro lado?-. decía Ezio.

-Cuando yo mencioné a tu hermano jamás dije que lo íbamos a matar-.

Ezio lo ve seriamente y luego le entrega la carta que le había otorgado.

-¿Qué es esto?-.

-Ábrelo y sabrás-.

-Ábrelo y sabrás-

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