Llegada a El Cairo

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CAPITULO VII

28 de abril de 1868.

Pasaron los días más rápido de lo que pensé, llegamos al próximo puerto y Edward recibió el barco que había pedido con anticipación, pero antes hicimos una parada en un bar cerca del puerto donde los muchachos pidieron cerveza y yo solo tomé un café mientras Ezio me acompañaba. Volviendo a levantar el campamento partimos hacia El Cairo, al cabo de dos semanas llegamos al puerto de Egipto, pero en el transcurso del viaje parece que parte de la comida que habían empacado estaba en mal estado y yo fui la primera en comer esa tanda, junto con Edward y Jacob por lo que nos descompusimos, al principio se me había venido por la mente que había alguien realizando actos de conspiración y envenenó la comida, pero descarte esa idea, hacía falta echar un vistazo y sentir el aroma, aunque no se apreciaban mucho y las reservas se acaban por lo que no teníamos mucho, antes de irnos cuando habíamos hecho la pequeña parada los muchachos aprovecharon para ver armas, municiones y comprar algunas con el poco dinero que habían llevado consigo.

Al llegar al destino se podía apreciar que habían dos naves de procedencia templaría abarcadas en la orilla, estábamos más que seguros que los templarios se encaminaban hacia las pirámides.

Edward ordenó a los marineros atar al barco y a Ezio y a mí que nos quedáramos a vigilar la nave, algo bastante molesto, era el calor sofocante que había en la zona, podría jurar que tenía ganas de tirarme al mar y quedarme debajo del agua por una hora, aunque me ahogara, pero sinceramente era un horno, o como estar en el auténtico infierno.

-Hace calor eh-. Decía Edward mientras se le caía una gota de sudor de la frente.

-Yo les aconsejaría que se quiten la mayor cantidad de ropa que puedan, porque en este trayecto se van a morir-. Dije mientras me daba viento con la mano.

-Ella tiene razón, nos vamos a cocinar como pavos con todos estos trapos encima-. Dijo Connor.

Los muchachos dejaron sus abrigos dentro del camarote donde nos encontrábamos sentados Ezio y yo.

-No se distraigan y tengan cuidado-.

-No te preocupes princesa por eso somos asesinos-. Decía Edward mientras se retiraba junto con el resto para poder emprender un camino no muy largo a caballo junto con sus compañeros.

(En el barco).

Permanecía sentada con los brazos cruzados apoyados en el escritorio al igual que mi cabeza, Ezio se balanceaba en la silla, volteó a verme para preguntarme...

- ¿Estás bien? Te he notado rara estos últimos días-.

-Estoy bien, estoy bien- decía sin levantar la cabeza.

- ¿Segura que no pasó nada que no me haya enterado? -.

Yo negué con la cabeza.

- ¿Ni siquiera con Arno? -.

Volteé a verlo disimuladamente para que no levantar sospechas.

Volteé a verlo disimuladamente para que no levantar sospechas

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