- : veintiuno : -

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¿está mal que piense sólo en volver a besarte?

mordí mi labio inferior al releer el mensaje de Lucy, sintiendo como mis mejillas ardían. resulta que después de los besos y las confesiones, decidimos que seríamos pareja. pero, por ahora, yo quiero mantenerlo en secreto. al contrario de ella.

¿está mal que piense en tus labios?

tecleé, envié el mensaje antes de arrepentirme. escondí mi rostro en la almohada que tenía contra mi pecho, Lucy me idiotizaba.

estamos iguales, lindura.

y ahí está de nuevo aquel apodo. solté un pequeño suspiro, apoyando mi espalda en el colchón y sintiendo mis mejillas arder nuevamente. bloqueé mi teléfono y salí de mi habitación para tomar una ducha, después de todo, ya estaba anocheciendo.

mientras me duchaba, miles de imágenes acerca de mí y Lucy dentro de ese pequeño espacio, mojadas y... desnudas. sacudí con la cabeza, con las mejillas sonrojadas. ¿por qué era tan pervertida?

salí de la ducha y me dirigí a mi habitación, colocándome mi pijama y luego tomando nuevamente mi teléfono, notando que no había respondido el mensaje de Lucy.

mañana nos veremos de nuevo.

y podremos quitarnos las ganas, ¿verdad?

sí...

no volví a contestar los mensajes, simplemente me cubrí con el edredón hasta la nariz y me dispuse a dormir, a pesar de que se me hacía algo difícil. después de todo, en lo único que podía pensar en ese momento era en Lucy.

— :: —

Thomas nos llevó a mí y a Mia a la escuela, le agradecí en el momento que estacionó su auto, antes de bajar del vehículo. hice lo de siempre, ir a mi casillero y acomodar mis libros, con la diferencia que obtuve un pequeño beso de bienvenida por parte de Lucy.

— te dije que quiero mantenerlo en secreto y me besas en medio del pasillo. – hablé entre risas, realmente no me había molestado aquello, es más, me había encantado el que lo hiciera.

— lo siento, no me resistí lindura. – ella sonrió, abrazando mis hombros mientras caminábamos hacia clase.

— ¿no le has contado a nadie, verdad? – Lucy negó con la cabeza ante mi pregunta.

— no te preocupes, lo mantendré en secreto si así lo quieres. – besó mi frente y yo sonreí, notando que se separaba para ir a su pupitre apenas entramos en el salón.

— :: —

oh dios.

— d-detente, Lucy. – jadeé, mientras sentía como comenzaba a besar lentamente mi cuello. coloqué mis manos en sus hombros, intentando apartarla. pero ella simplemente tenía más fuerza que yo.

— es una biblioteca, guarda silencio. – murmuró contra mi cuello, antes de morder la piel de esa zona, ganándose un jadeo por mi parte. estaba acorralándome contra una de las estanterías.

— ese chico no está viendo. – hablé, mientras notaba como un chico pelirrojo nos observaba con atención.

— qué pervertido. – habló ella y yo alcé las cejas.

— lo dice quién me está haciendo chupetones en una biblioteca. – Lucy se encogió de hombros, antes de volver a su posición original. soltó una pequeña risa, antes de tomar un libro y colocarlo frente a nuestros rostros. – así no podrá vernos. – habló, antes de unir sus labios con los míos.

correspondí de inmediato ese beso, notando que no era para nada suave, la otra mano de Lucy se colocó en mi cintura, atrayéndome a ella. noté que el chico pelirrojo simplemente se había ido, por lo que lancé el libro que ella estaba sosteniendo a algún lugar, antes de hacer que rodeara mi cintura con ambos de sus brazos, al igual que yo acababa de hacer con su cuello.

sentí cómo Lucy me mordía el labio inferior, antes de introducir su lengua en mi cavidad bucal, provocando que un audible jadeo escapara de mis labios, lo que hizo que tirara con suavidad de uno de sus mechones rubios. ella le quitó importancia a ello, comenzando una guerra entre las lenguas de ambas que provocaba que me sintiera aún más acalorada.

sentí cómo se separaba de mí y limpié mis labios con el dorso de mi mano, mientras mi brazo continuaba alrededor de su cuello. Lucy sonrió ampliamente, aunque su respiración estaba igual de agitada que la mía.

— ¿ya se te quitaron las ganas? – preguntó, noté que se refería a los mensajes que nos habíamos enviado la noche anterior. negué frenéticamente con la cabeza. – oh, tendremos que besarnos de nuevo. qué mal. – habló y yo solté una pequeña risa, antes de sentir como unía nuestros labios una vez más. 


lindura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora