- : treinta y cuatro : -

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pasé saliva, notando que Lucy parecía no querer apartar su mirada de mis labios, continuaba observándolos detenidamente, mientras yo intentaba dejar de balbucear para darle una respuesta. alzó su mirada, haciendo que sus lindos ojos dieran con los míos y aquello aumentara mis nervios.

— ¿puedo, lindura? – casi quise gritar al oír aquel apodo, me encantaba cuándo me llamaba así y ella estaba enterada de aquello. suspiré y cerré el libro, apartándolo y asintiendo con la cabeza, antes de levantarme de mi asiento y sentarme en el regazo de Lucy, no tardando mucho tiempo en unir mis labios con los de ella.

las manos de la rubia fueron de mi inmediato a mi cintura, pegándome a su cuerpo. el beso al principio era dulce y lento, pero aquel ritmo no duró demasiado tiempo puesto que yo mordí el labio inferior de Lucy, provocando que ella jadeara y volviéramos a unir nuestros labios, ésta vez, uniendo nuestras lenguas al beso. sentí cómo sus manos bajaban hasta mi trasero y daba un pequeño apretón, antes de meter éstas debajo de la falda que estaba utilizando ese día, acariciando mi piel.

gemí contra su boca, sintiendo cómo bajaba sus besos por mi cuello, mientras masajeaba de manera lenta mis muslos y trasero.

— te necesito, Ava... — oí que susurraba, dejando que su aliento y labios rozaran con la piel de mi cuello, a lo que jadeé nuevamente. – lo siento, perdóname...

— b-bien...

— ¿quieres que siga? – apreté los labios al oír su pregunta, tardando unos pocos segundos en responder con un asentimiento de cabeza.

Lucy continuó repartiendo aquellos besos y lamidas por todo mi cuello, mientras sus manos iban a mi blusa y comenzaban a desabrochar los primeros botones. la detuve, tal vez habían cámaras. sabía que la bibliotecaria no hacía revisiones y no había nadie allí, pero igualmente no quería que ambas fuéramos descubiertas.

— ¿podemos ir a tu auto? – pregunté, sintiendo cómo mis mejillas ardían debido a mi propia pregunta. aquello pareció hacer que Lucy se alegrara, por lo que asintió y volvió a acomodar mi blusa, recogiendo todas las cosas y saliendo de la biblioteca.

ambas entramos a su auto y ella condujo hasta estacionarse en un lugar dónde no había nadie. mordí mi labio inferior, antes de sentir cómo bajaba su mano hasta desabrochar mi cinturón de seguridad y tiraba hacia atrás su asiento, subiéndome nuevamente a su regazo.

volvió a besar mi cuello y yo aferré mis manos a sus hombros, mientras sentía cómo sus manos volvían a quitar mi blusa, ésta vez por completo. hizo lo mismo con mi sujetador, lanzando ambas prendas al asiento trasero de su auto, antes de bajar sus besos y lamidas hasta mis pechos, provocando que yo mordiera mi labio inferior con fuerza al intentar no gemir.

arqueé la espalda al sentir cómo succionaba con fuerza uno de mis pezones, al mismo tiempo que sus dedos pasaban por encima de mi ropa interior, la cuál podía sentir húmeda. mis manos fueron a su cabello, empujándola más contra mis pechos. Lucy apartó mi ropa interior y comenzó a hacer lentos círculos alrededor de mi clítoris, los cuáles provocaron que yo me sonrojara y comenzara a jadear más sonoramente.

sentí cómo uno de sus dedos hacía presión en mi entrada, mientras ella continuaba haciendo aquellos círculos y dejando chupetones en mis pechos. hubiéramos continuado, sino hubiera sido porque mi teléfono comenzó a sonar.

suspiré y Lucy bufó, apartando su mano de mi ropa interior y colocando sus manos en mi cintura nuevamente, pero no detuvo los besos que estaba depositando en mis pechos, cosa que provocaba que me estremeciera y mis pezones se endurecieran más, cosa que ella notó.

— mamá. – hablé entre dientes, intentando decirle a Lucy que se detuviera con la mirada, pero ella estaba demasiado concentrada en su labor.

— ¿podrías comprar filetes de camino a casa? para la cena. – dijo mamá y yo asentí, apretando los labios.

— s-sí, no hay prob-... — jadeé. – problema, mamá...

— ¿estás bien? – preguntó mi madre y yo respiré profundamente al sentir que Lucy comenzaba a succionar aquel pequeño botón rosado.

— s-sólo me golpeé y no quería gritar. – mentí y escuché las pequeñas risas de Lucy, antes de colgarle rápidamente a mamá. – debo ir a casa, ¿me llevas?

— claro, cuándo terminemos. – respondió, antes de volver a retomar su labor, provocando que comenzara a gemir.

lindura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora