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Lex anduvo muy violento todo el día, tanto conmigo como con lo pacientes. Así que se ganó una sanción de horarios extra. Yo seguía devastada por la pérdida de la madre y los bebés, no tenía con quien ir, pues mi hermano desapareció de mi vista en cuanto el final del turno llegó, George está con una chica llamada Callie, Izzie está con su novio, Cristina está con Burke y Meredith... ni idea, supongo que visitando a su madre.

Así que al bar de Joe se ha dicho. Él siempre nos escucha. Aunque no entienda lo que le decimos por usar términos médicos, siempre escucha lo que le decimos y se lo agradezco.

Entré, haciendo sonar la campanilla, anunciandole a gente desconocida que estoy aquí, despedazada, derrotada y con ganas de perder el conocimiento.

Fui y me metí al baño, me lavé la cara, me traté de relajar y salí, para sentarme en un banco de la barra. Y simplemente me quedé sentada ahí, comiendo cacahuates hasta que Joe se acercó.

—¿Lo de siempre?—me cuestionó Joe.

—Sí... no, bueno sí, pero al doble.—le pedí.

—Bueno, va a la casa, solo porque no luces nada bien.—accedió, y se giró a servir tragos.

La puerta del baño de hombres rechinó, y como usualmente lo hago, lo ignoré. Porque una mirada y ya creen que quieres acostarte con ellos.

Ese hombre que salió del baño suspiró, y se sentó en el banco que está junto a mí. Joe me dio el tragó, lo levanté y me lo tomé de golpe, sentía la mirada del hombre, así que giré a verlo y en cuanto lo reconocí rodé los ojos.

—¿Qué haces aquí Mark?—le cuestioné.—¿Por qué no te has largado de una buena vez?

—No pensaba hacerlo. No hasta que tú vayas sentada a mi lado en el vuelo.

—Eso jamás pasará... No ya en serio, ¿por qué sigues aquí?

—Mi vuelo no despegó por el clima.

—Mark... no hay ni una sola nube, cosa que pasa dos malditas veces al año aquí en Seattle.—Ni siqueira sé porque sigo discutiendo con él, más importante, ¿por qué le estoy dirigiendo la palabra.

—Hay un tifón en Nueva York.

Rodé los ojos, esa es una razón válida para que el avión no despegue.

—Toma otro trago, yo invito.—me comentó.

—No tomaré. Bueno sí lo haré, pero no me involucraré contigo.

—Joe... dale lo mismo, yo pago.—dijo Mark con un suspiro, así que yo lo imité.

Joe me dio el trago y simplemente me le quedé mirando, ¿qué estoy haciendo? Mark pasó un mechón de cabello por detrás de mi oído. Eso provocó que me tomara el trago de golpe. Con su dedo indice acarició mi mejilla, hasta terminar en el filo de mi mandíbula.

No, no, no, no.

Le hice una señal a Joe para que me trajera otro trago, el cual me tomé a penas llegó.

Y así, hasta que perdí la cuenta.

Y bueno, yo sigo discutiendo con Mark.

—Podemos arreglar lo nuestro.

—No, no podemos, porque ya no existe nada. Debes regresar a casa, ya vete.

—Regresa conmigo.—volvió a insistir.

—Estás loco. No volveré...—decía, pero acercó su banco más al mío, haciendo que nuestros rostros estuvieran casi tocándose, así que me hice para atrás.—No volveré a Nueva York, ni lo sueñes.

Heartbeat. |Alex Karev y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora