Jack

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To: Dashi


Buscar un regalo nunca fue tan frustrante como el 14 de febrero, por alguna extraña razón ese día era el más complicado para Kagami, era fácil en los cumpleaños, navidad y hasta en los aniversarios, pero el catorce era un reto. Una proeza encontrar algo que no fuera ni muy cursi ni muy soso. El pelirrojo había comenzado su búsqueda desde mediados de enero. Nada le gustaba. Cuando salía trataba de notar los pequeños cambios en su pareja al ver algo.

Nada le llamaba lo suficiente, sin embargo, los dioses escucharon su ruego.

En una ocasión que regresaba del trabajo, encontró a su pareja en la cama, la canción proveniente de la habitación se le hacía conocida, pero justo antes de entrar este la había quitado. Le observó dudoso.

–Me aburrió, ¿qué harás para cenar? Muero de hambre.

El chico salió de la habitación apagando la televisión en su camino. Le siguió a la cocina y no volvió a preguntar. Una semana después la suerte le volvió a sonreír. Al regresar a casa su chico no se encontraba, por lo cual decidió meterse a bañar, pero antes de entrar algo llamó su atención. En la televisión se encontraba insertada una memoria, curioso la prendió para ver de qué se trataba. Y ahí estaba, una lista de películas con sólo una carpeta entre ellas que decía favoritos, la abrió, The Nightmare Before Christmas era el único nombre en la carpeta, la reprodujo.

Para su asombro la televisión le indicaba cuántas veces se había reproducido el video, quince veces. Dudando un poco de la información buscó la computadora de su pareja, al abrirla se encontró con un pequeño sticker de la película animada. Al encenderla una imagen del personaje principal era el protector de inicio. Sonrió. Encontró su regalo. Teniendo el principal ingrediente se dedicó a planear todo. Una cena, vino, un pequeño baile y el regalo, con probabilidades de término en sexo. Caliente y duro sexo.

Debió recordar que nada sale como uno lo planea.

El catorce se levantó en cuanto escuchó la puerta cerrarse, se preparó un desayuno para después ponerse manos a la obra. Acompañado por música realizó todo, a las seis de la tarde la comida estaba refrigerada y el plato principal terminándose de coser. Arreglo la mesa, un par de velas y copas. En la habitación puso otro par de velas, a la cama le colocó sábanas negras, el color hacía ver a su novio más sensual y hermoso de lo que ya era. Un poco de pétalos de rosa blanca y roja en el suelo y la cama. En la tina también.

Se ducho en la segunda habitación, esperó el arribo de su pareja en compañía de una caja mediana con un listón azul y plata. El reloj continuó caminando, abrió el vino y siguió esperando. Cuatro horas de retraso. Suspiro derrotado. Apago lo poco que quedaba de las velas, apiló los platos y, justo antes de levantarlos, quien esperaba llegó.

–Lo olvidaste, ¿cierto? –No pudo ni saludar como era debido. Estaba decepcionado.

–¿Qué? –El chico le veía dudoso y hasta cierto punto mostraba su fastidio por estar bajo su interrogatorio, que apenas comenzaba.

El pelirrojo se sentía derrotado por su respuesta, pero que tonto. A su pareja poco le importa este tipo de cosas.

–Nada, que descanses Aomine.

Se giró, al ingresar apagó las velas de la habitación. Se quitó la ropa y se metió a la cama.

Daiki un tanto fastidiado le observó irse. No comprendía la actitud de su pareja. Él sólo quería dormir por las siguientes veinticuatro horas, ha tenido una semana de mierda y lo último que deseaba era pelearse con él. Dejó caer la mochila en una de las sillas, caminó directo a la cama, apenas tocó la almohada se quedó dormido.

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