To: Ina
–Entonces, ¿debo ponerme esto para no hacer enojar al Alfa de esta casa? –Cuestiono tranquilamente el Omega a la chica Beta de servicio.
–Así es señor.
–Ah. –Exclamo con tranquilidad.
Un minuto después se podía escuchar por toda la casa y alrededores los gritos del Omega, quien no paraba de cuestionar, maldecir y mentar madres a la sociedad, sobre todo al Alfa al cual fue vendido y a la naturaleza por denigrarlo a ser un vil Omega.
Y es que, quien no estuviera enojado hasta de la vida misma si tu familia con tal de salvar el imperio empresarial que poseían cambiaban a su único hijo Omega por la deuda. ¡Putos infelices! ¿¡Y el qué culpa tenía de ser el menor de cuatro hijos Alfas!? ¡Nada, maldita sea!
Ahora estaba ahí, en una mansión con unos increíbles jardines, árboles y piscina custodiado por Betas, Omegas y uno que otro Alfa. Además, el dueño de casa ni siquiera se había dignado a ir a recogerlo de su casa para llevarlo a la suya. Oh no, el muy infeliz mando al chofer. Es más, ¡ni a su casa a asomado las narices desde su arribo! No se aburría porque la biblioteca era enorme, el jardín igual y la alberca calientita. Todo a su completa disposición. Incluso prefería comer en la cocina con los chicos que en aquel enorme comedor que si pudiera lo cambiaría por uno de 12 en lugar de 20.
Pero bueno, aún no era el señorito o señor, o señora o lo que fuera a ser de esa casa. ¡No conocía ni a su supuesto prometido!
–Esto es una vil mierda. –Masculló malhumorado.
Huyó de Hana a los árboles, subiendo sobre las ramas para acostarse en una de ellas. El clima estaba delicioso, las nubes cubrían por momentos el sol. El viento soplaba al ritmo del otoño.
Si tan sólo pudiera elegir con quien estar, no hubiera dudado tanto en acercarse o coquetear con cierto chico del club de natación de su escuela. Agradece a sus hermanos y madre por interceder por él ante su padre para que le permitiera continuar estudiando. Ahora, sólo debía esperar a su futuro esposo y rezar porque este le dejara entrar a la Universidad.
Dichosos aquellos que nacieron en cuna de madera y no de oro.
A veces se preguntaba en la intimidad de la soledad o el manto estelar ¿cómo sería ser la pareja del capitán? ¿Cómo sería su personalidad, su tacto, su piel... su celo? Tantas cuestiones sin la posibilidad de ser respondidas u olvidadas. Aún recuerda cómo fue que comenzó a gustarle aquel chico de mirada feroz y aura tierna. Apenas había comenzado las clases, se dirigía a un pequeño establecimiento de café a comprar uno cuando lo escucho. Una risa un tanto escandalosa que lograba contagiarte aunque no quisieras reír.
Levanto la mirada del celular para verlo. Ahí, en una mesa bajo la sombra de un árbol se encontraba riendo en compañía de más chicos y algunas chicas. Detrás de él un par de chicas le dieron la respuesta de una pregunta que apenas iba a formular. Era el equipo de nado, su capitán, Kagami Taiga, era el dueño de la risa.
Unos meses después descubrió que el capitán era tres años mayor que él, pues por cuestiones familiares tuvo que mudarse fuera del país y al regresar le retrasaron un año.Por un tiempo, estuvo asistiendo a los entrenamientos del equipo resguardado por la sombra. Su familia no le permitía soñar tan alto. Intentó acercarse, pero siempre ocurría algo para evitarlo.
Al final, sólo pudo completar dos años, pues su padre le saco para entregarlo a un Alfa por deudas.
Genial. Estúpidamente genial.
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Caja de Pandora
FanfictionSegún los antiguos griegos, la caja de Pandora guarda todo los males que la humanidad puede llegar a padecer, desde catástrofes naturales hasta la misma muerte. Aunque la historia dice males, en este libro encontrarás un poco de todo protagonizado p...