Estaba cansado. Había logrado salir del mar de arpones que aquel barco humano le lanzaba a un pequeño banco de carpas. Estaba enfurruñado, él sólo iba por un poco de pescado y terminó con un arpón atravesado en su cola. Era sumamente doloroso y, por si fuera poco, se había separado de su grupo por cumplir un antojo. Para su suerte encontró una pequeña cueva donde el agua traía una corriente marina cálida, volviendo el agua agradable, pero aquel estanque comenzaba a teñirse de carmín. Suspiro, debía salir o atraería a los carnívoros del agua.
Pero estaba demasiado débil, no había probado bocado, nado como desquiciado evitando los barcos humanos mientras forzaba a su cola moverse con un arpón atravesado.
–Te dije que no fueras y esperaras.
La voz le asustó y con ello le produjo una corriente de dolor, la punta del arpón chocó contra la piedra. No sintió el movimiento del agua al sacarlo del estanque y ponerlo suavemente en el suelo hasta que unas manos tocaron su cola, la cual estaba demasiado sensible por la herida y esfuerzo.
–Voy a mandarles un tifón a esos idiotas.
–¿Qué haces aquí?
–¿Tú que crees? Me doy prisa para terminar con la reunión de deidades para regresar y recibir la noticia de que mi esposo se ha ido a cazar.
Los ojos de su pareja se volvieron fuego. Njörðr, Poseidón, Sobek, Tiamat, Neptuno, Ahti, Chalchuiuhcueye entre otros eran los nombres que los humanos le daban a su pareja; pero para él y el resto del mundo marino era el Rey Taiga, así lo conocían en el mar.
No pudo seguir detallando a su pareja pues este saco de un tirón el arpón de su cola. Gimió, sin darse cuenta se aferró a él. Las lágrimas fueron limpiadas por unas manos suaves. Recibió varios besos en su rostro y labios. No era alguien a quien derrumban con facilidad, pero su cola junto con su estado era incapaz de mantenerse inmutable.
–Tormentas, tifones y remolinos habrá en los océanos de esos inmundos humanos.
Taiga se encontraba furioso. Podía soportar toda la porquería que aventaban a sus dominios, que tomaran sus especies y que navegaran en sus aguas, pero que lastimaran a su pareja era algo intolerable.
–No harás nada contra ellos.
–Pero...
–Pero nada, ellos estaban cazando y yo me interpuse en su camino. –Una mirada basto para divertirlo. –Está bien, me gusta la adrenalina, pero no me acercaría, no con su hijo creciendo en mí, mi señor, me tomaron por sorpresa.
–¡Por eso te dije que esperaras!
–Tu hijo no espera, quiere algo y lo obtiene cueste lo que cueste, igual a su padre.
El resoplido le divirtió bastante. Taiga normalmente se mostraba calmado y pocas veces perdía el control de sus emociones, pero cuando se trataba de él, el verdadero rey salía. Juguetón, gritón, demandante, protector, cariñoso y mimoso. El maldito supo cómo ganárselo, pues los años de este no impidieron que su inexperiencia jugara en su contra. Algo que a la fecha seguía temiéndole, pues él era un dios y él una simple criatura marina con menos años de vida.
–Sabes, hoy los humanos festejan a los enamorados y amigos. –Le observo interesado, aún le punzaba la cola y esta no dejaba de sangrar. Taiga le acomodó mejor entre sus piernas y cuerpo sin sacar la aleta inferior del amar. –Ten.
Recibió una pergamino tan negro que parecía carbón, escrito con letras plateadas y rojas. Mientras leí veía a su pareja y al pergamino. Eso no podía ser.
–¿Cómo?
–No fue fácil convencer a Padre del todo, pero madre naturaleza y Afrodita me ayudaron.
–Pero Hades es difícil y él me odia porque soy amigo de la rubia.
–Y le debes una semana de compras.
–¿Ah?
–Ryouta ayudó a convencerlo, pero ahí está. Si tú quieres, serás mi consorte ante ellos en el solsticio de verano o invierno, el que tú prefieras.
Volvió a leer el pergamino. Era imposible, ser esposo de una deidad era fácil, pero convertirte en su reina o consorte era otra cosa, algo elevado y sagrado, porque no sólo debías probar tu valía como pareja y criatura, sino que todos los dioses principales debían estar de acuerdo y sobre todo Hades, el dios de la vida y muerte, pues este era el encargado de las Nornas, sólo él tenía el poder para convertir en deidad a la pareja de un Dios y... ¡Él se iba a casar ante todos con Taiga!
¡Con el dios de los mares, tormentas y agua misma!
Jadeo. El manto del agua cubría su cola, sanando desde dentro la herida del arpón.
–No me des una respuesta, piénsalo y...
–¿Podré conservar mis escamas? –Taiga le observó sin comprender su pregunta, sin quitar su mano de su cola. –Me gusta mi aleta y escamas, ¿podré transformar mi cola a piernas? Sabes, quiero conocer más de tú mundo y el humano junto con el pequeño pececillo.
–¿Estas... estas aceptando?
–Feliz San Valentín, mi rey.
En respuesta un beso recibió, gimió al sentir la magia de su pareja envolverlo, cambiando la cueva y su cuerpo. Amaba muchísimo la sensación de la magia sobre su cuerpo, Taiga mostrando su poder, pero en vez de usarlo para generar respeto, a él le daba ternura y calidez. Jadeo. El maldito estaba cambiando su cola por piernas. Oh por las medusas. Taiga le iba a tomar ahí mismo.
–Ey, detente un poco, recuerdas, ¿pececito abordo?
–Te voy a llenar tanto que no sólo tendrás uno sino todo un banco.
–Lo que quieras, pero también quiero hacerlo en el mar con mi aleta.
–Por las Nornas Daiki, me encantas, me encantas. Lo que desees, bonito.
Tal vez no sería tan difícil ser su pareja por el tiempo del universo.
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Caja de Pandora
FanfictionSegún los antiguos griegos, la caja de Pandora guarda todo los males que la humanidad puede llegar a padecer, desde catástrofes naturales hasta la misma muerte. Aunque la historia dice males, en este libro encontrarás un poco de todo protagonizado p...