En este punto, todo era desesperante, no podía soportarlo, no podía soportar los escalofríos, su cuerpo tembloroso y la falta del calor en él. No podía seguir así, y él príncipe Zuko lo sabia, solo habían pasado dos días desde que su estado había empeorado a tal grado de que no podía encender ni una misera chispa de fuego y que su cuerpo había colapsado hasta él punto en que no podía levantarse de la cama.
Él sabia que, si seguía así, iba a morir. Su fuego interno estaba débil, demasiado, y ni siquiera él sol parecía ayudar a disminuir él frío, parecía que ahora su fuego interno había sido reemplazado por un simple agujero frío y vacío. No sentía nada de calidez y eso lo estaba matando. Una maldición mas de ser un Maestro Fuego, depender enteramente de la llama que ardía dentro de él, y que ahora lo estaba abandonando.
Apretó las sábanas contra su cuerpo helado y tembloroso, su tío había salido de su habitación para ir en busca de mas té caliente, a Zuko realmente no le gustaba, pero estaba agradecido de la leve sensación de calor que le otorgaba la bebida caliente. Se removió en la cama, con los dientes castañandole, sabia que sus dedos estaban temblando, y sus labios debían estar morados, bolsas negras debajo de sus ojos gracias a que no había podido dormir por él horrendo frío que le calaba los huesos. Su mente era un lío y apenas podía registrar nada mas que él dolor y él frío. Dolor.. Frío exasperante.. Y... Apenas si había podido escuchar la explicación de su tío Iroh sobre su extraña y preocupante situación. Había dicho algo.. ¿Sobre una maldición?.. No, no, no, había escuchado claramente la palabra 'bendición', pero Iroh lo había dicho con tal seriedad que Zuko sentia que la palabra bendición estaba totalmente errada.
Esto no podía ser una bendición.
Era un Infierno Congelado que estaba atravesando.
Y no sabia si iba a salir con vida de él.
Apretó los dientes, recordando la sonrisa petulante en él rostro de su hermana, él rostro preocupado y horrorizado de su madre, como es que su padre se tensaba por completo y arqueaba las cejas, la incredulidad marcada en toda su maldita cara. Como lo odiaba, odiaba ese día por completo, el día en el que su destino quedo firmado, como una condena que cayó en sus hombros jóvenes y temblorosos, la primera noche que escuchó su nombre y quedo en su memoria, arraigada por él resto de la eternidad.
"A A N G"
Las noches transcurrían lentas y tortuosas, los días eran eternos, y él príncipe simplemente no podía hacer nada al respecto. Pero él tirón suave que apareció en su pecho cuando su tío Iroh empezó a explicarle él porque de su condición, fue suficiente señal para que Zuko comprendiera que todo su problema se reducía hacia aquello. Hacia aquella pregunta. Hacia algo que Zuko no quería ver por miedo. Un miedo irrefrenable junto con él trauma de una niñez oscura y destrozada gracias a el golpe trágico que lo marco de por vida.
¿A quien esperas en esta y otras vidas?
Zuko no quería responder esa pregunta, simplemente no quería pensar en la persona mas amada para él que no fuera su madre, porque el resto del mundo era cruel y despiadado, sucio y desalentador, el mundo entero solo sabia mandarle mas y mas dolor encima, y, apesar de que a veces le daba pequeñas muestras de misericordia nunca le había dado una verdadera y duradera felicidad. Porque siempre había algo mal detrás de sus acciones y de todo, no era inocente ni puro, su alma se pudría por dentro y fuera, se doblegaba ante él dolor de los recuerdos y la tristeza que nadia habia podido borrar.
Se revolcó entre las sábanas, temblando, y...
Ahí estaban de nuevo. Las voces. Voces que susurraban cosas olvidadas y prohibidas. Cosas que nadie mas debía de saber mas que su familia. Y él rastro bajo y olvidado ya por su cuerpo, él rastro bajo de la deliciosa calidez, apenas un poco de lo que alguna vez sintió.
ESTÁS LEYENDO
Inferno (Zᴜᴋᴀᴀɴɢ)
RandomLa Guerra se sigue desarrollando, mientras que él príncipe Zuko de la Nación del Fuego continua en su persecución del Avatar, pero esta misma se vera interrumpida por la extraña "bendición" del linaje del príncipe. Sus días de agonía y dolor empie...