【El Asedio del Norte】

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Los Espíritus cumplieron con su parte del trato.

Aang logro controlar el agua como si nada hubiera pasado. Tal como el aire. Pero dejaron una marca por el momento, para hacerle recordar su trato. Ademas a pesar de las dificultades para lograrlo, consiguieron que él maestro Pakku le enseñara a Katara el como luchar con el agua-control. Y ahora.. Ahora.. La Nación del Fuego a llegado a la Tribu Agua del Norte. 

La princesa Yue miro con sus cejas arqueadas y con el rostro retorcido por la preocupación el hollín caer hasta las tierras de su padre. Sus tierras.

Tomo la mano de Sokka. Aunque sabia que estaba mal, el era una gran fuente de calma para ella. Tal vez, incluso, todo lo que ella alguna vez deseo. 

—Tranquila— levanto la mirada hacia el rostro serio de Sokka, y se encogió de hombros asintiendo— Tenemos que volver ahora, resguardarte en el palacio sera la mejor opción, Yue.

Bajo la mirada. El tiempo era tan hermoso. Y se acortaba cada vez mas para ellos.

—Esta bien, Sokka.

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Zuko mantuvo los ojos cerrados, los brazos firmemente apretados contra aquel cuerpo. El sueño amenazaba entre las esquinas de su mente. Pero no debía dormir. No aun. No cuando ya había llegado lejos. Y no había vuelta atrás. Si se atrevía a dormirse, todo habría acabado y moriría en aquella tormenta de nieve. Tan fría como su interior.

Podía escucharlo. Escuchar a la Bestia gruñir al saber de la presencia de aquella persona en aquella cueva. Atrapados y tan dolorosamente cerca. Murmuraba cosas oscuras y retorcidas que Zuko intento ignorar. Podía sentir sus garras arañar su mente, como si las afilara para saltar en cualquier momento y fuera a devorar a su presa en un instante.

Era aterrador.

Enloquecedor.

El poder era delicioso pero terrorífico.

Y apretó mas al Avatar contra si. Olfateando su olor. Embriagándose con él. El olor de Aang. Acaricio su nariz contra el cuello pálido y extrañamente cálido del niño. Una caricia increíblemente posesiva. Sus tatuajes brillan de un blanco azulado. Pero solo habían brillado así cuando Zuko lo tocó. Antes habían brillado del color de la noche mas oscura, sin estrellas ni luna.

Pero se alejo de su cuello al darse cuenta de que tan tentado estaba a morderlo y saborearlo. A destrozarle la carne y beber su dulce sangre. Solo bastaría un poco de esfuerzo para manchar su cuello de sangre. 

De repente frunció el ceño. ¿Que diablos estaba brillando debajo de la ropa del niño..?

Vacilo los primeros momentos, pero un instante su cuerpo ya había reaccionado en su contra y cuando se dio cuenta ya estaba quitandole la parte superior de la ropa al joven Avatar. Justo allí lo vio.

Al lado de la parte en la que el tatuaje de su flecha pasaba, en el lugar donde se ubicaba su corazón, la marca de las Tribus Agua estaba tatuada, y brillaba junto con sus tatuajes. Sus ojos se ensancharon. ¿Quien había hecho eso en la espalda del niño? De Aang.. De su alma geme-

Sus pensamientos se detuvieron y empezó a vestir de nuevo al mas joven. Podía escuchar como la Bestia gruñía con mayor fuerza. De rabia y lujuria. Y no encontró la fuerza para gritarle que se callará. Así que solo termino de vestir al menor lo mas rápido posible, y volvió a suspirar, aferrándose a Aang sin poder evitarlo, a pesar de antes se sentía entumecido y frío, ahora, sosteniendo a Aang, era casi como si pudiera ver y sentir el fuego correr por sus brazos y adentrarse en lo mas profundo de su ser, alimentando su fuego interno.

Inferno (Zᴜᴋᴀᴀɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora