【La Tumba de los Amantes】

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Miro su alrededor, el agua oscura debajo de el parecía tinta que se movía en pequeñas ondas que chocaban entre si y no se detenian. El violín melancólico tocaba a lo lejos. Una canción lúgubre y triste, una sombra de los días mejores.

Y de repente... Ahí estaba... Una extensión mas de si mismo y en la cual podía refugiarse.

Una mascara azul y blanca que resultaba en la oscuridad, miro hacia abajo. No había ningún reflejo de si mismo en el agua pero estaba seguro de que estaba sentado de rodillas. Tal como el Espíritu Azul delante suya.

—No eres como el.. ¿cierto?

La mascara se movió de lado a lado. Negativo.

—¿Entonces que eres..?

Una mano enguantado tomo su mano pálida. ¿Las hojas secas del otoño caen a lo lejos..? 

La Oscuridad volvió a reírse. Y de repente la imagen y el toque del Espíritu Azul desaparecieron como el polvo ante una ráfaga furiosa de aire.

—¡Dime que eres!

Su voz resonó.. Hizo eco.. Y la Bestia gruño detrás suya. Entonces escucho sus pasos acercándose por detrás. 

La oscuridad y esa Bestia eran la misma cosa, se recordó. Ambas lo mismo pero separados y esperando el momento exacto para devorarlo. Para tomar a Aang. Al Avatar. Su Avatar. Ese dulce niño que..

Una mano pálida se poso en su muñeca. Volteo y levanto la vista. Y bien pudo gritar aterrado.

Una sonrisa cínica y un par de ojos ámbar le saludaron junto con las túnicas reales de un Señor del Fuego y el largo cabello que se fundía en la negrura.

—Solo soy tu..

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Aang descubrió fácilmente las pesadillas de Zuko.

En realidad, descubrió muchas cosas sobre él príncipe muy fácilmente. Le encantaba quedarse hasta altas horas de la noche viendo a la oscuridad o la luna. Le gustaba el silencio y el sonido de una conversación secreta. Repudiaba el té, pero el de jengibre parecía gustarle. Oh! Amaba unos pastelillos esponjoso que hacían en la Nación del Fuego, y también le gustaba el ponche de huevo y frutas. Y.. 

Aang debía dejar de mirar tanto a Zuko! 

Pero era tan imposible, que la tercera vez que se atrapó a si mismo pensando de mas en el maestro fuego, se rindió y dejo que su mente vagabundeara, era divertido cuando dicho maestro podía escuchar cada uno de sus pensamientos, aunque recientemente había descubierto que si había demasiada emoción, estrés o ira en alguno de los dos aquella conexión parecía bloquearse y los pensamientos del otro parecían borrosos y... Como si un hilo se enredara tantas veces que era imposible ver el final o el principio.

Como sea, al joven Avatar no le costo identificar los murmurllos de las pesadillas del príncipe desterrado. Sus pérdidas. Todas las cosas que le fueron arrebatadas. Pero Aang sabia que había algo que Zuko aun tenia y estaba tan obsesionado con restaurar, honor. Aun era honorable, aunque él pensara que no lo era, y Aang simplemente quería zarandearlo y gritarle, exigirle que se diera cuenta! 

Inferno (Zᴜᴋᴀᴀɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora