Buenas noches

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mis ojos se abrieron lentamente,

un rayo de sol entraba sigiloso por la reja de la puerta,

todo lo demás estaba oscuro, una casa oscura?, durmiendo en una casa oscura?

que hacía yo durmiendo en una casa oscura...

mis párpados cansados volvieron a cerrarse,

-Boooo!!- oí una voz gritar a mi lado y agarrarme el brazo,

me senté de un salto,

-Que?! Quien?!- grité a mi vez confuso,

-uff menos mal! Estaba empezando a creer que habías muerto- suspiró de falso alivio,

Sus grandes ojos negros me observaban con curiosidad y me quedé casi en trance mirándolos,

-y bien? Que haces todavía allí tonto?- soltó,

Me quedé sentado en silencio intentando recuperar la conciencia de mí mismo,

-que hago aquí...- murmuré frotándome los ojos con fuerza,

-tu eres tonto. Ya no te acuerdas?- contestó mirándome,

de repente me vino a la mente el día anterior,

el diluvio, la casa, Talía y la barrita de chocolate.

-Mierda! Mi madre me va a matar!- dije levantándome rápidamente,

-se puede saber que te pasa?- preguntó perpleja,

fui corriendo hacia mi mochila, los libros del instituto estaban empapados y la tinta se había corrido completamente.

-no has traído móvil- dijo tranquilamente desde el otro lado de la habitación.

-que?- contesté incrédulo,

-así es, ayer ya hiciste la escenita de “mi mamá me va a matar”- dijo entre risas,

-anda, ven aquí- me sonrió.

Volví donde las mantas,y resignado me senté,

-porqué estoy tan cansado...- murmuré,

-se puede saber que hora es?- le pregunté,

se encogió de hombros y pasó totalmente de mí.

No tenía fuerzas para reclamar, ni mucho menos para ir por allí riñéndola.

Me recuperé del cansancio unos minutos, luego me puse los zapatos y salí a la calle detrás de ella. El sol estaba asomándose por detrás de las casas,debían de ser alrededor de las 5 de la mañana.

-estás loca!! por eso tenía tanto sueño!!- me dio un ataque de rabia incontrolable,

pero se limitó a quedarse mirándome en silencio,

-no me pongas ojos de cachorrito degollado, que eso no funciona- dije irritado,

pero ella seguía sin decir nada y mirándome con esos enormes ojos tristones.  

-Dios mío que voy a hacer contigo...-dije poniéndome las manos sobre la frente teatralmente.

-vamos, fuera de aquí- le dije entrando nuevamente en la casa,

cogí nuestras dos mochilas,recogí las mantas y guardé la linterna.

Salimos dando un portazo,

-para que la tristeza de aquí no salga- me dijo sonriendo,

-ay que ver que cosas tan raras te inventas- repliqué poniendo en blanco los ojos.

Volví a casa,en cuanto cerré la puerta de casa oí los gritos histéricos de mi madre desde el salón,

-Mateo! Como se te ocurre?! Has faltado a un montón de clases, se puede saber que has estado haciendo en vez de ir al instituto?!-

y si, ni siquiera se había dado cuenta de mi ausencia aquella noche.

Tuvimos una larga charla de la que mi mente decidió escabullirse, tenía la cabeza en otras cosas mas importantes.

Bueno, pensaba en mi madre, en como pudo cambiar tanto después de la muerte de papá.

Observaba su cara mientras me hablaba de lo importante que era asistir a clase y sacar buenas notas. Me fijé en sus ojos cansados mirándome serios, fue verlos y acordarme de que tenía la misma cara que cuando murió papá, de echo no creo que haya vuelto a tener otra cara desde entonces.

Mi padre murió el día de mi cumpleaños, por eso ya no lo festejo, era buena persona, y mi madre le amaba mucho. Supongo que fue tan repentino que ni ella ni yo lo superamos,pero hay que ser fuerte, y a pesar de mi corta edad me había tocado a mi serlo por los dos.

-me estás escuchando?!-

volví bruscamente a la realidad con los gritos de mi madre,

-vete a tu habitación hora mismo! No quiero verte, eres una decepción!- chilló,

Me levanté en silencio y fui a mi habitación,cerré la puerta con llave y me tiré sobre la cama.

Habéis tenido alguna vez unos de esos días en los que parece que el universo entero conspira para joderos los planes?

Pues yo no. Porque para mí siempre ha sido así,

el universo nunca se limitó a intentar arruinarme un mísero día, sinó que lo hizo durante toda mi existencia,

-solo es una etapa- decían,

-eso es porqué te recompensarán con algo maravilloso un día- decían,

y donde está mi “algo maravilloso”?

Cogí el libro que Andreu me había regalado el día anterior con tanto cariño,

“El pequeño héroe” ponía en la portada,

lo abrí y empecé a mirarlo distraídamente, luego lo cerré y me tumbé.

Apagué la luz de mi habitación y empecé a distinguir en la oscuridad las estrellas de plástico que pegamos juntos yo y papá hace algunos años.

Estaban esparcidas por todo el techo, me quedé observándolas un buen rato,

-donde está mi “algo maravilloso” papá?- me pregunté mientras cerraba los ojos.




 

  


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